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La reglamentación de Rías Baixas obliga a que los vinos de la DO tengan un porcentaje mayoritario de uva Albariño (70%), pero permite el uso de otros varietales autóctonos con los que se elaboran distintos tipos de vino. Como la Treixadura, variedad poco extendida pese a su altísima calidad, de cuyos racimos de tamaño medio se obtienen excelentes vinos blancos, frescos, con buena acidez, alcohol moderado e intensos aromas frutales. O la Loureiro, cuyo cultivo está centrado en el valle del Miño, especialmente en la subzona del Rosal, que aporta bastante acidez y poco grado. Sus vinos tienen un inconfundible aroma que recuerda al laurel. O la Caíño branco, muy escasa, lo mismo que la variedad tinta, que aporta cierta acidez y aroma a los vinos. También se autorizan la Torrontés y la Godello para ciertos vinos blancos. La Torrontés -no confundir con la argentina, que recuerda en aromas a la moscatel- da vinos poco alcohólicos, ligeros, frescos y de finos aromas florales. La Godello, muy escasa en Rías Baixas, es una uva que madura pronto, de elevada producción, que ofrece vinos poderosos en boca y de elegantes aromas primarios.