- Redacción
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- 2004-11-01 00:00:00
Es difícil encontrar a los Velasco en su despacho. Su ocupación favorita, su mayor satisfacción, es descubrir a los visitantes cada rincón de la Finca Modelo, cada actividad de un engranaje tan racionalista como sensual y emocionante. recorrer en un todo terreno las orillas del Duero y las presas que generan electricidad, las laderas donde pasta el ganado, la pulcra lechería, el bosque maderero, la gravera... es la única forma de comprender una estructura agraria integral y ejemplar. Pero sin romper el equilibrio, en la finca, la mayor de Castilla, con sus 3.000 has., el vino se ha convertido en protagonista desde que se inauguró la bodega, en 1996. La viña, de la que se conservan cepas centenarias de Tinta Fina, ha crecido como otro río verde, hasta 520 has., casi todo Tempranillo con algún bodoque de Merlot y Cabernet Sauvignon. Y el antiguo palacete de caza, donde el Duque de Lerma agasajaba a su Señor D. Felipe, se ha transformado en hotel enoturístico, 19 regias habitaciones para descansar de un sinfín de actividades, desde las Rutas del Vino al tiro con arco o el piragüismo. En apenas 8 años las ventas se han multiplicado por ocho, y más de 7.000 visitantes han sido testigos de una permanente evolución, sutil y a la vez profunda, en pos de la perfección de las tareas y del resultado: los vinos. Uva, la madre de todos los vinos Para Ángel Luis Margüello, el enólogo, la calidad se asienta en la viña, y así, después de una ejemplar plantación básica, la selección de los once clones adecuados a cada pago, la espaldera, el riego por goteo, el seguimiento paso a paso, van desarrollando normas que garantizan el previo diseño del vino. Para ello, ya desde la primavera, cada pago se trata de forma diferente, según el resultado que quieren obtener. La poda, la reducción de racimos, la medida del rendimiento por hectárea y por cepa. Las normas se basan en el perfecto conocimiento de cada parcela, a través del estudio continuo de su evolución, año tras año. No en vano disponen del único laboratorio cualificado oficialmente, incluso para análisis externos, de uva y vino. Son cuidados que suponen mayores costes, más mano de obra, pero que responden con generosidad a la hora de la vendimia. Entonces ya está todo hecho. O casi todo. Le toca el turno a otra nueva adquisición, una despalilladora que conocieron en Francia, capaz de extraer el raspón con tanta delicadeza que el grano no se rompe ni pierde un gramo de su contenido. Otra innovación es el tren de lavado de barricas. Dos años ha costado el proyecto en el que, además de empresas de ingeniería, enología y logística, ha colaborado el departamento informático de Renfe, capaz de esa compleja coordinación. Cada una de las 6.000 barricas se identifica con un microchip en el que figuran sus datos estructurales -tipo de madera, punto de tostado- y el historial de su actividad, porque no es lo mismo estrenarse con un vino nuevo que extrae rápidamente el potencial de la madera, que hacerlo en una segunda fase de crianza; ni siquiera vinos de distintas uvas producen el mismo efecto en la madera. Con esos datos, fruto de meticulosos estudios en colaboración con la Universidad Rovira y Vigil, se alimenta el cerebro del ordenador, de modo que sea capaz de discernir qué barricas va a llenar, de qué vino y cuándo debe retirarlo, cuántas trasiegas requerirá y cual ha de ser el recorrido que cincelará su estilo, su vida, su futuro. De la cepa a la copa A la vista de la fachada, es difícil adivinar lo que la bodega esconde, las conducciones por gravedad, la profundidad que aísla de temperaturas extremas, los conos de roble de Nevers, y en los botelleros, los jaulones metálicos pulcros y ordenados. Un puente elevado, una gigantesca cristalera se asoma a las salas de guarda, a la penumbra catedralicia, excavada el talud del cerro. Allí duermen los Prado Rey, los Salgüero que ampliaron la línea de rosado con varietales de Merlot y 5.600 botellas de Tempranillo 99, varietal que solo se elabora en cosechas excepcionales, el Crianza 2001 que recibió 5 estrellas de la revista Decanter, y los que esperan, como sus hermanos, los premios Envero, los Bacchus y las más altas calificaciones. Real Sitio de Ventosilla Ctra. Aranda-Palencia, Km. 10 09440 Gumiel de Mercado (Burgos) Tel. 947 546 900 Fax 947 546 999 Reservas hotel: 947 546 912 E-Mail:bodega@pradorey.com www.pradorey.com