- Redacción
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- 2014-05-29 10:48:10
La comarca de Campo de Borja no coincide precisamente con los límites de la Denominación de Origen, pero su espíritu es común, una ancestral economía y geografía humana basadas en la viticultura que Bodegas Aragonesas consiguió aunar y convertir en la enología más actual. Así, desde la garnacha centenaria y desde las históricas cooperativas, han visto la luz vinos modernos, plenos de fruta, intensos y con el sello inconfundible de esta tierra.
El clima de esta tierra seca y árida, tendida a los pies del Moncayo, es lo que hace tan especiales a sus vinos. El viento norte que baja de la montaña, el cierzo, seco y frío, es un seguro de salud para las viñas y, a pesar de los veranos calurosos, del sol cegador, permite que la uva madure lentamente y año tras año complete plenamente su madurez.
La viejas garnachas
Las viñas son allí casi tan antiguas como la montaña y como el cierzo. Llegaron con los romanos y se asentaron inconmovibles por encima de la historia, de la dominación musulmana, del vecindario judío, de las órdenes religiosas y militares bajo la enseña cristiana, de la desamortización laica, de guerras, posguerras y paces, de poblamientos y despoblaciones.
La uva, la Garnacha, siempre estuvo allí, bendecida por la tierra, mimada por los viticultores para quienes era su trabajo de diario, su economía de subsistencia para todo el año y su alma de los días festivos.
Con el tiempo, esas garnachas aprendieron a sobrevivir en tan duras condiciones a base de reducir su productividad y generar uvas más concentradas que consiguen sacar a luz sus mejores cualidades, su amplitud y profundidad de aromas y su complejidad de sabores.
Vinos para el mundo
Las viñas más antiguas de Campo de Borja están fechadas en 1890, y 2.000 hectáreas de las 5.000 de la denominación de origen han cumplido más de 30 o de 50 años. Más de la mitad -3.700- son patrimonio de Bodegas Aragonesas, de las 1.200 familias que siguen cultivando lo que la bodega convertirá en sus marcas: Fagus, Coto de Hayas, Garnacha Centenaria, Galiano, Oxia, Old Wine, Don Ramón, Aragonia...
La bodega es la unión de dos históricas cooperativas de la zona, de Fuendejalón y Magallón, bautizadas, al estilo de la época, en honor a los patronos locales: San Juán Bautista y Santo Cristo.
En 1984, con el apoyo oficial del Gobierno autonómico, se construyó la nueva sede común, un magnífico edificio de ladrillo mozárabe respetando la interesante arquitectura de la zona y, a la vez, con el fin práctico de conseguir las condiciones ideales para mantener el vino. En realidad, al principio solo pretendían unificar el embotellado y la comercialización, pero pronto se demostró que la mano y el genio de excelentes profesionales era la varita mágica para perfeccionar el vino, desde el campo hasta el mercado, y por supuesto, con elaboraciones y crianzas propias, diseñadas y cuidadas en todos sus detalles y en todo su recorrido.
El equipo técnico comprobó lo que ya intuía: que con esa materia prima de lujo, con un viñedo perfectamente asentado en un terruño ideal para la variedad, podían elaborar grandes vinos, podían soñar y hacer realidad sus sueños. Hoy disponen de un equipo permanente en bodega que se encarga de la rigurosa selección de las viñas a pie de campo y del servicio constante de asesoramiento a los agricultores para actualizar los métodos de trabajo, aunque siempre respetando las tradiciones locales, que a veces revelan un profundo conocimiento pragmático.
La elaboración se realiza en fases combinadas en depósitos de acero inoxidable y de hormigón recubierto de resinas. Para la crianza disponen de una espléndida nave con más de 5.000 barricas de roble francés y americano. Y poco a poco, al viñedo se han sumado otras variedades experimentadas, como Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Macabeo, Chardonnay o Moscatel que se transforman en más de quince marcas muy diversas, un catálogo que permite elegir vinos para cada momento, para cada ocasión.
El equipo de expertos enólogos de la bodega defiende a ultranza el ser y el calificativo del “imperio de las garnachas”. Su meta ha sido que esa uva con peligro de oxidación temprana se elabore tan bien que pueda resistir el tiempo luciendo calidad y concentración, algo que aprecian los aficionados de todo el mundo, que los ha situado en países de todo el globo y en el podio de premios y calificaciones para toda su gama. Desde vinos ecológicos y afrutados, hasta vinos complejos, de alta expresión y de autor; pasando por jóvenes, crianzas, reservas, blancos, tintos, rosados... Una amplia variedad que satisface por calidad y por precio.