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Panorama desde el río. Pago del Vicario

  • Redacción
  • 2008-10-01 00:00:00

Las buenas maderas no se limitan al roble francés, sino que abrazan la sala de barricas. Como el paisaje, el delicioso recodo del Guadiana, que enmarca la finca, herencia de tiempos de autosuficiencia donde conviven agricultura, ganadería y, como culminación, los vinos de corte actual. El Vicario que da nombre a la bodega fue un antepasado visionario que ya defendía la filosofía del pago, de territorio diferenciador de vinos de calidad y su seguimiento desde la tierra a la botella. La misma concepción que hoy se aplica aquí con las técnicas más vanguardistas y respetuosas. Los hermanos Barco, Ignacio y Antonio, son los entusiastas continuadores de una saga familiar dedicada desde siempre a la agricultura, al campo. Sus enormes fincas, a pocos kilómetros de Ciudad Real, poco tienen que ver con la imagen tópica de La Mancha llana: son una deliciosa sucesión de suaves colinas junto a una fronteriza parada del AVE y el recién inaugurado aeropuerto Don Quijote. Villadiego, dedicada a ovejas queseras, y Pago del Vicario, abrazada por el paso manso del Guadiana, en un recodo donde el hotel enoturístico se asoma al jardín, al viñedo hasta el horizonte, y a un paisaje espectacular hasta los Montes de Toledo. La estética y la organización de la bodega, la agricultura y la ganadería, es decir, los puntales de la producción de las fincas, tampoco tienen mucho que ver con la rutina tradicional, sino más bien con una vanguardista concepción de la tierra y sus regalos, donde nada queda al azar: como ejemplo, el control de la alimentación de cada una de las ovejas de la quesería con un microchip instalado en el estómago. La viña, la tierra y el cielo Para el control del viñedo cuentan con una dotada caseta donde se reciben, en la época del envero, fotos tomadas por satélite que muestran al detalle el estado del suelo y las cepas en cada punto, la “actividad fotosintética y la densidad de estructura”, para así aplicar puntillosamente el riego o el tratamiento imprescindible. Una información que se suma al control permanente a base de sondas, dendrómetros, estación climática y la más vanguardista tecnología. Al frente, desde la concepción, está la enóloga Susana López Mendiondo, y Richard Smart asesora sobre el viñedo, ubicado tan próximo a la bodega que la uva, vendimiada de noche, se pone en el lagar antes de 20 minutos. La construcción es sorprendente, con su inconfundible aspecto de catalejo gigante, pero es ante todo crecedero y eficaz, desde la entrada de uva en cajas por un lado hasta el servicio en las copas del precioso restaurante en el otro extremo donde, transformada en vino, acompaña la carta que diseña el chef, Alfonso Merlo. Y en medio, en la cripta, la sala de barricas, 70% de roble francés, 20% americano y 10% procedente de los bosques del Cáucaso. Arquitectura estética y funcional El catalejo rojizo es la punta visible de este iceberg, junto al confortable hotel cristalino y ligero, pero sólo el encargado del campo conoce a fondo todo lo que hay detrás: un cuidado y alimentado coto intensivo de caza, la ermita junto a los restos arqueológicos de Alarcos, ruinas íberas que han cedido a la Consejería; el castillo que en la Reconquista dio origen al dicho “tomar las de Villadiego” y una hermosa casona rústica de 1840 donde se ha reconstruido una pulcra quesería en la que se procesa la leche de 3.500 ovejas alimentadas en pastos junto al río para elaborar unos 40 quesos al día, cantidad que se multiplicará por diez cuando acabe la actual ampliación. Todo eso y una inmersión en el mundo de las labores de campo y bodega cabe en sus ofertas enoturísticas, junto a cursos de cata y degustaciones para conocer los originales vinos de un catálogo en el que caben curiosidades como el Pago del Vicario dulce de Merlot y experiencias insólitas como un blanco de Tempranillo fruto de la pasión de Susana por conocer profundamente la piel de la uva, que aquí, por contra, se elimina. El vino estrella se ha bautizado con el nombre de Santo, Agios en griego, elaborado con la más rigurosa selección de cepas de baja producción de Tempranillo y Garnacha Tintorera, de aromas balsámicos que recuerdan el paisaje, compotado como una mermelada de moras, envolvente de hoja de tabaco y profundo y mineral de granito. Otro hallazgo es el vestido, el etiquetado de las botellas, que hace gala de la misma originalidad que todo en esta personalísima y cuidada bodega. Pago del Vicario Carretera Ciudad Real-Porzuna, Km. 16 (Ciudad Real) Tel. 926 666 028 / 902 092 926 Fax. 926 666 029 E-mail. info@pagodelvicario.com www.pagodelvicario.com.

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