- Redacción
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- 2008-04-01 00:00:00
En un muro del salón social, del bar de degustación, se conserva la memoria más remota de esta histórica casa. Enmarcadas sin alharaca, en una cuartilla amarillenta por los años, se difuminan las firmas de los promotores, media docena de visionarios valientes, cultos y emprendedores, fascinados por el impulso de la técnica y la industria en los locos años veinte. La bautizaron en latín, “Protos”, la primera, y al vino, “Ribera del Duero, nombre que muchos años después cedieron a la naciente Denominación de Origen. Venancio Zarza era el más joven de los firmantes. Hoy, su nieto, Miguel Ángel Carrascal Zarza, preside la pujante bodega, ya empresa privada, en que se transformó aquella primitiva cooperativa, y muchos de los socios actuales son, como él mismo, herederos de los 270 que la inauguraron. Protos, “la Primera”, es la mayor de Ribera del Duero. Se lanzó a embotellar antes que nadie en Castilla y León, lleva el número 42 del registro de bodegas españolas, fue Medalla de Oro en la Expo Universal de Barcelona en su primera vendimia (1927), y reverdece los mismos éxitos con un elegante blanco de Rueda. Bodegas protos (Rueda) Ctra. CL 610Km. 32,5 47491 La Seca (Valladolid) Tel. 983 878 011 Fax 983 878 012 bodega@bodegasprotos.com www.bodegasprotos.com Hoy elabora anualmente unos cinco millones y medio de kilos de uva, de los que más de millón y medio pasan por las rigurosas mesas de selección; y para acomodarse a ese volumen tuvieron que extender la labor a un pueblo próximo, Anguix, donde tienen la bodega de elaboración de tintos, mientras la antigua se dedica a crianza y embotellado. Creación, día tras día Enmarcada en el cerro que preside el Castillo de Peñafiel, hoy Museo del Vino, Protos ha sido otro símbolo de la villa, y a lo que se ve, no está dispuesta a ceder ese carácter. Por eso al emprender una nueva etapa de crecimiento y renovación, con la generosa inversión de 35 millones de euros, encargaron la obra a un arquitecto tan prestigioso como el británico Richard Rogers, la firma de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas y ahora del magno proyecto de remodelación del centro de Valladolid. Sus curvas luminosas, sus maderas que evocan la crianza en barrica son ahora digno pedestal del propio castillo. Pero aun antes de estrenar la nueva casa, que se inaugurará a principio del año 2009, Protos se lanzó a revolucionar sus vinos y asomarse a los vecinos, con un Rueda cuya primera cosecha data de 2005. José Carlos Guzmán, el enólogo “mayor” de Protos, ha sido motor y creador técnico del Rueda, y con experiencia sobrada. De hecho, antes de afianzarse en los tintos de Ribera del Duero, en la magnitud de Protos, elaboró con el Marqués de Riscal el primer Verdejo moderno, cuando ni siquiera era D.O. reconocida. Protos vota en blanco La bodega es sencilla, eficaz y, por suerte, pensada para crecer, ya que en apenas dos años han tenido que ampliarla hasta ser capaz de elaborar casi 2 millones de kg. de uva. Llegarán. Y de seguir así, muy pronto. Seleccionan viñedos de más de 12 años, de estructura moderna, de modo que se puedan vendimiar por la noche, a máquina, y la uva llegue fresca a bodega. De todos modos cuentan con una amplia cámara, aunque más que a enfriar se dedica a macerar durante un par de días la cosecha manual seleccionada. El resto se elabora por maceración pelicular unas horas a 10º C y fermentación a 14º C. Solo elaboran Verdejo para la casa. Una parte a base de mosto yema que al final permite coupages primorosos y cincelar un estilo propio, una personalidad de la marca. En ésta, la segunda vendimia, ya se han lanzado a nuevas experiencias, por ejemplo, fermentación en barrica, y proyectan alguna más, como la guarda, en busca de recuperar, aunque sea de forma testimonial, el estilo tradicional de Rueda. El resultado, lo que ya está en el mercado y en la copa, es amarillo pajizo, con los reflejos verdosos propios de su juventud. El aroma frutal, inconfundible es complejo y expresivo a frutas exóticas, a pomelo, a heno... Y en el paladar se muestra fresco y franco y se abre sabroso y envolvente, con un tacto sedoso y concentrado que deja la permanencia del recuerdo amargoso de la variedad de uva. Es una invitación al siguiente trago.