- Redacción
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- 2006-06-01 00:00:00
El edificio, abierto al enoturismo, a banquetes y visitantes, aún está creciendo, pero el vino, la primera vendimia, ha reproducido el Albariño del que la familia guardaba memoria, y ya vuela por el mundo cosechando premios. Emparrados que se aferran a columnas de granito en busca del sol avaro. Viñas viejas que casi reptan, apenas aisladas de la humedad del suelo. Las nuevas se acercan más al cielo para dar respiro a los vendimiadores, para que puedan cosechar con comodidad, sin tener que agacharse, bajo la sombra de los pámpanos y el brillo dorado de los racimos. Los viñedos que ha reunido la familia Touriño para el flamante proyecto de Adegas d´Altamira son muy diversos. Se reparten por todas las subzonas de la D.O. Rías Baixas, armonizan todas las variantes de la uva Albariño y, en razón al sistema de minifundio que define la agricultura gallega, componen un puzzle de nada menos que 130 parcelas que trabajan, personalmente, 62 viticultores. Esa fue la primera selección, la de las uvas adecuadas y los paisanos más cuidadosos. Aun así, el enólogo Cayetano Otero se encarga de impartir las puntillosas directrices de cultivo y controlar que se cumplan al pie de la letra: los brotes, las podas, los abonos, la madurez... Aunque al final, la criba más fina es el ojo y los análisis de los Touriño, Gonzalo y Xosé hijo, el director, capaz de devolver una partida que no se aviene a sus exigencias sin pestañear, aunque sean las dos de la mañana y aunque el viticultor llore y patalee. Pero eso fue en la vendimia anterior, la 2004. En la última no ha hecho falta, las normas habían quedado claras, y también las razones para pagar la uva muy por encima del precio de la D.O. Eso, en general, se llama búsqueda de la calidad, pero es un concepto demasiado amplio. En su caso, lo que buscaba esta familia dinámica, metida en tan diferentes actividades, era recuperar el gusto del vino familiar: revivir los aromas, el sabor, el placer de aquellos vinos que cultivaban y elaboraban los abuelos para consumo de casa y del año. Profeta en su tierra Lo que ha cambiado sustancialmente es la forma de lograrlo, de mantenerlo, de conservarlo. Quizás el azar ayudó. El Consejo Regulador de Rías Baixas solamente ha calificado de excelentes dos cosechas, 96 y 04, y fue en ésta última cuando se estrenó Altamira. Posiblemente ese regalo de la tierra y del clima haya influido en que su primera vendimia se haya adornado con un premio Bacchus de Plata (92,88 puntos), y con una medalla al mejor Albariño por parte de un jurado tan exigente y conocedor como la propia Xunta de Galicia... Y nada hay más difícil que ser profeta en propia tierra. Una vendimia excelente es una guinda, pero el pastel se había amasado con mimo y conocimiento. La bodega puso la primera piedra el 7 de enero de 2004 y ya elaboró la vendimia de ese año. Más aún, en sus espléndidos salones se vienen celebrado importantes acontecimientos privados y públicos. Y es que el salón tiene especial atractivo. Sus cristaleras se asoman a la sala de cubas, donde a temperatura perfecta descansa el vino. El tiempo de fermentación sobre sus lías es el que distingue a cada una de las etiquetas, las dos elaboraciones -Brandal y Adegas d´Altamira Selección-, puesto que ambos están elaborados con 100% uva Albariño, procedente de terruños muy similares. Su originalidad, frente a la nueva generación de albariños, es mantener una alta acidez, algo que se expresa al primer sorbo pero, sobre todo, que se busca para hacerlos duraderos. Xosé conoce in situ, visitando y trabajando en bodegas, los blancos franceses o italianos, y lo que pretendió fue recuperar el placer compartido con sus abuelos (bodegueros domésticos, como cualquier agricultor gallego) pero, por supuesto, sin repetir sus defectos, la acidez vitriólica o el momento evanescente, tan breve. La tecnología ha venido en su ayuda, y ahí esta el trabajo dirigido por ordenador, la maceración controlada por temperatura, la pulcritud en la purificación del aire de embotellado o en los circuitos generales, a base de limpiar con agua a 100ºC, para que nada perturbe la perfección, la pureza de la uva y sus levaduras naturales y, en su caso, el coqueteo con la madera de barricas de roble y acacia. Esos son los detalles que mueven al enoturismo, que atraen al comedor y que se fijan en la memoria, como la originalidad de sus vinos en el paladar. adegas D´Altamira Altamira - Dena 36967 Meaño (Pontevedra) Tel. 986 746 046 Fax 986 745 725 central@adegasdaltamira.com www.adegasdaltamira.com