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Castillo de Cuzcurrita: La resurrección

  • Redacción
  • 2001-10-01 00:00:00

Cuando ya casi empezaba a formar parte del recuerdo, vuelve al panorama vinícola español una de las bodegas más bellas y arraigadas de La Rioja, Castillo de Cuzcurrita, ubicada en el término de Cuzcurrita del río Tirón.
Han tenido que pasar más de diez años para que el destino y las ganas de hacer buenos vinos hayan unido a una empresa de artículos de lujo como Bergé (automóviles, barcos...) con una de las enólogas más reputadas de nuestra privilegiada cantera de técnicos viajeros, Ana Martín, y juntos retomar la actividad vitivinícola de esta casa riojana.
Desde finales de los años ochenta, Castillo de Cuzcurrita estaba prácticamente abandonada, se había dejado de elaborar vino y tan sólo quedaban como testigo de su actividad unas viñas viejas, un hermoso castillo y una bodega en desuso. El grupo Bergé, siempre ávido en buscar enclaves con encanto para realizar presentaciones, viajes o cualquier promoción de empresa, vio en este paraje el lugar ideal para agasajar a sus invitados. En un principio se centraron los esfuerzos y las inversiones en el castillo, cuyo estado de conservación no era malo pero necesitaba una reforma en su conjunto, para seguidamente poner en marcha un proyecto con más enjundia y a la par ilusionante: elaborar vinos, «vinos de prestigio». Los responsables de Bergé querían plasmar en este proyecto la filosofía de los Châteaux franceses, y Castillo de Cuzcurrita contaba con los atributos básicos para lograrlo, sólo faltaba encontrar la persona que lo llevara a la práctica y marcara las pautas para trabajar las viñas y elaborar los vinos. Ana Martín entró a formar parte de esta aventura vinícola en mayo de 2000 y afirma que ha sido uno de los retos que más le han entusiasmado porque, aunque se contara con pocos medios técnicos, existía y existe un potencial magnífico en el viñedo para sacar vinos originales y de gran calidad. En total la bodega cuenta con 8 hectáreas de viñas viejas de la variedad Tempranillo, con ellas Ana ha elaborado la cosecha del 2000, en la que ha vigilado la viña para lograr unos rendimientos óptimos y ha seleccionado la uva al pie de la cepa. Los resultados para Ana son excelentes en cuanto a calidad y cantidad, se han elaborado 20.000 litros que ahora mismo están envejeciendo en barrica. Su destino todavía está por determinar aunque seguramente salga como Reserva Especial, pero todavía es pronto para decidir.
Uno de los requisitos que se han marcado en este nuevo proyecto de Cuzcurrita es no tener prisa, la prioridad es la viña y contar con uva de primera calidad. Ella es la que manda, y sí no se dan los parámetros necesarios para el «top» de calidad que se busca, el vino no sale. Por el momento ahí están los primeros 20.000 litros, pero en un futuro se espera alcanzar los 70.000 y 50.000 botellas. En cuanto al viñedo se está trabajando concienzudamente para sanearlo al cien por cien, aunque también se intentará llegar a acuerdos con los viticultores de la zona para adquirir uva, una uva de viña vieja que cuente con la garantía y el cuidado propio de la bodega. En cuanto al nombre de los vinos se barajan dos marcas del pasado de la firma riojana, que el grupo tiene registradas, Castillo de Cuzcurrita y Señorío de Cuzcurrita, pero todavía es pronto para saber cuál de ellas dará nombre al futuro reserva o sí saldrán dos tipos de vinos. La rehabilitación de la bodega, que correrá a cargo del prestigioso arquitecto Jaime Gaztelu, también está por hacer, aunque, no tardando mucho, Castillo de Cuzcurrita recuperará su esplendor y, con él, todo el tiempo perdido.

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