• Redacción
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• 2006-03-01 00:00:00

En torno al patio, en esta casona tradicional de nuevo cuño, se distribuye la bodega de elaboración, las cuevas de guarda y la zona social, con plácidas chimeneas de piedra, salones acogedores, salas de cata. El torreón se asoma a la tierra caliza, al verdor de los pámpanos, a los cercados donde retozan los caballos. Más que vino. Las yeguas se asoman para contemplar a esa rara especie: los enoturistas. La finca Los Aljibes, 900 has. de monte, cereal y viñedo, es más que una bodega, es una muestra ejemplar de la naturaleza y la obra humana que hacen nacer el vino. Ala espalda va quedando la atalaya que es Chinchilla de Montearagón, sus casas, sus cuevas, sus murallas encaramadas en un cerro que es emblema de La Mancha. El camino blanquecino se hace ameno, flanqueado por encinas, duplicado en someras lagunas. Al poco de entrar en la finca, aparecen las primeras viñas, nacientes unas, ya esplendorosas otras. Nacen a unos 1.000 metros de altitud, en una planicie inclemente e indefensa, donde las diferencias de temperaturas de invierno y verano o de noche y día obligan a las uvas a defenderse, a engordar su piel como hacen las focas o los osos. Y ese hollejo que en el animal es grasa, en la uva significa taninos, color y estructura del vino. Aquí, el calor puede llegar a 45º C poco antes de la vendimia, de modo que hubo que estudiar a conciencia los vientos dominantes y alinear las cepas a su favor, para que ni la helada ni las nieblas ni la humedad caliente se fije en los racimos, para que ese barrido permanente preserve sanas las plantas y sus frutos. Biodiversidad de cultivos La ventaja de esta magna obra que ha construido la familia Lorenzo es haber podido elegir cada detalle: una finca de 900 has. en la que cabe la biodiversidad de cultivos y actividades, desde una yeguada de Pura Raza Española hasta el enoturismo. Y por supuesto, un viñedo concebido a capricho, experimentando con las variedades que mejor se adaptan y una tecnología vanguardista y eficiente para elaborar. La viña está plantada en sectores diferenciados de 10 has., y se compone de cuatro variedades blancas -Chardonnay, Viognier, Verdejo y Sauvignon Blanc- y ocho tintas -Merlot, Petit Verdot, Cabernet Sauvignon y Franc, Garnacha y Garnacha tintorera, Tempranillo, Syrah y Monastrell-, es decir, las históricas de la zona y de las regiones vecinas, además de las excelsas importadas que ya han demostrado la adecuación a este terreno calizo, poco profundo y avaro en materia orgánica. Un rigor que, sumado al clima, promete calidad. La calidad comienza en la vendimia La vendimia es manual, en cajas y con una rigurosa selección en cinta al llegar a la bodega, para los vinos de guarda, los más complejos. Y mecánica, nocturna, a esas horas frescas, pero antes de que el rocío humedezca el fruto, para la producción que se transformará en vinos jóvenes. Puesto que la vendimia dura menos de un mes y otros procesos son también temporales, la bodega ha resuelto la información a los visitantes con hermosas fotos descriptivas a lo largo del recorrido: la zona de recepción (aquí no hay tolvas), la mesa de selección, el despalillado, la fermentación en depósitos de acero de distinta capacidad y con un sistema de rotura permanente del sombrero para mejorar la extracción, la decantación de los blancos y la centrifugación de los tintos, para evitar incluso la mínima modificación que supondría el filtrado... Pero lo más espectacular no precisa fotos. Ahí está la sala de elaboración tradicional en 18 hermosos tinos de roble de 10.000 litros construidos por prestigiosos toneleros franceses. Y para la crianza, además de las barricas, fudres de 5.500 litros para que la influencia de la madera sea comedida, porque esa es la filosofía de la casa, un envejecimiento justo, no agresivo, respetuoso con la fruta, y después un tiempo generoso en botella, para redondear. Decía Pasteur que cuando las bodegas estuvieran tan pulcras como su hospital darían buen vino. En Los Aljibes, ese esmero no sólo tiene como destinatario al vino sino a los visitantes. La bodega es pionera del enoturismo en la zona, gracias a que puede combinar atractivos muy diversos: por un lado, el vino, la bodega y las catas; y por otro, las excursiones a caballo, las visitas monumentales y paisajísticas a villas como Alcalá del Júcar o a las lagunas de Pétrola. Y al regreso, la exhibición de carruajes y enganches que tiene cabida en el tradicional patio central de la casona, en torno al pozo, o la visita a una exposición de arte en el torreón, con vista al viñedo y al amplio horizonte. Novedosa es también en el entorno la depedida en una tienda bien montada donde las botellas, sus marcas Nordal, Viña Aljibes y Aljibes varietal, se convierten en el mejor recuerdo. los Aljibes Finca Los Aljibes Chinchilla de Montearagón 02520 Albacete Tel. 91 884 43 93 Fax 91 884 24 Visitas cita previa: 967 890 020 www.aljibes.com info@fincalosaljibes.com ALIMENTARIA 2006 STAND F-400