- Redacción
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- 2012-05-01 09:00:00
El ascensor corona la torre y La Rioja se despliega a sus pies. Torre vigía, faro guía al corazón del vino.
Cuando el abuelo Isaac constituyó oficialmente la bodega, en 1932, llevaba a sus espaldas una larga tradición de vinateros, como era natural aquí, en Haro, y en toda Rioja. El buen nombre de aquella bodega en el centro de la villa fue la pértiga para que sus hijos, Isabel, Isaac y Manuel, la trasladaran a la Costa del Vino, a este barrio emblemático surcado de raíles, bullente de vagones propios por los que fluían los vinos de mayor renombre hasta el mundo. Eran las fechas míticas del prestigio del nuevo Rioja, la década de los setenta. Tiempos de expansión y vértigo, de encandilamiento con la modernización tecnológica. Sin embargo, desde la solidez de su torre, ya convertida en emblema, los Muga conservaron la calma, huyeron de las tentaciones y decidieron mantener lo mejor de la tradición. Por eso, a pesar de las imprescindibles renovaciones y de las ampliaciones -como la magnífica sala de barricas diáfana Torre Muga-, la casa es un canto a la piedra inconmovible y a la cálida madera, al roble en todas sus variantes y procedencias, desde las vigas y la sólida mesa redonda del comedor principal hasta cada una de las 14.000 baricas. Es su propio equipo quien cuida la tonelería y las inmensas cubas de elaboración y reposo, y, como pueden comprobar los visitantes, conserva entre otros rituales ese arte de clarificar el vino en su doble sentido, puesto que aún se practica naturalemente, con las claras de huevo en proporción clásica.
Artesanía desde la viña
Como no podía ser menos, también la viña ha preservado las variedades propias: Tempranillo, Mazuelo, Graciano, Garnacha y, entre las blancas, Viura y algo de Malvasía, es decir, el sabor Rioja. Son los suyos viñedos con un suelo peculiar y orientaciones diferentes pero razonadas para un diseño equilibrado de cada vino. Mas de 200 hectáreas propias y otras tantas controladas. La primera, la de Baltracones, es la que dio fama a la bodega y sigue siendo la niña mimada. Las más nuevas, la osadía de la altura en Sajazarra o La Loma Alta, son un canto al futuro en forma de una selección de cepas, ya que proceden de las mejores entre las propias para así conservar el carácter y la diferenciación, es decir, su personalidad.
Y sin duda la mantiene, por eso su frutal Torre Muga se clasificó entre los 10 mejores tintos de mundo según Wine Spectator; por eso los restauradores estadounidenses coincidieron en que el Muga es el vino español más reconocido en sus establecimientos o el propio Parker eligió su rosado como su vino ideal para el verano
Cavas para el futuro
Algo ha cambiado. Aquella generación forjada con granel y tesón, puntal de la familia, se apoya ahora en la siguiente, formada en la enología puntera, el marketing y el ideario del enoturismo que, por cierto, no solo complace a las visitas desde la alegría de los geranios de patio hasta la cata en la nueva aula luminosa y técnica o la despedida en la amplia tienda o en el wine bar, sino que le ha valido multitud de premios internacionales. Pero el premio gordo es el propio vino, la plenitud de Prado Enea, la complejidad del Selección Especial, la sorpresa del cava Conde de Haro o... el de cada ocasión.
Bodegas Muga
Barrio de la Estación s/n
26200 Haro (La Rioja)
Tel. 941 311 825
www.bodegasmuga.es