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Real Sitio de Ventosilla TIERRA DE PROMISIÓN

  • Redacción
  • 2001-03-01 00:00:00

El rudo trabajo del campo tiene aquí la fineza del encaje de bolillos y se ensambla como el Gromejón y el Duero en un valle de la finca. Y ese amor a la tierra, y esa sabiduría ancestral o moderna, se reflejan en la viña y en el vino.

Alo largo de siete kilómetros, el Duero recorre la finca, se demora en recodos placenteros, se remansa en suaves presas o se desploma, tras el lluvioso invierno, en cataratas ensordecedoras. Junto a ellas, un par de centrales hidroeléctricas añosas, con el encanto de la arqueología industrial, surten de energía a cada uno de los edificios.
Porque aquí la viña y el vino comparten protagonismo con un conjunto perfectamente ensamblado de producciones agropecuarias. Esto es un campo real, histórico y, como tal, una sorpresa para el visitante. Es la mayor finca de Castilla y León y hoy puede axhibir una prodigiosa conjunción del pasado -de tiempos de autoabastecimiento- con una moderna concepción empresarial. Moderna por racional, por ecológica, por investigación y por la visión de futuro con que plantea cada una de las tareas y su conjunto.
Estas tierras pertenecieron a la corona de los Reyes Católicos hasta 1521, y el primer Duque de Lerma y primer ministro de Felipe III, heredero de los siguientes propietarios, construyó un sobrio palacio herreriano para albergar al rey en sus jornadas de caza.
Antes y después, muchos monarcas gozaron su recreo en Ventosilla. De ahí que le correspondiera el título de Real Sitio.
El palacio se conserva impecable en su exterior, con el portón flanqueado por los blasones de Lerma y Medinaceli. Dentro, una respetuosa restauración lo trasforma en albergue rural de 19 habitaciones, dotado, por contraste, con los más actuales medios de comunicación, de trabajo y de confort.
El bisabuelo de los Velasco compró este paraíso a la diputación de Álava y ahora lo regenta una rama de la familia, con sólida formación técnica y empresarial imprescindible para coordinar una lechería -mil vacas- que surte de leche fresca a la provincia, un criadero del que nacen ochenta mil perdices para caza y repoblación, tres rebaños de corderos que nutren las mesas de Aranda y alrededores, por no hablar de las centrales, los bosques de chopos para madera, los campos de remolacha y maíz para forraje, el cereal y la fábrica de harinas... En fin, todo lo que la ha mantenido como Finca Modelo a lo largo de siglos.

... y llegó el vino

Antes del boom de la Ribera del Duero, en el 88 se asentó la primera cepa y los pagos de El Pino, Los Robles, Prado Rey, La Mina, Salgüero, Valdelayegua..., se poblaron de Tinta fina, de Cabernet y Merlot que cubren ya 520 ha., de las que 350 ya están en producción, robustas, en espaldera, regadas y mecanizadas, repulidas, más que podadas, hasta donde se pierde la vista. Un hito en una Denominación de Origen que no acoge más que 12.000 ha.
En el 96 estaban listas para dar vino, y se construyó la bodega. Ese año solo salió el joven, pero ya el Crianza ‘98 ha obtenido medalla de oro y el Premio Especial en el reciente Salón Internacional del Vino. Lo firma un equipo infalible encabezado por Ángel Luis Margüello. Su laboratorio es el único autorizado por la Junta, y a sus aparatos de última tecnología acuden otras bodegas vecinas. Plantea y analiza por separado cada clon de cada pago, cada secuencia meteorológica a lo largo del año, y ese archivo garantiza el tratamiento idóneo, puntilloso, de la uva y, en el futuro, el diseño de vinos desde la cepa, el coupage de uvas en vez de el posterior ensamblaje de vinos. Algo que se refleja en calidad, en perfección.
Las investigaciones conjuntas con la Universidad de Tarragona y la de Valladolid son una fuente de innovación en el campo y en la bodega. Está construida en terraplén para que las conducciones se realicen por gravedad, cuenta con depósitos de remontado por “sombrero sumergido” para la perfecta extracción de color y suculencia, y es la única de la zona que cuenta con conos de roble francés para homogeneizar los ensamblajes y darles el toque distintivo de la casa, antes de que el vino pase a las barricas.
Todo está cumplido... pero aún crecen. Al lado se levantan ya los muros de hormigón para una nave capaz de albergar 17.000 barricas y el botellero; la nave de depósitos se ampliará hasta elaborar un millón de litros, y en tres años la embotelladora más moderna de la Ribera se estabilizará en tres millones y medio de botellas.
Es, sin duda, una gran bodega. La garantía -al partir de viñedo propio- de no sufrir altibajos de calidad, cantidad o precio; de estabilizar, sin dejar nada al azar, la línea de varietales Salgüero y de crianzas y reservas Prado Rey, y planificar para años especiales un “alta expresión” que ya tiene nombre: Real Sitio.

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