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Marqués de Cáceres: Un gran Cru en Rioja

  • Redacción
  • 1997-05-01 00:00:00

Feliz síntesis entre la tradición riojana y la mejor enología de Burdeos para vinos con vocación internacional

Cuando en 1970 se instala en Cenicero, uno de los núcleos vitivinícolas más importantes de La Rioja, la Bodega Marqués de Cáceres, pocos suponían que se estaba inaugurando una nueva etapa en el buen hacer de los vinos riojanos. En aquellos años era difícil intuir el futuro, sus dificultades, la reducción selectiva del mercado, la evolución de los gustos de los consumidores, la dura competencia tanto interior como internacional, la exigencia cada vez mayor de calidad. En este mundo vitivinícola la aparición de Marqués de Cáceres supuso un aldabonazo.
Ya su imagen es diferente: al entrar en Cenicero uno se encuentra con un bello edificio al que se accede por una gran verja de hierro forjado. Todo indica que la sensibilidad, el refinamiento, han estado desde el principio presentes en el diseño de la bodega. Esta misma preocupación por la imagen se manifiesta en el resto, desde la etiqueta, un auténtico hallazgo que en su día marcó un estilo imitado posteriormente hasta la saciedad, hasta la cápsula perfectamente armonizada con el resto de la botella. Preocupación estética que no es más que la realización de una idea global: la calidad del vino “Marqués de Cáceres” debe reflejarse en todos los aspectos, desde las simples cajas, hasta las instalaciones, pasando por la botella, su vestido, la información que contiene, etc.
El buen estilo, el gusto refinado en la presentación o en el edificio de la sede social tiene su contrapartida en las sobrias y funcionales naves de elaboración y crianza. Una exigencia preside todo el complejo productivo: la más rigurosa higiene. Impresionantes naves de fermentación en depósitos pulcrísimos de acero inoxidable con control de todas las funciones, incluida la de temperatura; limpísimas y silenciosas estancias donde se acumulan en ordenados palets los más de 10 millones de botellas, de Crianza, Reserva y Gran Reserva, donde se afinan sus vinos; amplio y funcional tren de embotellado donde la asepsia es norma absoluta, hasta el extremo de tener perfectamente aislada -como una pequeña UVI- la zona de recepción, envasado, llenado, encorchado y control de los envases; y, sobre todo, sus naves de envejecimiento, culminadas por la magnífica cava subterránea de amplias bóvedas de hormigón donde, en más de 25.000 barricas de roble americano y francés, en su mayor parte nuevas, se realiza la silenciosa crianza en madera.

el perfume del roble

Aquí el visitante puede comprobar, fascinado, como junto a toneles españoles de prestigio se encuentran las barricas bordelesas de mayor renombre y calidad como las famosas Taransaud. El viaje por entre las hileras de barricas, en una atmósfera de embriagador perfume al mejor roble nuevo, hace que vuele la imaginación, y es fácil creer que uno se encuentra en las instalaciones del más prestigioso Chateau de Bordeaux.
Marqués de Cáceres, fiel a la idea de que no se pueden obtener buenos vinos sin uvas sanas y maduras, extrema la selección de la mejor materia prima hasta el punto de que, si la cosecha no alcanza la calidad requerida, la bodega no lo duda ni un minuto: ese año no habrá cosecha para Marqués de Cáceres. Así ocurrió en 1988. Es la consecuencia lógica de una doble fidelidad: al proyecto minucioso de Don Enrique Forner, y a sus clientes, que saben que un vino de Marqués de Cáceres es garantía de calidad.

la imagen moderna de rioja

Pero Marqués de Cáceres no sólo hace buen vino en base a sólidos principios, sino que lucha por que la imagen del vino riojano se potencie en el mundo. Y realiza una serie de mejoras enológicas extraídas de su experiencia en Francia y que terminarán generalizándose en la zona: reduce el tiempo de envejecimiento en barrica, realiza maceraciones adecuadas para dar a sus vinos una mayor concentración -generalizada la práctica de fermentar con control de temperatura en modernas cubas de acero inoxidable- y, finalmente, realiza una audaz política de stocks que, al mismo tiempo que aseguran de antemano las primerísimas calidades que van a salir al mercado en los próximos años, actúan como regulador de los precios. Todo ello permite a Marqués de Cáceres exportar gran parte de su producción, abriendo nuevos mercados al Rioja y ofreciendo en el extranjero una imagen del vino riojano moderno, de calidad, y bellamente presentado.

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