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Tiene Rueda una deuda impagable con la histórica bodega riojana Marqués de Riscal, y muy en particular con uno de los descendientes del fundador, hoy Director Gerente de Vinos Blancos de Castilla, Francisco Hurtado de Amézaga. Estudiante de enología en Burdeos con Emile Peynaud, de quien recibe un sabio consejo cuando la casa decide, a principios de los setenta, elaborar vinos blancos: hacerlo en esta zona de rancia historia, pero congelada en el tiempo, y plantar Sauvignon blanc. Así lo hizo. La transformación no ha podido ser más impresionante: antes de instalarse aquí, en 1972, todo era rutinario, mediocre, anticuado. Su presencia supuso un acicate para el resto de los bodegueros tradicionales: se renovaron las técnicas de elaboración, cambió el diseño de los vinos, hasta entonces prácticamente monopolizados por los rancios y generosos, introduciendo los blancos jóvenes y afrutados. Marqués de Riscal inició las leves crianzas en roble nuevo, y fue pionero en la utilización de Sauvignon blanc, cuya aportación aromática ha resultado providencial en Rueda. Gracias a su labor y tesón Rueda pudo dotarse de una Denominación de Origen que hoy se comporta como una de las más dinámicas y comprometidas con la calidad.