- Redacción
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- 2001-06-01 00:00:00
Con tanta precisión como romanticismo se ha definido al Sauternes como el vino de las hadas. Y lo es, aun más, cuando se envuelve en un decorado de ensueño como la residencia y los jardines de Château de Malle, un obligado alto en el camino que recorre la ribera del Garona.
Una sonriente historia cincelada en piedra salpica el parque y un viñedo que se integra como la prolongación del jardín. Figuras mitológicas, infantes regordetes ceñidos de pámpanos y racimos, alegres vendimiadores, jalonan el paseo en terrazas, recordando en cada rincón que esta es una tierra consagrada al vino, el reflejo de una historia de amor que se mantiene viva.
Comenzó en los albores del S.XVII, cuando Jacques de Malle, por entonces presidente del Parlamento de Burdeos, hizo construir la casa, a la vez acogedora y regia, digna de una princesa. Y como tal, entró en los dominios su esposa, Alexandre Eutrope, marquesa de Lur Saluces, una de las más ilustres familias de la aristocracia del Piamonte, una dama memorable que impuso su gusto italiano en la estética del parque, y su herencia en el conocimiento y el amor a las viñas. De allí, de dos ramas familiares, procede Chateau d’Yquem y la actual generación que regenta Château de Malle. Una generación que, una vez más, como tantas en la alta viticultura francesa, está representada por una mujer. La Condesa de Bournazel mentiene vivo y pujante el legado de su esposo Pierre, y junto a sus hijos mima la producción limitada y exquisita de la casa.
El viñedo y las variedades reflejan el carácter fronterizo de su ubicación, y permiten elaborar cuatro vinos bien diferentes, un gran Sauternes, Château de Malle, consagrado por la clasificación imperial desde 1855, y tres Graves, un blanco típico, inconfundible por la expresión del terruño, del que solo salen cinco barricas al año etiquetados como M. de Malle, y dos tintos, el aromático y vivaz Château de Cardaillan y el complejo y profundo Château Tours de Malle, envejecido en roble y dispuesto a seguir madurando, a superar el tiempo con el mismo esplendor con que lo ha hecho la casa. Cuatro siglos han dejado allí su sello pero esa imagen variopinta de estilos y épocas se amalgama y convive como feliz reflejo de ayer, hoy y mañana.
Bien merece una visita. Las puertas están abiertas de abril a octubre, y se pueden concertar catas para grupos escribiendo o llamando a:
Châteu de Malle
33210 Preignac (Bordeaux)
Tel. 00 33 556 62 36 86
www.chateau-de-malle.fr