- Redacción
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- 2004-02-01 00:00:00
Cuanto mejor tiempo hace, mejor sale el vino. Esta regla de oro puede aplicarse sólo relativamente al año de calor 2003. Desde mayo hasta agosto, el sol lució casi sin interrupción en toda Francia. Las uvas, bajo temperaturas récord, maduraron muy rápidamente y obligaron a los viticultores a vendimiar mucho antes de lo habitual. Debido a la sequía, el volumen de cosecha se ha mantenido escaso y la cosecha, rica en azúcar, frecuentemente carece de acidez. A pesar de todo hay vinos excelentes, pero de estilo más bien blando y opulento que clásico. Así les fue «Estuvimos preocupados en julio y agosto: ¿Bloqueará el calor la maduración de la Riesling? Por suerte, decidimos esperar, y finalmente recogimos una buena cosecha. Por cierto que muchas uvas parecían haber estado en la parrilla en lugar de al sol: ¡un 30% menos de volumen!» Véronique Muré (René Muré, Alsacia) «Un año formidable. Las uvas tienen suficiente de todo y nada en demasía: fruta, cuerpo y alcohol en perfecto equilibrio. Nuestras vides están plantadas cerca de arbustos y árboles, que mitigan el calor, lo cual es una ventaja frente a la viticultura en monocultura.» Aimé Guibert (Moulin de Gassac, Languedoc) «La vinicultura se ha alejado mucho de la naturaleza, y ésta a veces se desquita. Quien se haya precipitado este verano a reducir el follaje, ha sido castigado con uvas quemadas. Pero todo depende del terruño: cuando la Merlot, de maduración temprana, hunde sus raíces en suelos húmedos de lodo como el de aquí, por suerte está protegida contra un excesivo contenido de alcohol.» Jean-Claude Berrouet (Casa comercial Jean-Pierre Moueïx, Burdeos) «Esperamos una verdadera gran añada para los vinos blancos de Borgoña, pero sobre todo para los tintos. Una frutalidad como la que no habían vuelto a tener desde 1947. La acidez es suficiente para una buena capacidad de maduración y, al fin y al cabo, también el alcohol actúa como conservante.» Louis Fabrice Latour (Casa comercial Louis Latour, Borgoña) «Calor grande, cosecha pequeña… Me recuerda a lo que hacían mis padres en los años 50 y 60: ¡Champagne a la manera originaria! Pero al contrario de lo que se temía, los vinos base que tenemos en la bodega no son demasiado pesados. En nariz incluso se presentan francamente finos. Mezclándolos con buenos vinos de 2001 y 2002, podríamos producir Champagne longevos.» Jean-Pierre Mareigner (Champagne Gosset, Champagne) «Es fascinante ver cómo el vino se adapta a las condiciones de la naturaleza: mientras árboles y arbustos se secaban bajo el fuego del sol, las vides seguían teniendo los pámpanos verdes. Naturalmente, también nosotros hemos tenido mucho azúcar y poca acidez en la uva. Pero en la bodega, con delicadeza, podemos hacer vinos consistentes.» Benoît Fontaine (Cooperativa Tain-Hermitage, Ródano) La vendimia en el Douro En las viejas terrazas de tiempos anteriores a la plaga de la filoxera, crecen juntas las más diversas variedades. Entre ellas, también cepas de uvas blancas. Pero los patronos no quieren uva blanca en la cosecha destinada a un Vintage-Port o a un tinto superior. Por eso, el rogador (el jefe de la cuadrilla) lo dice alto y claro: «¡El que ponga en el cesto un solo grano de uva blanca, puede irse a casa inmediatamente!» Para comer a mediodía hay un arroz sabroso. Los jornaleros comen en silencio, bebiendo vino barato en bombonas, o agua. A las siete de la tarde, los jornaleros se reúnen junto a los lagares, esas tinas de piedra donde se pisa la uva con los pies. Sólo hay hombres. «Cuando las mujeres tienen la regla, interfieren en la fermentación del vino», explica el patrono, pero reconoce que dicha ley sólo rige al norte del Douro. El músico toca con el acordeón una vieja melodía de baile. Los hombres se lavan los pies, se meten en los lagares y, con las manos apoyadas en las caderas, empiezan a pisar la uva. El rogador impone el ritmo con acento militar. En poco tiempo, todos tienen las piernas teñidas de color rojo sangre. Para romper los granos de uva y el raspón para la maceración, no hay nada mejor que el pie humano. El pisado dura dos horas. Entonces, el ambiente se distiende y los hombres ya pisan el vino mosto de uno en uno, acompañándose con canciones. A medianoche, el vino mosto descansa. El patrono, el rogador y los jornaleros duermen, cada uno en sus habitaciones: los jornaleros en el alojamiento comunitario, el rogador en una pequeña habitación y el patrono en una blanda cama en la casa señorial. Así ha sido siempre y, probablemente, así siempre será. (thomas.vaterlaus@vinum.info)