- Redacción
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- 2002-11-01 00:00:00
Es el hombre del vino por excelencia, capaz de llevar su sabiduría por distintas zonas vitivinícolas españolas con un nivel de acierto envidiable. Sus bodegas, siempre familiares, se extienden por Ribera del Duero, Toro y Mancha, capitaneadas por sus hijas bajo su atenta y amorosa mirada. Pesquera.Primus inter pares Entre los vinos que han cincelado el prestigio y la cotización de la Ribera del Duero, el pionero fue Pesquera, descubierto y encumbrado al otro lado del Atlántico, en un mercado como el norteamericano, capaz de imponer modas, de consolidar marcas y garantizar su futuro. Por la demanda de la exportación la primitiva sede de Pesquera ha tenido que crecer con una nueva bodega acorde a las necesidades. Sin embargo, por encima de la fama internacional, el más profundo reconocimiento para Alejandro es el de ser profeta en su tierra, la admiración de los conocedores locales que aprecian su forma diferente de hacer el vino de estas tierras, de conocer y mimar la uva propia, la Tempranillo, la Tinta fina, desde la cepa hasta la copa. Pesquera, puede disponer de 220 hectáreas en producción, de una joya como Viña Alta que ha cumplido 27 años y que extrae lo mejor de un suelo de aluvión, o como la del Llano de Santiago que, contra lo que su nombre indica, se enclava en un monte de suelo arcilloso donde madura mucho más lentamente. Se ha duplicado la capacidad de la bodega antigua, pero el tiempo sigue imponiendo su ritmo, y de aquí los vinos salen criados en su justa medida, reservas y grandes reservas. Vinos rotundos y personalísimos que los especialistas más prestigiosos y las revistas más exigentes del mundo comparan sin prejuicios con las copas míticas del Medoc, con Pétrus, Latour o Mouton. Como ejemplo, el especiado Pesquera 97, joven, vino pero con una profunda fuerza animal. O la frescura que conserva el Pesquera 99 después de 18 meses en barrica, con su exhibición frutal, sus recuerdos de hierbas aromáticas. Y, más aún, la joya que ha sido el Milenium, cubierto, intenso, carnoso, hondo, largo y muy, muy elegante. Nacida con el empuje de la fama de su Pesquera, la bodega se alza, sólida y monumental, cercada por una viña que es un canto a la tenacidad, a la obstinación de los viticultores. El terreno, uno de los más codiciados de la zona, reúne a la orilla del río más de trescientas parcelas minúsculas que pertenecían a otros tantos pequeños propietarios. Prácticamente todo es de nueva plantación, aunque después de diez o doce años está en un momento óptimo de calidad y producción. Sólo se han conservado 10 has. de mimada viña vieja que se incorporan como exquisito complemento a algunas elaboraciones. C/ Real, 2 47315 Pesquera de Duero (Valladolid) Tel. 983 870 037 Fax: 983 870 088 Condado de Haza. Panorama sobre el Duero Condado de Haza es la materialización de un sueño romántico, una obra faraónica, impresionante, vestida con caprichos entrañables como una interesante colección de aperos de labranza o de carricoches de época. Romántico es también el bautismo del vino más escaso y exquisito de esta casa, el Alenza, que ha fundido en su nombre el de Alejandro y el de su esposa Esperanza. Las naves de crianza, donde duermen 3.000 barricas nuevas, y el botellero, en un túnel de 200 m. de longitud excavado a casi 30 m. bajo el viñedo, reúnen las condiciones de temperatura y humedad ideales para la conservación del vino. El tratamiento natural, o, mejor, el nulo tratamiento, es la filosofía que rige sus vinos. En el comedor, en la planta alta, concebido como sala de acogida para grupos de visitantes, un par de grandiosas chimeneas, curiosas piezas restauradas, presiden el espacio, junto a un horno de nuevo cuño y de tecnología ancestral. Pero lo que preside las mesas es, por derecho propio, el vino, el potente Condado de Haza del que salen anualmente unas 300.000 botellas: una excelsa muestra, una descarada exhibición de la fuerza de esta tierra. Guarda la estructura típica de los