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Desde sus húmedos y espléndidos paisajes de la Francia central, la Sauvignon blanc ha conquistado el mundo. En Sancerre, su lugar de origen, resulta de vital trascendencia la posición que ocupa la viña, pues deberá captar la mayor insolación posible para que desarrolle toda su personalidad. Los vinos surgidos de sus suelos calizos, cerca de Sancerre, adquieren una complejidad grandiosa. Así como ocurre con los de la cercana ciudad de Poully y pequeño pueblo de Saint Satur, sus aromas minerales están influidos por la alta concentración de silex en el terreno. Combinados con los aromas frutosos y florales propios de la variedad, dan paso a esos míticos tonos ahumados que definen a los Poully-Fumé. Estas dos denominaciones son las que marcan la tradición de calidad. También la Sauvignon tiene importancia en Burdeos, donde comparte gloria con la Sémillon. California, Chile, Italia, Australia o Nueva Zelanda, por poner ejemplos de zonas vitivinícolas pujantes, son países en los que su vinicultura se ha beneficiado de la extrema calidad y acusada personalidad que uva tan singular confiere a los vinos.