• Redacción
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• 1997-06-01 00:00:00

La bodega posee la más moderna tecnología, para recuperar los genuinos aromas varietales de la uva albariño

Tiene el nombre del poeta que en el siglo XIII gustaba cantar al fiel amigo, las bellas doncellas y el buen vino. A su son han nacido y bailado lo mejorcito de Rías Baixas. Es Martín Codax, un nombre mítico en las tierras gallegas del Albariño.
No es casual que la Bodega Vilariño-Cambados eligiera, en 1985, el nombre, la imagen y el espíritu de este trovador galaico-portugués, del que se conservan 7 hermosos poemas por él musicados, para apadrinar su vino, que resultó ser la primera piedra del majestuoso edificio de la nueva Denominación de Origen. Porque hasta entonces imperaba el blanco turbio, artesano en el peor sentido de la palabra, sin etiqueta y con más cuento que calidad.
Con la creación de la Bodega Vilariño-Cambados, que se nutre de una cooperativa formada por 280 socios con más de 150 hectáreas del mejor viñedo en la zona privilegiada del “Val do Salnés”, el vino albariño se dotó de la más moderna tecnología, y se recuperaron los genuinos aromas varietales de una uva modélica y pletórica en frutosidad y amplio paladar.

Todo bajo control

Para ello, a las avanzadas técnicas enológicas se añade la constante preocupación empresarial por la calidad que tiene su reflejo en los concienzudos estudios del suelo, el control exhaustivo del estado sanitario de la vid, el diseño de la vendimia en el momento óptimo de maduración de la uva, en la fermentación controlada y por separado de las diferentes parcelas, en el seguimiento personal de su enólogo Luciano Amoedo de todo el proceso de elaboración hasta el embotellado final. Nada se escapa a un control que busca, por encima de todo, la perfecta armonía de todos los componentes de un proceso cuyo objetivo es el mejor blanco Albariño.

Un vino para todos

Pero Martín Codax es algo más que un soberbio blanco, capaz de aunar la limpia tipicidad de antaño con el perfil más actual, el entrañable carácter histórico de un vino cantado por los poetas, con el gusto contemporáneo. Es, además, el mejor embajador del albariño gracias a una amplia red de distribución que en la actualidad abarca todo el territorio peninsular e insular español, y que llega en cantidades cada vez mayores a los principales mercados internacionales, principalmente la Unión Europea, EE.UU. México, etc. Por algo Bodegas Vilariño-Cambados es el primer exportador de la Denominación de Origen Rías Baixas. Gracias a esta labor de comercialización ha sido posible que el consumidor conociera la nueva imagen, la nueva melodía, del mejor vino albariño.

Resonancias de roble

Pero al vino Martín Codax le faltaba la compañía de su instrumento musical, el “Organistrum”. Nace así un vino sonoro, complejo y profundo, un ejemplo más de las virtualidades de la fermentación en barrica nueva de roble, en este caso francesa de Allier. Con “Organistrum”, la bodega ha querido completar su gama de blancos, aportando al mercado un vino de crianza en roble nuevo, una nariz más fina que mejora con la imprescindible evolución posterior en la botella. Es la perfecta ecuación “uva-madera-reducción” que caracteriza a los grandes blancos de crianza. Un albariño elegante y sutil, que integra las notas de fruta con los recuerdos de humo, madera, y un ligero atisbo de mantequilla. Todo ello sin perder su personalidad varietal, que es su mayor riqueza. Un vino de complejas armonías para quien le guste la música celestial.
Completan la gama de productos de las Bodegas Vilariño-Cambados, el “Burgáns”, el hermano goloso de “Martín Códax”. Se trata de un blanco joven, fresco, muy aromático y amable, con un final ligeramente más goloso destinado a todos aquellos que buscan en el vino frescor, ligereza, intenso sabor afrutado y un final menos seco.
Con el mejor orujo de albariño Bodegas Vilariño-Cambados elabora un magistral aguardiente, ofrecido en tres versiones: “Blanco”, al estilo tradicional; de “Hierbas”, con el aporte al proceso de destilación de hierbas aromáticas; y “Tostado”, con el añadido de azúcar caramelizado. Todos ellos bajo el nombre de “Martín Códax”, el bardo de corazón alegre que cantaba al vino.