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Los generosos son un claro ejemplo de como un gran vino necesita que todos los elementos que intervienen en su elaboración estén absolutamente integrados. Por ejemplo, de la variedad Palomino, conocida como Listán en sanlúcar de Barrameda y otros lugares, resultan vinos mediocres cuando está plantada lejos de tierras andaluzas. En Galicia, donde se la conoce como “Jerez”, comenzó a cultivarse en el siglo XIX, auqnue su gran expansión ocurrió en los años 50 cuando comenzó a sustituir a las variedades autóctonas, proceso que hoy en día esta en regresión. Muy prolífica, los vinos resultantes son sosos, ligeros y sin personalidad. Otro tanto ocurre en Rueda, donde es la más pobre de la familia de los blancos castellanos. En cambio en las tierras albarizas, elaborada mediante las clásicas soleras y criaderas, produce unos vinos solemnes, complejos y grandes. Tanto que se sientan cómodamente y sin complejos en el olimpo de los demás dioses enológicos del mundo.