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Palacio EL TIEMPO NO PASA EN BALDE

  • Redacción
  • 2001-01-01 00:00:00

El botellero ha cumplido un siglo. La añada del 59 se cotizó en la subasta londinense de Christie´s en 310 libras. Pero para los Amigos de Cosme Palacio esto no es un museo sino una casa viva. Abierta a todos, a quienes escuchan la callada voz del vino.

Bodegas Palacio se puede conocer desde dentro, en una deliciosa inmersión en el silencio, en la calma, en el paisaje y en las labores en las que se gestan sus vinos. Para ello se ha restaurado con mimo el edificio centenario y ahora abre sus puertas a visitas diarias -14.000 el pasado año-, a cursos de cata y a estancias reposadas, convertido en un hotelito que dulcifica su pasado industrial y que otorga calidez a la piedra a base de hospitalidad y de reconfortante cocina riojana.
Cada rincón y cada detalle son una invitación a degustar plácidamente una copa y, más aún, a conocerla y a pensar en ella. El protagonista es, por supuesto, el vino. Los antiguos lagares exhiben hoy un espectacular fresco presidido por Baco y sus faustos; bajo la tarima del comedor, a través del suelo de cristal, se muestran las canales talladas en piedra y los antiguos depósitos; viejos toneles sirven de base a las mesas del bar y de los salones; sobre los muros, se reúnen curiosas colecciones de utensilios de elaboración, de tonelería, o añosos sacacorchos. Incluso las habitaciones se bautizan con nombre y con grabados de variedades de uva -Tempranillo, Sauvignon, Sangiovesse, Zinfandel...- en el primer piso, y con las marcas señeras de la casa -Glorioso, Cosme Palacio, Milflores- en la planta noble, la que fuera residencia de la familia fundadora.
Los actuales propietarios- Hijos de Antonio Barceló- conservan así viva la memoria, la filosofía y el talante del fundador. Cosme Palacio fue un avanzado empresario vasco, perteneciente a esa pléyade de visionarios que “descubrieron” La Rioja. Su sabiduría enológica se gestó en la escuela de Montpellier y de ahí surgió el carácter afrancesado de los vinos y su mercado, lo que en su momento era a la vez vanguardia y clasicismo.
A su regreso se instaló en Laguardia, y en 1894 empezó a construir la bodega, cincelada por los mismos canteros gallegos que habían tallado la del Marqués de Riscal. La crisis de la filoxera le hizo ampliar horizontes en Valladolid donde poco después su enólogo, Txomin Garramiola, desarrollaría el Vega Sicilia.

Se impone el estilo
Desde hace más de diez años, otro artista famoso, el itinerante Michel Rolland, con su personal estilo colabora con el enólogo de la casa, Roberto Rodríguez. Un estilo que se ha impuesto en la enología mundial y en el gusto del catador y el degustador exigente: largas maceraciones para extraer todo el color, la estructura y el carácter frutal de la uva, y envejecimientos breves en impecable madera nueva. Aquí la uva es exclusivamente Tempranillo para los tintos y Viura para los blancos. Y en las barricas, roble francés, excepto para el Pórtico que conserva la elaboración clásica, reservado en roble americano.
La elección se fundamenta en concienzudos estudios en colaboración con laboratorios y universidades. Y se muestra de forma muy didáctica en un recodo de la bodega, donde se exhiben diferentes tipos, procedencias y cortes de maderas para tonelería y tapones de corcho.
Los calados de la bodega nueva se pueblan hoy con nueve mil barricas que se reponen cada seis años, y un millón de botellas reposan durante un periodo más largo que el tiempo reglamentario para redondear vinos con carácter, plenos y delicados.

Eterna juventud
La línea histórica la constituyen los Glorioso, del rosado al gran reserva tinto, y el signo de modernidad, desde finales de los 80, es el Cosme Palacio y Hermanos, sabio equilibrio de fruta y madera que se revela en el color vivo e intenso, en el complejo aroma y en las sugerencias de compota y largos sabores tostados.
Antes, una sorpresa de forma y fondo vino a alegrar escaparates y mesas, el Milflores, que envuelve con su botella serigrafiada un tinto joven y alegre.
La renovación pasó por revalorizar los blancos y la uva Viura, con un comedido paso por madera y un largo reposo en botella.
El catálogo exhibe como joya de la corona el Reserva Especial Bodegas Palacio, que antes solo se elaboraba en añadas excepcionales pero que ahora cuenta siempre con materia prima idónea, cepas de más de cuarenta años en tres viñedos de Vallandrés, controlados y vendimiados con especial cuidado. La añada del 95 supuso el más alto reconocimiento de la bodega. El ascenso anunciado al podio de los exquisitos.

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