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Cinco décadas de una quimera

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  • Laura López Altares
  • 2022-02-25 00:00:00

Prada a Tope es uno de esos improbables convertidos en bandera de una tierra. Su artífice, José Luis Prada, restauró el Palacio de Canedo y construyó a su alrededor una oda al patrimonio del Bierzo, con una atractiva propuesta enoturística, vinos irrepetibles... y mucho más.


Algunas de las historias más apasionantes comienzan con pequeños –pero trascendentales– gestos que agitan vidas y territorios. Como aquel tarro de cristal con cerezas, aguardiente, azúcar, unas hojas de menta y mucho cariño que José Luis Prada colocó sobre una estantería con una etiqueta hecha a mano en la que escribió "Prada A Tope". Cincuenta años después, frente al espectacular Palacio de Canedo, Prada recuerda aquella tarde en el negocio familiar, una tienda de zapatos que había transformado en "un universo de productos de medio mundo, donde se mezclaba la ropa para la faena del campo con la última moda de la Carnaby Street londinense".
Cuentan en la bodega que, por aquel entonces, Cacabelos era una villa del Camino de Santiago que se desperezaba de una larga siesta y también que, en un ejercicio de anticipación, Prada comprendió que el mundo se estaba alejando de los productos tradicionales, a los que era necesario devolver la dignidad y el respeto que merecían. A las cerezas en aguardiente le siguieron los pimientos asados con leña, el vino, las conservas (como las castañas en almíbar)… y la historia de un éxito que en cincuenta años ha convertido Prada A Tope en la marca de calidad más longeva del Bierzo: "José Luis Prada empezó cambiando su tienda y su negocio, luego se dio cuenta de que con sus gestos podía cambiar también la comarca y, desde que plantó su Bosque Didáctico, vio que estaba cambiando el mundo, de lo pequeño a lo universal".

Reverencia a la viña berciana

El segundo monumento más visitado de aquellas telúricas tierras es el Palacio de Canedo –declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León–, un maravilloso château berciano entre viñedos restaurado por José Luis Prada que se ha convertido en uno de los emblemas del enoturismo del Noroeste. Miles de visitantes se adentran cada año en sus viñas, bodega, hotel, restaurante, tienda y fábrica de conservas, atraídos también por actividades tan originales como el Amor en Palacio en San Valentín, la Vie en Rose en verano o la Fiesta del Vino Nuevo en noviembre. Como explica José Manuel Ferreira, el apasionado enólogo de Prada a Tope, este edificio señorial del siglo XVIII está asociado al vino desde sus orígenes, y llegó a albergar entre sus muros más de 30.000 litros de vino: "Trescientos años después, estamos recogiendo la tradición vitícola de ese sueño, de ese palacio".
Alrededor de este magnético epicentro se encuentra el viñedo de la bodega, certificado al 100% en ecológico: "No tiene sentido hablar de una zonificación –apoyada en una realidad tangible, que es la heterogeneidad de la comarca– o de una tierra privilegiada y con una energía propia como es El Bierzo, con unas variedades –con la Mencía y la Godello a la cabeza– que se expresan de una forma singular y con una personalidad diferente, y luego utilizar una serie de recursos enológicos que estandaricen el vino. Elaborar en agricultura ecológica y respetar esas uvas empapadas de esa orografía y ese clima nos ayuda a preservar su identidad. Nuestra pequeña misión es tratar de interpretar el viñedo, de conectar con él, acompañarlo y dejar que se exprese", destaca Ferreira.

Más allá del vino

Es curioso que en la década de los ochenta, José Luis Prada, primer presidente de la D.O.P Bierzo, se adelantara al dinámico futuro de la denominación, haciendo alusión en el etiquetado de sus primeras botellas al pueblo de Cacabelos. Hoy, los vinos de la bodega, de una variedad fascinante, siguen contando las historias de los parajes de Canedo con una fuerza irresistible: desde el icónico y exuberante Maceración Carbónica de Mencía, hasta sus grandes vinos de guarda –Prada Selección, Prada San Martín Godello y Prada Picantal, buque insignia de la bodega–, su clarete o su rompedor Xamprada –el primer espumoso que se elaboró en la zona–.
Pero Prada a Tope también es el sabor de sus mermeladas artesanas o sus higos agridulces, de su Biermú, su Limonada y sus grandes aguardientes. Y, por supuesto, el compromiso con la mejora del medio natural y arquitectónico a través de la Fundación Prada a Tope, con su Bosque Didáctico, un auténtico jardín botánico del patrimonio natural berciano, o los premios Castaña de Oro.


Prada a Tope

Calle Iglesia, s/n
24546 Canedo (León)

987 563 366

www.pradaatope.es



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