- Redacción
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- 2005-05-01 00:00:00
La decisión de aglutinar todos los vinos de la Comunidad Catalana bajo un epígrafe, un control y promoción comunes ha dado sus frutos. Ya son más de 100 bodegas, muchas pertenecientes a otras denominaciones de origen, las que se suman a un apellido que, sobre todo en el extranjero, las ubica en el mapa mundi. Cataluña es un variopinto continente que, desde el Mediterráneo a las cimas del Pirineo o el Montsant, ofrece paisajes de ensueño, microclimas diversos o suelos que cambian a cada paso. Íberos, griegos, fenicios o romanos marcaron su impronta y cincelaron la importancia económica, humana y lúdica de la viña, hasta el punto de que es la región española con mayor número de denominaciones de origen. Pero una conmoción sacudió ese panorama cuando se propuso una D.O. que acogiera bajo su protección todos los vinos nacidos en su geografía. La D.O. Catalunya es una mención de calidad genérica que ampara todo el territorio autonómico, permite la convivencia de vinos enmarcados en otras D.O. y admite 30 variedades de uva para vinificación. Fue aprobada por la Generalitat en Orden de 22 de junio del 1999, y un año después, ratificada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y, en consecuencia, reconocida entre los vinos de calidad producidos dentro de la Unión Europea (v.q.p.r.d). Ya en el primer año concedió ocho millones de contraetiquetas y calificó 13 millones de litros. Desde entonces, son más de 100 las bodegas, grandes y pequeñas, que comercializan marcas de vinos con contraetiqueta D.O. Catalunya, la mayor parte destinados a la exportación. Están acogidos 3.218 viticultores, con un total de 16.424 hectáreas de viñedo. Predominan las variedades de uva autóctonas catalanas como el Macabeo, el Xarel.lo, Ull de Llebre y las Garnatxas tintas y blancas, que conviven con variedades originarias de distintas zonas vitivinícolas, como Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah, perfectamente aclimatadas a los suelos calcáreos y al clima suave Mediterráneo. El proyecto se gestó durante más de un lustro hasta que salió adelante con los parabienes oficiales, el escepticismo de la mayoría, y la oposición de un sector minoritario. Durante los cinco años de reconocimiento, la Denominación de Origen Catalunya ha tenido una aceptación muy favorable. El funcionamiento en el plano comercial se puede considerar un éxito, pues exporta ya el 51 % de sus productos. Su éxito se basa, sin duda, en la relación precio-calidad de sus vinos, así como sus características cualitativas que, aunque sea imposible generalizar, hacen que sus blancos sean frescos, afrutados y suaves al paladar, como los rosados, de una graduación alcohólica moderada entre 10 y 12% vol. Los tintos, intensos en color, de elevado contenido en acidez y extracto seco, son idóneos, como exige actualmente el mercado de vinos tintos, para la crianza en botas de roble durante medio, uno o dos años, según sean vinos de crianza o de reserva. Son, además, vinos potentes en aroma y cuerpo, muy equilibrados, con postgusto prolongado, y de una graduación alcohólica alta entre 12 y 13 % vol. Hay variedades, como la Garnatxa, que vendimiada en altas graduaciones (15% vol.) es destinada también a la elaboración de vinos licorosos tradicionales catalanas, como son sus rancios, mistelas y los dulces naturales. Uno de los mayores retos a los que se enfrenta es construir una imagen diferenciada y de calidad convincente. Para ello, además de un comité de cata riguroso que selecciona el vino que ha de merecer la contraetiqueta, también se han encargado estudios exhaustivos de la composición de suelos y microclimas de todas las D.O. catalanas para justificar el buen sentido de su existencia. Mas información Consejo regulador. Pº Sunyer, 4-6 Tel. 977 328 103. Fax 977 321 357 Mail:info@do-catalunya.com www.do-catalunya.com