- Redacción
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- 1999-11-01 00:00:00
Argentina atrae
a pequeñas bodegas extranjeras
Atraídas por un aumento de entre el 10% y el 15% en el consumo de vinos finos, las bodegas extranjeras están llegando a Argentina y han invertido 300 millones de dólares en los últimos años. En 1996 entraron en el mercado Lurton (Francia) y Michel Rolland.
Este último, asociado con el Banco Rotschild, adquirió viñedos en Tupungato (Mendoza). Kendall Jackson ya tiene sus viñas allá. Fabre Montmayou invirtió 5 millones de dólares en viñedos en las provincias de Mendoza y Río Negro, y predice un ingreso de 3 millones por ventas en Argentina, donde ya coloca entre el 15,5% y el 20% de su producción.
Argentina es el cuarto mayor productor de vinos mundial y solo exporta un 13% de su producción.
Calidad en continuo aumento
Que los vinos de Chile y Argentina están produciendo un impacto en el mercado norteamericano no es novedad. Lo novedoso es lo rápido que los chilenos y argentinos están subiendo la escala de precios. Hay quienes dicen que es apresurado. De acuerdo con Michael Quinttus, Director de Relaciones con Proveedores de Kobrand, ha habido una pequeña caída después de lo que describe como “15 años de explosivo crecimiento.”
Pero cuando un restaurante lujoso como el March de Manhattan ofrece una media docena de vinos chilenos y argentinos, incluyendo el producido por la joint-venture chilena/americana Mondavi-Errazuriz, Seña, a 90 dólares la botella, y el premiado vino Banfi-Mouton Rothschild “Almaviva” a 127, es obvio que los vinos latinoamericanos están encontrando su lugar en el mas alto nivel.
“Los vinos americanos,” declara Joe Scalice, comprador de vinos de March, “ofrecen buenos valores en los extremos altos y bajos de la escala. En cuanto a precios, es difícil encontrar calidad comparable a los de Francia y California”. La carta de March también incluye varios vinos de precio bajo (20-50 dólares) que llevaron a la exitosa invasión del mercado norteamericano por parte de Chile.
La relación valor/precio
Algunos observadores, son suspicaces cuando hablan de la rápida ascensión de los vinos de América del Sur en el mercado norteamericano. Apuntan a lo ocurrido cuando los consumidores, acostumbrados a comprar vino español barato, cambiaron su modalidad rápidamente en cuanto éstos aumentaron sus precios.
Nora Favalukes, una argentina que trabajó en varias bodegas en su tierra natal antes de emigrar a Nueva York donde ocupa el cargo de directora de ventas de vinos finos para Palm Bay, está orgullosa de la creciente presencia de vinos sudamericanos en el mercado internacional. “Me siento orgullosa de ver en Vinexpo” dijo Favalukes, “60 bodegas de Chile, 30 de Argentina, y varias de Uruguay”.
“Están pasando muchas cosas en Argentina”, -continúa-? “Hubo un tremendo aumento en la calidad. Aquellas bodegas que desean exportar han aprendido lo que quiere decir estar en el mercado internacional: calidad, packaging y una sólida voluntad de alejarse de viejas maneras de hacer negocios. He probado vinos con mayor concentración, más fruta y mucha más calidad de la que se estilaba cuando estaba hace 10 años en Argentina”.
Expertos alrededor
del mundo
Los flying winemakers, fundamentalmente franceses, están proliferando en Argentina: Michel Rolland, con Trapiche y Orfila, y, ahora, haciendo su propia marca; Jean-Michel Arcaute en Altavista de Mendoza; Herve Joyaux-Fabre y Arnaud Meillan, que lanzaron una prometedora bodega en Mendoza bajo la marca Fabre Montmayou. También en Mendoza, el italiano Marco de Grazia presta sus servicios en Altos de Medrano, y su compatriota Alberto Antonini hace vinos bajo la marca Escorihuela.
Lo que ocurrió hace ocho años en Chile esta pasando ahora en Argentina. Y es que de algún modo resulta mas fácil vender vinos argentinos a precios más altos.