- Redacción
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- 2004-12-01 00:00:00
La familia Balbás, 200 años de historia vinatera, fue la primera en apostar por la D.O. Ribera del Duero, cuando solo se extendía por la zona burgalesa. Cuatro generaciones han acuñado el estilo Ribera y han matizado su personalidad. Una maraña. una telaraña de sarmientos atrapa la niebla y la retiene en el suelo y en el cielo. El Duero juega así con su Ribera, juega al otoño, tras el tráfago de la vendimia y el susurro de la fermentación tumultuosa, ahora que en los depositos discurre otro proceso mas sereno, la malolactica. En Balbás han esperado este entreacto para meterse en obras, nada de ampliaciones, pues el tamaño es el justo para el control familiar, el de la uva propia o conocida antes de nacer. Unas 500.000 botellas cada cosecha: tres cuartas partes salen de sus 80 has., y la otra, de viticultores a los que en su día aportaron las cepas, los abonos, los tratamientos, el protocolo de podas, el estilo, hasta convertirlos poco menos que en socios, más que proveedores de uva. Y este año ha sido magnífica, una cosecha perfecta, esa que no se atreve ni a soñar el bodeguero, el enólogo. José Balbás se entusiasma recordando la sucesión exacta de días calurosos y noches frescas, lo ideal para que el hollejo engorde y la relación entre piel y pulpa garantice color y estructura al vino, larga vida, profundo paladar. Puede que salga lo mejor de los últimos 30 ó 40 años. Y lo dice desde la experiencia de quien ha recorrido con su padre las viñas y con el abuelo la bodega desde que aprendió a andar. Con el criterio de quien ha nacido y vive en esta tierra toda su vida, sin más paréntesis que los estudios en Madrid, siempre añorante. Ahora con Clara, su pareja, y sus dos hijas, vive junto a la bodega, y allí regresa tras mostrar y promover sus vinos en los cuatro puntos cardinales. Porque el trato directo con los clientes, dentro y fuera de la bodega, en el stand o en el teléfono, es un puntal de su filosofía. No, no se trata de una frase hecha. José tiene mucho de filósofo, es reflexivo y agudo, sopesa ideas, proyectos, cambios, desbrozándolos de lo accesorio, simplificando hasta depurarlos, hasta desnudar la lógica. Y así hace sus vinos, y así los pergeña con Pedro, el enólogo, e incluso así lo eligió: alguien con conocimiento técnico, por supuesto, pero ante todo, con visión del vino moderno y con la exigencia del más difícil todavía, de sacar de la uva todo lo que pueda dar. Y ese vino empieza en la cepa, no en la mesa de selección. Y eso no lo hace la tecnología, el derroche de inversiones que, al fin y al cabo, es algo que todos pueden comprar, sino unas sutiles diferencias, matices, que distinguen una bodega, un vino, de sus semejantes. El agua del vino En su caso lo cifra en experiencia, paciencia y pulcritud «porque me enseñaron que para hacer un litro de vino hacen falta dos de agua». Por eso le desesperan una pisadas de los albañiles sobre el brillante suelo rojizo de la nave de elaboración y se calma al entrar en la ordenada y silenciosa nave de barricas climatizada: «al vino hay que dejarlo tranquilo, sin visitas, sin movimiento». Eso no significa inmovilismo. De hecho, en cada vendimia estrenan un protocolo nuevo, una experiencia, sea un blanco o maceración carbónica, o un coupage o una nueva técnica. Sólo por conocer, por saber, por identificar detalles y resultados. Detalles que, por ejemplo, obligan al enólogo a pasar una semana junto a su tonelero para controlar las maderas, los grados de tostado... Detalles como volver a apilar las barricas a mano, con cuñas, porque no le dan buena imagen las literas metálicas. O como volver a cultivar las cepas en vaso porque la experiencia les dicta que la uva madura y se airea mejor que en espaldera. Más difícil es asumir, frente al tradicionalismo de los aficionados, de los clientes, la decisión de sustituir los siempre arriesgados corchos por tapones sintéticos, perfectos, o reducir su catálogo de vinos eliminando categorías obsoletas y confusas como Reservas y grandes Reservas. Todo está pensado, sin dogmatismo alguno pero con sensatez, con fundamento. Y eso lo revelan los vinos, la personalidad de crianzas comedidas, de madera nueva, la paciencia del botellero. Bodegas balbás La Majada s/n 09311 La Horra (Burgos) Tel. 947 542 111 fax: 947 542 112 E-mail: bodegas @balbas.es www.balbas.es