- Redacción
- •
- 2008-11-01 00:00:00
Acabó la vendimia. Un otoño más, las cepas se van vistiendo de rojo y ocre después de su generosa ofrenda a la bodega. Las uvas han llegado de las 300 has. que Dinastía Vivanco mima en pagos de Briones, de Haro, Tudelilla, Villamediana... Bajo la mirada vigilante de Rafael Vivanco, Ingeniero Agrónomo formado como enólogo más allá de los Pirineos, acudían preparadas para el riguroso examen de una doble mesa de selección - de racimos y granos- antes de la maceración en frío que precede a la fermentacion en los deslumbrantes tinos de roble francés. Son los últimos pasos, que culminan un concienzudo trabajo que empezó hace años en la selección de variedades acordes a cada terruño. Una investigación minuciosa que refleja una larga herencia como viticultores, y un sólido conocimiento en tecnología de vanguardia, y que ya ha dado sus frutos en forma de vinos varietales personalísimos que cosechan reconocimientos como la Nariz de Oro para su Parcelas de Graciano; o el triunfo de su Colección Vivanco 4 Varietales en el apartado de vinos especiales; o de autor, del reciente XV concurso de Vinos de Rioja. Algo que provoca la doble satisfacción de consagrarse como profetas en su propia tierra. Una bodega joya Bajo una loma, que es un balcón asomado a las vetustas piedras doradas de Briones y a la banéfica Sierra Cantabria, Vivanco, en el corazón de Rioja Alta, se ha extendido con la discreción, la solidez y la hermosura de las raíces de una cepa. Desde el templete de cristal de la cima se desciende a la zona de elaboración, casi una sala de baile, un primor envuelto y perfumado por tinos troncocónicos de roble francés. Y de allí a pasadizos sin fin, iluminados con la delicadeza que requiere el vino, donde, con una estructura tan racional como estética, el vino recorre su vida más recóndita. Aquí, una sala donde reposa en barricas de los mejores toneleros, a una altura, de modo que invita a la cata permanente para analizar los resultados; allá, una vasta nave circular sustentada en columnas de memoria egipcia donde se apilan sin agobios, ordenadas como una mágica estrella. La pulcritud evoca un palacio, el orden es más propio de un perfecto decorado, y ni siquiera en la inevitable vorágine de la vendimia se permiten bajar la guardia. Ese orden, ese cuidado es el mismo que recibe la viña, el vestido de los vinos y, por supuesto, la porción visible de ese iceberg... Un museo vivo La primera visión es un estanque que reproduce la sucesión de las estaciones, de los claros y mudables cielos de La Rioja y de los caprichosos colores del edificio. Dentro siempre aguarda una nueva exposición, curiosos comics relacionados con el vino, carteles históricos, míticas imágenes cinematográficas... Pero ni eso permite adivinar lo que el visitante encontrará al flanquear las puertas. El museo es la más magnífica colección de objetos y piezas artísticas que se pueda reunir. El Museo de la Cultura del Vino ofrece un paseo por la historia y la cultura del vino, asociado a la mitología y la religión, con piezas originales e irrepetibles desde el año 3.000 a.C. hasta originales de Picasso y Sorolla. Está montado con un acierto didáctico capaz de precisar la labor de cada utensilio, de cada oficio que configura la esencia de las labores tradicionales en torno al vino, desde la prensa a la botella, desde las orlas báquicas a los sacacorchos. Esa historia, esa cultura eterna, que hoy sustentan lo que aparece en la copa, Tempranillo, Garnacha, Mazuelo, Graciano, Viura y Malvasía convertitidos en varietales o en esa cuvée excepcional cultivada en las 11,9 hectáreas de la Finca El Cantillo, de suelo pedregoso, vendimiada a mano, vinificada y criada por separado antes de componer Colección Vivanco 4 Varietales. Dinastía Vivanco Ctra. N 232, km. 442. Briones. 26330 La Rioja Tel. 941 32 23 32 Fax: 941 32 23 16 infobodega@dinastiavivanco.es www.dinastiavivanco.com