- Antonio Candelas
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- 2022-10-31 00:00:00
Jamás en la Ribera del Duero ha habido un proyecto bodeguero en el que el vino y el bello arte de la equitación se hayan encontrado en una botella. Bodegas Virtus ha dado el paso, pero lo ha hecho desde el respeto a la zona y a unas raíces que siempre miraron a la viña.
S i tomas la carretera VA-223 que nace en Cuéllar (Segovia) y muere al llegar por el sur a Peñafiel (Valladolid), pocas cosas te sorprenderán. Un trazado de largas rectas y campos de cereales acompañan al conductor hasta que, de repente, a pocos kilómetros de la localidad vallisoletana, como si de un espejismo se tratara, un enorme caballo verde coronado con un divertido sombrero de copa rojo te da la bienvenida rompiendo la monotonía del recorrido. Y de qué manera. Qué duda cabe que la imagen es impactante, sobre todo en plena Castilla, pero tras ella hay un bonito proyecto de relevo generacional, viñas, caballos y una pasión heredada irrefrenable que les da vida desde hace apenas 10 años.
Aunque hoy Íñigo López de la Osa Escribano es propietario de Bodegas Virtus, es ante todo el depositario de un bonito legado basado en la viticultura y la equitación. Mientras su abuelo Mariano Escribano estuvo ligado toda su vida profesional al mundo del caballo, su madre, Paloma Escribano, tuvo la valentía de cristalizar en plena década de los ochenta del siglo pasado un proyecto bodeguero propio fruto de la tradición vitícola familiar. Su formación científica, su altura de miras y sobre todo el arrojo con el que se enfrentó a las dificultades le bastaron para llegar a ser una de las primeras mujeres en tener carné de viticultora en la zona, además de aplicar en las viñas prácticas avanzadas para aquellos tiempos, enmarcadas hoy en el ámbito de lo ecológico y lo biodinámico.
Nobleza a raudales
Lo realmente atractivo del vino es que a través de él se pueden contar relatos como el de la familia de Íñigo, el pequeño de cinco hermanos, nacido en Suecia por avatares de la vida y apodado entre sus hermanos mayores como El Sueco, nombre afectuoso con el que se bautizó al Crianza de la familia cuya etiqueta vuelve a recurrir a la imagen del caballo. Aunque esta vez con los entrañables trazos de un caballo de juguete de Dalecarlia, típico de Suecia. La mayor parte del Tempranillo con la que está elaborado proviene del viñedo ubicado a los pies de la bodega, una finca de unos 30 años plantada por la madre de Íñigo. Además, se incorporan algunas partidas de mayor frescura que procede de la viña vieja que controlan en diferentes puntos de la Ribera y con la que elaboran Virtus, su Gran Reserva. De Villálvaro, el poderío aromático; de Sotillo, la estructura y el volumen; y de Moradillo, la frescura. Con este esquema se construye el icono tinto de la bodega, con el que están abriendo mercados internacionales tan importantes como México, Suiza, Estados Unidos, Suecia, Dinamarca, Francia, Italia, Portugal o Polonia. Y en la etiqueta el mismo caballo que nos recibió tan amablemente, un diseño de Eduardo del Fraile, cuya consigna en su obra pasa por dotar de alma a los objetos. Un emblema con el que todo el proyecto queda impregnado.
Enriquecer la Ribera
Pero la imagen del caballo en bodega no es un guiño sin más a la pasión por la equitación que ha ido pasando de generación en generación. Hay sana ambición por inyectar dinamismo a la zona incorporando al caballo en una experiencia de extraordinario interés, estableciendo puntos de encuentros entre la equitación y el vino. En definitiva, hacer partícipe al visitante de las dos pasiones que la familia de Íñigo lleva cultivando desde hace décadas. Una idea en vías de desarrollo que más pronto que tarde comenzará a ver la luz.
Y como de lo que se trata es de sumar, otra de las líneas en las que se trabaja con especial esmero es en la revalorización de las cepas de Albillo Mayor que se encuentran entre los majuelos viejos de Tempranillo. Hoy ya podemos encontrar El Sueco Blanco 2020 con un bonito dibujo de matices enmarcado en una crianza bien pensada. Pero a la espera de que se afine en botella está por venir Virtus Albillo Mayor 2020, en el que se está trabajando por desarrollar registros aromáticos de mayor complejidad y capacidad de guarda, así como un elevado nivel de volumen y sapidez bien balanceados entre sí. Porque, como bien sabemos, en el equilibrio está la virtud.
Bodegas Virtus
Pago de la Fuentecilla, S/N
47313 Aldeyuso (Valladolid)
Tel. 983 878 080
Instagram: @virtuswinery
Facebook: @virtuswineryribera