- Redacción
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- 2002-02-01 00:00:00
Jumilla vive momentos decisivos. La lucha por el vino embotellado de calidad, emprendida por las bodegas más inquietas hace ya algunos años, está dando los frutos apetecidos. La decisión de pasar del granel a la botella con contraetiqueta se generaliza y la DO Jumilla ya no es sólo un coloso del tinto a granel. Junto a los ya conocidos Carchelo, Casa Castillo o Sabatacha, la aparición de nuevos vinos ha traído gratas sorpresas. Aunque Jumilla también tiene sus contradicciones. Sus vinos a granel se cotizan caros en todo el mundo por su gran color, alto grado y buen extracto, virtudes que requieren este tipo de vinos. Pero sus vinos embotellados son casi desconocidos, hasta el punto de que el año pasado en la misma capital murciana apenas si se conocían un par de marcas. Y los restaurantes todavía ponen reparos a incluirlos en sus cartas. Pero lo cierto es que todos ellos tienen una excelente relación calidad/precio: ninguno llega a mil pesetas la botella. Y hay verdaderas joyas por tan solo 500 pesetas. Vinos que sorprenderán al aficionado que había decidido hace tiempo borrarlos de su memoria, y que a la hora de comprar no se anda con remilgos del origen de la contraetiqueta. Los nuevos jumilla harán las delicias del consumidor inteligente, el que identifica la calidad en el paladar y no en las etiquetas.
Nuevas variedades
Lo mismo que en otras zonas vitivinícolas, en Jumilla ha surgido la polémica sobre los varietales foráneos. Agapito Rico y Juan Sierva, su socio, apostaron por la Cabernet sauvignon, Merlot, Syrah y Tempranillo. Casa Castillo tiene 50 ha. de Tempranillo y 50 de Cabernet sauvignon. Posteriormente otras bodegas han seguido su ejemplo de introducir estas nuevas cepas. Con la variedad Syrah se ha hecho un admirable trabajo en la Estación Enológica que dirige Adrián Martínez Cutillas. Una uva, la sirah, acostumbrada a las empinadas laderas del Valle del Ródano, de clima claramente mediterráneo, en donde nacen vinos diferentes, muy complejos y de una gran personalidad, que ha demostrado su perfecta aclimatación en distintas zonas de Jumilla, Yecla o Alicante. Todo indica que puede ser el complemento ideal de la Monastrell que dará el impulso definitivo a los vinos de esta comarca. Porque los vinos de Jumilla deben seguir sustentándose en la Monastrell, variedad en alza en todo el mundo desde hace unos años. Todas las bodegas confían ciegamente en su capacidad para producir vinos personales y originales. Desde las poderosas cooperativas, o el gigante José García Carrión, que parece haber apostado fuerte por el vino de calidad, hasta las nuevas bodegas ya citadas, incluyendo a Vitivino o Induvasa, que dirige el enólogo francés Jean François Gadeau.
El sol los hace dulces
Pero no todo está dicho en Jumilla. Si existe un microclima ideal, suave, con muchas horas de sol, una variedad muy apta para sobremadurar, ¿por qué no hacer también vinos dulces? Tal como se ha modelado el paladar del consumidor español parece obvio que todavía no está preparado para consumir este tipo de vinos dulces, y que el esfuerzo de marketing para darlos a conocer y seducir al aficionado será muy costoso. Pero el vino dulce que ha elaborado Paco Selva (el originalísimo Olivares) ha causado sensación en todas las catas donde se ha presentado. Y en algunas bodegas, como en la de San Isidro, sus vinos dulces son lo mejor que elaboran. Parece, pues, de lógica aprovechar todas las ventajas que la naturaleza ofrece para conseguir productos de gran calidad, distintos a los que ya existen en el resto de las zonas vitivinícolas de España.