- Redacción
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- 2001-04-01 00:00:00
Llevamos un tiempo observando la expansión generalizada de grandes bodegas españolas por toda España, e incluso algunas han emprendido la aventura americana para extender sus proyectos al Nuevo Mundo. Con mayor o menor éxito, cada una de ellas ha ido rastreando zonas vinícolas en busca de las condiciones idóneas para elaborar vinos de calidad. Pero bien es verdad que, dentro de esta estampida generalizada y frente a las millonarias inversiones de las multinacionales del vino -que ven este sector como mero negocio de pingües beneficios-, existen bodegueros, «gente del vino», que miman aspectos tan fundamentales como la selección de la uva, el carácter del terruño, la cultura del entorno y la tradición vitícola de cada uno de los enclaves donde aterrizan. Una de esas bodegas es Herederos del Marqués de Riscal, firma mítica de La Rioja.
Desde que Camilo Hurtado de Amézaga, Marqués de Riscal, fundara en 1860 su bodega en Elciego, Marqués de Riscal ha sido un referente en el desarrollo de la viticultura de la zona. Pionera en introducir en España los sistemas de elaboración y crianza de Burdeos, no ha cesado de innovar, con estudiada y laboriosa paciencia, teniendo como protagonista al descendiente directo del fundador, Francisco Hurtado de Amézaga. Ahí está la implantación de un nuevo sistema de calidad en la selección del viñedo; la introducción del proceso de selección manual de la uva; la inyección de nuevos aires a los vinos riojanos con su marca Barón de Chirel; o su incursión, allá por los años setenta, en la comarca de Rueda para elaborar vinos blancos. Ahora, tras mucho recorrer caminos, sus ojos se han fijado en Toro.
Esta zona vinícola, al igual que otras como La Mancha o Priorato, está captando el interés de varias firmas bodegueras que a corto plazo edificarán su bodega y sacarán sus primeros vinos con o sin D.O. Para Francisco Hurtado de Amézaga, su incursión en Toro tiene un planteamiento distinto: es evidente que habrá tarde o temprano una bodega, pero su principal interés se centra en la tierra que pisa, en el viñedo que está adquiriendo.
Desde 1998, Marqués de Riscal está comprando hectáreas de terreno en los municipios de Toro y San Román de Hornija. La idea es llegar a las 200 en el 2002/2003. Hasta ahora ha adquirido 30 has. en Toro y 150 has. en San Román de Hornija. «Un terreno de unas características magníficas para la viña», afirma Francisco. El suelo está formado por elementos provenientes de la descomposición y disgregación de areniscas, arcillas y calizas. Su estructura permite fácilmente la penetración en profundidad de las raíces. Son suelos calientes que preservan a la viña de las heladas. El clima que los ampara es extremado y continental, con influencias atlánticas, mucho frío en invierno, con gran número de horas de sol, y poca humedad ambiental.
Del total de terreno adquirido hay 30 has. en San Román plantadas con viñas viejas de Tinta de Toro de «una calidad excepcional», mientras que en el resto se están llevando a cabo nuevas plantaciones.
Todo el viñedo se dedicará a la variedad Tinta de Toro, y para ello se está trabajando con clones especiales de alto nivel cualitativo. «Nuestro objetivo prioritario es analizar y contrastar las calidades que estamos obteniendo. Tenemos muchas esperanzas en esta zona y confiamos en lograr una gama de vinos acorde con lo que buscamos». Pero no todo son futuribles: Riscal ya lleva tiempo elaborando vinos con las uvas de Toro, aunque con un destino exclusivamente para la exportación. No tiene D.O. y su vinificación se hace en Rueda. Los resultados están por venir, pero, no tardando mucho, hablaremos de los vinos de Toro del Marqués de Riscal.