Ribera del Duero, pero su nitidez y su limpieza lo convierten en un trago fácil, fresco, rico, adaptable y atractivo en cualquier menú. Ctra. de La Horra, s/n. 09300 Roa (Burgos) Tel. 947 525 254 Fax: 947 561 098 Dehesa de la Granja La Tierra, el Origen En un equilibrio ejemplar, la finca zamorana representa el sueño de volver a la tierra, al origen, y de disfrutar cada fecha del calendario rural. A la vista está la ejemplar restauración de una impresionante casona castellana. Cal y teja, cal y ladrillo árabe, vigas de maderas viejas envuelven la innegable belleza de la eficacia, de lo útil. La bodega se enclava en una magnífica finca de 800 hectáreas, un inmenso y fructífero campo en el que tiene cabida un añoso encinar, una dehesa que ha criado reses bravas y que ahora acoge 300 vacas, 2.000 ovejas, cerdos negros para el embutido de la familia, tierras de labor regadas por el Guareña y, por supuesto, un viñedo. El subsuelo de la casa de labor y del gran patio es una bodega horadada hace trescientos años, pero abandonada varios decenios. Son 3.000 metros de pasadizos laberínticos, túneles amplios, altos, con inteligentes respiraderos donde ahora el vino reposa en barrica dos años, mucho más tiempo del que exigen los Consejos Reguladores para los Reserva. Y es que son vinos, como todos los de la firma, diferentes y personalísimos. Vinos elaborados «a ojo» por Alejandro Fernández, y ahora también por su hija Eva, la enóloga, que después de seis años de formación y de dos años en Burdeos, ha rendido la teoría y la técnica a los pies de la práctica. No hay aquí controles automáticos, ni camisas de refrigeración ni cerebros centralizados sino la mirada vigilante de los hacedores. Y, para ellos, la uva hace siempre su milagro. El Dehesa la Granja es un tinto de color granate vivo con reflejos violáceos, de aromas balsámicos y comedida madera, concentrado, corpulento en el paladar pero fresco a cada trago, y permanente en el postgusto. Sale de la bodega recién embotellado y, aun así, listo para beber. Pero el tiempo de guarda le regala matices muy enriquecedores. 49420 Vadillo de la Guareña (Zamora) Tel. 980 566 015 Fax: 983 870 088 Aventura en La Mancha Alejandro acudió a La Mancha al reclamo del buen Tempranillo aunque aquí no se llame Tempranillo ni Tinta fina sino Cencibel. Recorriendo las viñas como un sabueso a la caza, descubrió una monumental bodega cerrada hace decenios, y decidió restaurarla y empezar a elaborar las uvas que apuntaban en los alrededores, en cepas viejas. Todo aquí está diseñado con exigente cuidado. Sorprende a primera vista la estética de la bodega, un caserón de sutil tono vainilla asomado a una vía de ferrocarril propia, una vía hoy muerta que recuerda la magnificencia del pasado, cuando la casa era «La Exportadora» y se ocupaba de vinos a granel. Lo que pervive es la estructura del edificio, los muros de tapiar, la monumental longitud de las tiselas, de las vigas maestras que sustentan el maderamen que se ha restaurado en el techo de todas las naves. Con esa altura, con ese espacio y esos muros, sin más que añadir unas altas ventanas bien orientadas, la bodega preserva las mil barricas y los vinos con las condiciones ideales de temperatura y humedad. Mil barricas inauguran un estilo de crianza nunca visto por estos pagos. Una impresionante nave de guarda a la que se asoma una coqueta sala de degustación como una antigua casa de muñecas. Tampoco eso se vio por estos pagos, y se ha convertido en punto de peregrinación de los buenos bebedores del vecindario. Alejandro y Eva reproducen aquí, con un sumo respeto a la personalidad de la tierra, la fórmula inmutable de la casa, de todas y cada una de las marcas, para así conseguir atrapar y revelar toda la riqueza, la profundidad, la complejidad de una uva sobrada de posibilidades. Se traduce en un vino corpulento, glicérico, maduro, frutal, pleno, carnoso pero alegre, una invitación al siguiente trago, y al otro, y al otro... Avda. Juan Carlos I, s/n 13610 Campo de Criptana (Ciudad Real) Tel. 983 870 037