- Redacción
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- 2017-04-02 11:15:22
Lo primero que uno piensa cuando conoce Zarautz es: “Si yo viviera aquí, me dedicaría a la vida contemplativa”. A poco que asome el sol, a poco que el mar se vista con su velo azul y el monte reluzca con sus esplendorosos verdes, su belleza es capaz de dejar sin aliento, sin palabras y hasta sin pensamientos.
L a Denominación de Origen Getariako Txakolina es un territorio prodigioso donde más del 90% de las viñas miran al mar. Es la más antigua de las tres denominaciones de Euskadi, nacida en 1989, y hoy controla toda Guipúzcoa, de modo que ha vivido un crecimiento estratosférico, desde las tres hectáreas que se conservaban casi como memoria histórica y folklore hasta las más de 400 actuales, pujantes y abiertas a la exportación.
Aquí, en torno a la activa bodega de Rezabal, solo se dedican a la contemplación las parras que cubren las laderas. Plantadas como siempre, en pendiente y mirando al Este, para que el sol avaro acaricie a todas desde el amanecer y para que el agua, tan abundante en esta región lluviosa, corra cuesta abajo y no encharque el suelo compacto, de estratos areniscos y arcillosos, en esa composición tan característica llamada Facies Flich. Y siempre que es posible, frente al mar, que garantiza un clima suave, la protección contra los fríos y las heladas. En espaldera o a la manera tradicional, en emparrado alto, como para acercarse más al sol, para que cuando llegue el momento los racimos cuelguen lejos de la humedad del suelo y maduren bien ventilados
Así, en las mejores laderas de Zarautz y Getaria, y acariciadas por la brisa del mar, las viñas que nutren el Txakoli Rezabal respiran el salitre y se nutren de una tierra húmeda y fértil, el alimento que caracteriza a sus uvas y a sus vinos. Como símbolo han bautizado como Arri (Piedra) a la elaboración más exquisita de su colección, el txakoli alto de gama que combina la uva blanca con tinta y consigue aromas sutiles de flores blancas, piña…
El viñedo propio se extiende en 22 hectáreas en el sistema tradicional de emparrado alto, plantado con las dos variedades autóctonas que definen al txakoli clásico, la blanca Hondarrabi Zuri y la tinta Hondarrabi Beltza. Buena parte del esfuerzo de los propietarios –de Ander Rezabal como enólogo y de Mireya Osinaga, que se ocupa de las funciones comerciales– lo han dedicado en la viña a avances en viticultura sostenible, para preservar y proteger la naturaleza que los rodea, su medio ambiente. Y no es fácil, desde marcar la fecha de plena madurez a principios de octubre, arrostrando la amenaza del otoño, desde limitar al máximo los tratamientos y a la vez proteger a la viña de enfermedades, hasta la propia vendimia en esas cuestas. Porque ha de ser manual, bajo el emparrado, cortando cada racimo y recostándolo con mimo en los canastos que luego reúne el tractor.
La bodega actual es joven, se fundó en 1996, y está construida en un otero prodigioso sobre Zarautz. En un estudiado contraste, cuenta con la más avanzada tecnología –prensa neumática, depósitos para criomaceración, fermentación a temperatura controlada, estabilización en frío, etc.– a la vez que aplica los métodos de cultivo y elaboración más tradicionales, los que han heredado de abuelos y padres y que ahora trasmiten a sus hijos. Porque están convencidos de que la tradición de siglos atrás preserva las características del txakoli, mientras que la tecnología se pone al servicio de la calidad para lucir lo mejor de esas uvas genuinas, diferentes, que han sobrevivido a través del tiempo. Para preservar ese vino blanco joven, tan ligado a paisajes y tradiciones seculares.
El proceso, el paso de uva a vino, es tan cuidado como la viña. Las uvas llegan a la bodega apenas vendimiadas ofreciendo su presente. Mosto que es a la vez lluvia y savia. La fermentación y sus transformaciones, controladas con las tecnologias más avanzadas, van configurando el txakoli. Los aromas primarios de las uvas se enriqucen con los secundarios de fermentación, definiendo el carácter de la bodega y la personalidad característica de cada tipo, de cada etiqueta.
El Txakoli Rezabal es alegre. Alegre porque es fresco, ligero y fácil. Fresco el perfil aromático, cítrico, con recuerdos frutales de manzana verde, ligero el paso por boca y fácil de trago. Un txakoli para disfrutar. El Rosado se puede calificar de musical por lo armonioso, recuerda el equilibrio de una fresa madura, entre acidez, dulzor y frutosidad. Es un txakoli para soñar. El Arri es la elegancia, la profundidad, un txakoli para meditar.
Txakoli Rezabal
Asti Auzoa, 628 20800 Zarautz (Guipúzcoa)
Tel. 943 58 08 99
Contacto: info@txakolirezabal.com
Twitter: @Rezabaltxakoli
Facebook: /RezabalTxakoli