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Se derrumbó la muralla del real brasileño. Con una paridad en la Argentina de más de 2 pesos por dólar, se acabó para los productores y exportadores argentinos la pesadilla que se había iniciado en enero de 1999, cuando el real comenzó una maxidevaluación que hoy ya supera el 110 % y que había encarecido a niveles insoportables los productos argentinos en el mercado brasileño.
Con la devaluación del peso en una proporción similar, el juego del comercio exterior vuelve a definirse por reglas parejas: calidad del producto, competitividad en la producción y habilidad exportadora. Además, claro, de las presiones que cada sector pueda hacer, por intermedio de sus gobiernos, para evitar la competencia extranjera.
El efecto de haber equiparado la competitividad de precios brasileños está haciendo pensar a exportadores argentinos en una nueva reconquista de ese mercado, pero está claro que el tipo de cambio no es el único factor y que aún subsisten muchas dificultades para el comercio entre los dos principales socios del Mercosur. A pesar de todos sus problemas, Brasil y sus 170 millones de habitantes continúan siendo una atracción irresistible para cualquier empresa que piense globalmente.