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Príncipe de Viana DONDE VUELVEN LAS CIGÜEÑAS

  • Redacción
  • 2001-11-01 00:00:00

Nacida en el «wine boom» de los 80, cimentada en la sólida economía de la Caja Rural, Príncipe de Viana no se ha conformado con cumplir la obligación de ser una floreciente empresa. Cupido le hirió con el gusanillo del amor: al vino y a la tierra

Cinco siglos ha cumplido el título de Príncipe de Viana, desde que Carlos III El Noble lo creó para su amado nieto Carlos de Evreux hasta que ha llegado a ostentarlo el sucesor de la corona española, hoy Felipe de Borbón.
La historia ha dejado profunda huella en estas tierras navarras. Pero Navarra no se ha dormido en sus pasados laureles. Para estar a la altura de su advocación, la bodega Príncipe de Viana se alzó en 1996 en el primer puesto de las exportadoras de la región y ahí se mantiene, fortaleciendo el mercado exterior en más de veinte países, sobre todo en Europa, con el Reino Unido en cabeza. De ahí también que su última creación, un tinto con vocación legendaria, se haya bautizado en homenaje a aquella histórica fecha de hace cinco siglos, 1423.
El vino estrella nació en el “Monte de las Viñas”, un paisaje pedregoso al norte del municipio de Murchante, un endiablado cerro gélido en invierno, abrasador en verano, deslumbrante de tierra caliza solo idónea para las sufridas vides. Allí se han criado cepas de Tempranillo que han cumplido treinta años, y Cabernet Sauvignon y Merlot plantadas hace tres lustros. Cuando una excepcional cosecha, la del 96, consiguió lo mejor de las tres variedades, tomó cuerpo el sueño de construir un vino igualmente excepcional, al gusto actual, pleno, carnoso, de larga y alta expresión. Y las 25.538 botellas resultantes se hicieron siguiendo paso a paso el ritual tradicional: la vendimia manual, más que selectiva, estricta; el transporte cuidadoso a la bodega, la vigilada fermentación con remontados diarios, la adición del resultado de una delicada prensa al vino de yema, para incorporar la viveza de los taninos, para fortalecer la estructura y garantizar la resistencia al tiempo, la preparación y aptitud para una prolongada crianza.
Dos años han permanecido los tres varietales por separado, en barricas de roble francés Allier, de tostado medio. Después de seis trasiegas, se ensamblaron, se embotelló la combinación y al menos un año en botella confirió delicadeza a su explosión frutal, discreción al aporte de la madera, manteniendo la fuerza, la expresividad y la permanencia.

Mas acá de la historia

Y el tiempo sigue cincelando, acariciando su obra en asépticos jaulones metálicos del botellero, junto a la nave de crianza donde ya “trabajan” 11.000 barricas de roble nuevo de las 14.000 que completarán su capacidad. La mayoría, las habituales de 225 litros y algunas, para probadas necesidades, para tratamientos más suaves o más largos, especiales de 300 litros.
La bodega, fundada en 1983, se ha extendido, marcada por la demanda y sustentada en la eficacia. Pertenece en exclusiva a la Caja Rural, que ha invertido 1.200 millones de pesetas en un plan puntilloso que incluye adquirir viñedo propio, desde el año 2000. Cuentan ya con 280 has. en tres municipios, y en el 2003 se redondeará la propiedad hasta 420 has. en el Valle del río Queiles, que vienen a sumarse a las 1.100 has. controladas en colaboración con viticultores de la Ribera Baja. Esa sólida producción y la garantía de la materia prima sustentan unas instalaciones que ocupan 11.000 metros cuadrados, capaces para elaborar 5,5 millones de litros, con un millón de botellas en reposo.
Pues bien, a la labor de los viticultores y de los tres enólogos, y al asesoramiento del renombrado Hardley Smithers, se suma ahora el placer estético y el cuidado ecológico. Y esa es la labor de los jardineros. Aquí y allá las máquinas excavan un somero estanque, perfilan un cauce, arañan escalonas para cascadas, alzan torretas de ferralla para cimentar túneles de flores y preparan las plantaciones de cepas experimentales.
Las cigüeñas se han acomodado a su nuevo hogar, a un nido construido en la arista del tejado. Desde allí contemplan sin asombro ni crítica, como si entendieran que el entorno vuelve a ser suyo, para compartirlo con las orquestas, los cantantes, las compañías teatrales y el público que pronto gozará de la naturaleza y la cultura en este espacio. Los éxitos se brindarán con Príncipe de Viana: el primer rosado de Cabernet de la zona, el Tempranillo, el crianza de Cabernet Sauvignon, el equilibrado Reserva o el profundo Chardonnay fermentado en barrica.

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