- Ana Lorente
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- 2018-05-03 09:48:46
Cada bodega de las nueve creaciones de Carlos Moro tiene sus peculiaridades y se adapta concienzudamente a lo que requiere cada uva, cada elaboración y el criterio de cada enólogo. Pero la personalidad de este bodeguero y viticultor –empresario imparable y trabajador infatigable– marca un estilo y una filosofía común: en la base, la pasión por la tierra y el respeto al entorno; y en la cúspide, la innovación permanente, la investigación y los inventos que le valieron en 2016 el Premio Nacional de Innovación.
N ació y creció entre las viñas familiares de estos lares, en las riberas históricas del Duero, en la Milla de Oro, antes de que se acuñara ese calificativo, pero no fue hasta 1988 cuando decidió volver a sus raíces, desempolvar su formación como Ingeniero Agrónomo y montar la bodega Matarromera en Valbuena de Duero. El espaldarazo de conseguir un vino calificado en concurso internacional como Mejor Vino del Mundo abrió las puertas a una larga saga. Hoy Bodegas Familiares Matarromera elabora Matarromera en Valbuena del Duero, el caprichoso Rento de Bodega Renacimiento en Olivares de Duero, Valdelosfrailes en Cigales, Emina en Ribera y recientemente en Rueda, Cyan en Toro, Carlos Moro en Rioja y en Ribeiro... En fin, un recorrido en detalle por las denominaciones de origen castellanas y un par de incursiones en zonas vitivinícolas de gran prestigio, además de experiencias innovadoras –como los vinos sin alcohol creados en la planta de deconstrucción molecular más moderna de Europa–, la puesta al día de la tradición –como los aceites de oliva virgen en su almazara Oliduero–, hitos de I+D –como los extractos polifenólicos Vinesenti creados con el chef Mario Sandoval para uso como condimentos en cocina, para sustituir incluso a la sal–, destilados y aguardientes –Heredad de Aldor– e incluso cosmética de alta gama –la marca Esdor– basada en las propiedades de la uva y sus derivados.
De la historia a la vanguardia
Para situar en el mapa y en el tiempo todas esas piezas hay que acudir a Emina, en Valbuena de Duero, una bodega revolucionaria desde que nació en 2005. Revolucionaria por su eficaz arquitectura, que la convierte en la sede central de administración, investigación y formación, el punto de reunión y puesta en común de todos los proyectos. Porque permite tener a mano experiencias y experimentos, como el jardín de variedades que se extiende al frente y desde entonces viene marcando pautas, en vivo y en directo, a los agrónomos y enólogos de todas las bodegas. Porque su museo del vino, con traza y líneas sencillas, interactivo y apto para todas las edades, sitúa al visitante en un recorrido por la historia remota y actual del vino, es decir, la base de nuestra cultura y el peso tradicional de la economía, la religión, la antropología de estas tierras.
Todo ese conglomerado se mueve, se sustenta, a base de energías verdes, de la utilización de biomasa procedente de los orujos de uva y de oliva y de las podas de un viñedo que ocupa 671 hectáreas, la mayor propiedad de Castilla y León. Viñedos que se controlan con los métodos más actuales, más vanguardistas, con la información recogida por drones que sobrevuelan en cada época y advierten el estado de cada pago y cada cepa, de modo que se puede actuar inmediatamente en caso de sequía, de estrés hídrico, o de cualquier amenaza biológica. Aunque la decisión final, por ejemplo, la del estado de madurez y el momento de vendimia, sigue estando en manos humanas, las de los técnicos agronómicos de la bodega.
Para digerir tanta información lo mejor es un alto en el camino, un almuerzo con vistas al viñedo en la mesa del restaurante La Espadaña de San Bernardo, bautizado así en honor del magnífico monasterio vecino que bien merece una visita, o cuando cae la noche un refugio en el Hotel Rural, en el centro del pueblo, para continuar al día siguiente la visita a la almazara Oliduero o la Bodega Emina Rueda, ubicadas en Medina del Campo y donde el grupo elabora AOVES y vinos blancos y espumosos de máxima calidad.
Y es que para Emina el enoturismo es también una filosofía que, por ejemplo, apoya a la Asociación Jóvenes por el Vino, nacida en Valladolid y que, con talante informal, reúne ya más de un millar de socios. Algo muy necesario en este país donde el consumo necesita ser impulsado. Y para eso nada mejor que conocer y disfrutar copas como las nacidas en esas 7.000 barricas de Emina: el joven roble Emina Pasión, los imprescindibles Emina Crianza y Emina Reserva o el maduro, profundo y mineral Emina Atio con año y medio de barrica francesa, cada uno para su plato y su ocasión. Aprender es disfrutar. Y viceversa.
Bodega Emina Ribera
Carretera de San Bernardo S/N
47359 Valbuena de Duero (Valladolid)
Tel. 983 683 315
Twitter: @eminawines
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Instagram: @eminawines