- Redacción
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- 2010-01-01 00:00:00
E ntre la alfombra de nieve, asomado a las líneas oscuras del viñedo dormido, ha tomado forma el sueño de Victorino Eguren, la obra de una familia que, en la realidad plasmada en símbolo, surge de la tierra, de la viticultura, para recorrer un laberinto vital soterrado y, definitivamente, alzar la vista sobre sus sólidos cimientos, muy arriba, en un delicioso hotel de tres pisos y 20 habitaciones vestidas con los imborrables retazos de su memoria. Desde Sierra Cantabria, magnífica panorámica tras los muros de cristal, se desploma una pesada y gélida cortina de nubes. Dentro, la calidez del flamante comedor sin estrenar, los impecables salones a punto, los dormitorios ya vestidos... invitan a la calma y la contemplación. A un lado el paisaje abierto, la nieve cegadora; al otro, la paz recóndita, la tenue luz que apenas revela la extensa sala de barricas, donde se apilan 3.650 toneles de diversa procedencia. Casi un 80% de roble americano, que aportará los aromas vainillados; el 20% restante, franceses que dejarán sugerencias de especias y cueros nobles. Y, como experiencia novedosa, alguna muestra de barricas mixtas para acunar las obras más excelsas. De la mesa a la cepa El abuelo Don Modesto Ugarte ya empezó a elaborar y criar los vinos de sus cepas en 1870, en San Vicente de la Sonsierra. Su nieto Anastasio Jesús Victorino Eguren Ugarte construyó en 1989 la actual bodega entre el viñedo, en Páganos, a los pies de la villa medieval de Laguardia, el corazoncito de la Rioja alavesa. En esa tierra arcilloso-calcárea idónea para el Tempranillo han reunido 115 hectáreas que vegetan de forma natural, sostenible, sin más añadido alimenticio que el compost orgánico. Algunas fueron plantadas en 1912, apenas un par de hectáreas que hoy vendimia a mano la propia familia, con especial mimo, para que la joven enóloga Esther García las transforme en un potente y a la vez elegante tinto que es la joya de la casa, bautizada Anastasio en recuerdo del primer viticultor del que tiene memoria la familia. La huella de una personalidad Otro nombre histórico plasmado en vino es su cuñado, Martín Cendoya. Cuando el visitante se siente perdido en los interminables laberintos soterrados flanqueados por nichos de guarda, de uso particular, recala en una placita algo más amplia que exhibe, una junto a otra, las colecciones privadas de los dos cuñados. Sobre las botellas durmientes de Victorino, un cofre en el que tiene previsto que reposen sus cenizas. Promete así no faltar ni un solo día a la bodega, tal como ahora, a sus 75 primaveras, desafiando a los elementos acude puntualmente desde su hogar, desde Vitoria. Allí lo encuentran, junto a su hija Asun o al director de los nuevos proyectos, Ander de las Heras, los enoturistas que cada mediodía curiosean por estos dominios, por una ingente obra que en su día abrió en dos el monte diseñando dos kilómetros de calados que se ahondan hasta 20 metros de profundidad. Son 350 nichos que guardan las compras de otros tantos propietarios, vecinos o internacionales, que allí mismo pueden disfrutar de sus botellas en un ambiente tan privado y festivo como el de su propio txoko, en una sociedad gastronómica. Otros eligen la fórmula del Club de Barricas, un tonel propio que después del tiempo de crianza se convierte en 300 botellas identificadas con su propia etiqueta. Como el generoso espacio se había quedado pequeño, la lista de espera se acomodará ahora en nuevos calados, bajo el hotel, bajo las habitaciones decoradas una a una con estilo propio, con delicadas pinturas murales y con una página de la autobiografía del fundador recogida en un curioso libro que preside el comedor. Allí, entre recuerdos, chuletillas y contundente cocina local se brinda con el poderoso Reserva Martín Cendoya, Dominio de Ugarte o crianza Heredad Ugarte, un clásico actual. Heredad Ugarte Carretera A-124 01309 Páganos-Laguardia (Álava) Tel. 945 282 844-Hotel: 945 600 766 info@heredadugarte.com www.heredadugarte.com