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Julián Chivite Marco, patriarca de la bodega que lleva su nombre y empresario ejemplar que supo dinamizar una bodega centenaria (fue fundada nada menos que en 1647) hasta situarla entre las primeras del país, tiene el mérito indiscutible de haber sido el impulsor de la renovación del rosado, un vino de importancia estratégica para su tierra, Navarra, consiguiendo que su “Gran Feudo” fuera durante muchos años sinónimo del mejor rosado tanto fuera como dentro de España. Un vino que supo aportar un perfil aromático singular, intenso y frutal que marcaría la pauta a las nuevas generaciones de rosados. Cofundador de la Denominación de Origen Navarra, desarrolló a lo largo de su vida profesional y hasta su muerte, en Octubre de 1996, una meritoria labor en pro del desarrollo de los vinos de la Comunidad Foral, lo que le valió, a título póstumo, la Cruz de Carlos III el Noble.