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Los líderes de California - Delia Viader: la filósofa

  • Redacción
  • 2001-11-01 00:00:00

LE GUSTA CONSIDERAR SU EMPRESA UN «One Woman Show».

En los años 70, estudió Filosofía en París. En 1978 fue alumna de Jean-Paul Sartre. «Él me consideraba, al menos eso creo, un interesante objeto de observación, por mi marcado trasfondo católico», nos cuenta. Por lo demás, no tiene muy buenos recuerdos de aquellos años: «A veces, gritaba de frustración». Pero ¿cómo se llega a la vinicultura con un doctorado en Filosofía? ¿Casualidad? Sí, pero no del todo. Su padre, un diplomático que había trabajado para la ONU en París y Nueva York, compró hace veinte años un terreno muy empinado en la parte alta de Napa Valley, junto a la Howell Mountain, a unos cuatro kilómetros al noreste de St. Helena, para construirse una villa. Era la época en la que se discutía por primera vez en los círculos de vinicultores sobre el potencial de los viñedos inclinados.
En 1984 Delia Viader llegó a California para estudiar Economía en la Universidad de Berkeley. En 1987 tomó la decisión de convertir la propiedad de sus padres en una finca vinícola, y se trasladó a la Universidad de Davis para estudiar vinicultura y enología. Hoy, su propiedad abarca unas 22 hectáreas, 9 de las cuales se encuentran en una zona de protección natural. Plantó su viñedo en una ladera de unas 10 hectáreas, que comienza directamente junto a la casa y desciende hasta Bell Canyon Lake. Es uno de los viñedos más empinados de Napa Valley, orientado exactamente al oeste y en un entorno intacto. El suelo es tan pedregoso que hubo que practicar agujeros con un martillo neumático para plantar las cepas. Con un poco de compost alrededor de las raíces, las cepas fueron entregadas a su nuevo y árido hogar.
Delia Viader trabaja su viñedo de forma biológicamente controlada, lo cual tiene su complicación. Así, la experiencia ha demostrado que este viñedo está tan expuesto al sol que el compost puede sufrir combustión espontánea. Para evitar la exposición directa de las uvas al sol (lo que en el vino con frecuencia se expresa en aromas de frutas «cocidas»), ha dispuesto el viñedo verticalmente para que la mayoría de las uvas maduren a la sombra del techo de hojas. Para frenar el ímpetu del agua cuando llueve en este viñedo inclinado, se trazaron dos calles transversales en el viñedo. Una gran tubería de desagüe recoge el agua y la lleva abajo, donde se limpia pasando por un filtro de paja natural antes de ser vertida al lago. A Delia Viader le gusta considerar su empresa como un «One Woman Show», un espectáculo en solitario. Y ciertamente arrima el hombro en todas partes, sea en el viñedo, sea en la bodega.
Lo que hace su vino tan inusualmente interesante es, sin duda, su alta proporción de Cabernet franc, que siempre supone entre un 50 y un 47 por ciento de su blend, su mezcla. Y los últimos años han demostrado que su viñedo, radical en todos los sentidos, está literalmente predestinado para esta difícil variedad. Al menos su Cabernet franc nunca presenta notas herbáceas importunas, sino que posee siempre mucha elegancia madura, que recuerda a la hiedra y el sotobosque en lo que respecta a los aromas. Al mismo tiempo, este vino, a pesar de toda su fruta, posee un asomo de severidad que le confiere una dimensión europea. Por eso también se le conoce como el «Cheval Blanc de Napa Valley». Pero también el Petit Verdot de Delia Viader ha evolucionado magníficamente. Conforme envejecen las cepas, está cobrando tanta fuerza que en la Cuvée Viader ya sólo está presente en un mínimo 0,5 %, pues de otro modo dominaría demasiado en el vino. Por ello, esta vinicultora ha lanzado el «V», un segundo blend con un 50 por ciento de Petit Verdot. Se trata de un elixir prácticamente negro con mucha fruta madura y notas de pimienta y otras especias. Es un vino tan independiente como esta mujer y su viñedo que, aunque situado en las colinas, mantiene una discreta distancia a los nuevos viñedos de los hacedores de vino de culto.

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