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El vino en internet - Entre viñas y Bytes

  • Redacción
  • 2001-10-01 00:00:00

Por un lado Internet, donde la
información da la vuelta al mundo
a velocidad vertiginosa, y por el otro,
el sosegado vino que, como todo el mundo sabe, requiere un acercamiento muy paciente –¿habrá dos cosas más radicalmente opuestas? Quizá no. Sin embargo, hoy por hoy también es posible hundirse profundamente en el mundo sensual del zumo de la vid a través del www.
Thomas Vaterlaus nos habla de su amor/odio al vino en la red.

«En busca del tiempo perdido» Siempre que reflexiono acerca del vino, recuerdo el célebre ciclo de novelas de Marcel Proust. En esta obra desempeñan un papel principal las asociaciones espontáneas de recuerdos. Alguien se toma una taza de té por la tarde: al mojar una pastita en el cuenco, recupera una situación de su infancia, olvidada hace mucho. En el vino también se oculta toda esa fuerza de la percepción sensorial. La cultura del vino no es imaginable sin el recuerdo. Sólo gracias a él siguen vivos en Burdeos grandes vinos como el de 1928, 1945 ó 1961. Por ello, el vino es enteramente parte de ese viejo mundo, tal y como aparece en Marcel Proust, entre otros, que hoy nos parece infinitamente lento. El vino no se deja acelerar en su ser primigenio, ni sistematizar y mucho menos globalizar (sólo su comercio se deja globalizar). Mientras que en nuestra vida cotidiana la aguja del tacómetro cada vez indica más velocidad (e-mails), el vino, terco y obstinado, ha mantenido su ritmo y todavía se permite madurar una vez al año solamente. No es el omnipresente mercado el que dicta las cantidades disponibles, sino la naturaleza, o mejor dicho, el tiempo con su creciente imprevisibilidad. Con ello, el vino se convierte cada vez más en un caso excepcional y, así, nos enseña lo que podría describirse con otra perífrasis, también tomada del título de un libro: «El descubrimiento de la lentitud».

Hace poco, sentado en la cocina con unos amigos ante una botella de Château Rayas del 92, charlando sobre el vino en Internet, mis pensamientos vagaban para aterrizar en aquel cálido atardecer de Provenza, en el que yo estaba sentado frente al ya difunto Jacques Reynaud, el propietario de Château Rayas, y no podía apartar la vista de esa ventana que parecía flotar en la niebla tras mil telarañas ennegrecidas. Tuve la sensación de que aquel lugar pertenecía a un mundo propio y poseía un tiempo propio. Y me preguntaba qué opinaría de Internet Jacques Reynaud, para quien un equipo de embotellado ya era una máquina infernal. Mis pensamientos siguieron vagando hasta Artur Barros, de 62 años, que no ha modificado nada en su bodega de Madeira, en Funchal, desde que se hizo cargo del negocio de su padre hace 25 años. Las barricas proceden de su bisabuelo, y la antiquísima máquina de escribir de la oficina, de su abuelo. En una estantería desgastada hay una radio desvencijada de hace 60 años, a la que hace poco le hizo cambiar un tubo, cosa harto difícil, puesto que hoy día ya nadie conoce el oficio: sólo saben cambiar la pieza entera, se queja. Por cierto que los vinos de Artur Barros sólo se pueden comprar al contado (los más antiguos y mejores fueron embotellados por su abuelo). Si alguien saca una tarjeta de crédito, él sonríe ligeramente y dice lacónico: «Please go to the bank!», por favor, vaya al banco.

Frente a este pensamiento arraigado en vinicultores tan tradicionales se sitúa la vida extremadamente acelerada, impulsada por nuestras gigantescas redes de comunicación. Ya hace 15 años, el filósofo Paul Virilio calificó como Apartheid electrónico este simultáneo, aparente y engañoso participar en todo. Acuñó el término de quietud vertiginosa. «Ya no cabe ninguna duda de que, en el futuro, cualquier actividad humana será como estar en un vehículo de carreras, en el que el conductor primero ha de dominar la aceleración y mantener la máquina en el carril, sin observar los detalles del espacio que le rodea. Independientemente de que estemos en casa o de viaje, ya no se tratará de admirar el paisaje, sino únicamente de supervisar las pantallas, las escalas, el control de su tren interactivo», escribe Virilio. Visto así, el misterio del vino y la superautopista virtual de la información aparecen como dos mundos totalmente distintos, incluso quizá como los imaginablemente más opuestos.

En la world wide web chocan estos contrastes. Durante mucho tiempo estuve oponiéndome a la red por principio. Pero ahora me ha convencido de sus ventajas. Las informaciones disponibles y la variedad precisamente en opiniones sobre el vino son inmensas. A diferencia de los libros sobre vinos, que pronto se quedan obsoletos, los sitios de vinos bien asistidos siempre están actualizados.

Más que la cantidad de información, en la red sorprende la multiplicidad de opiniones. Mientras que en el campo de la letra impresa algunos papas del vino intentan defender su posición con uñas y dientes, en la red cualquiera puede divulgar su opinión. Muchos aficionados al vino lo hacen de forma campechana, refrescante, incluso francamente original y burlesca. Es increíble lo que se les pasa por la cabeza a algunas personas cuando beben vino. En la www cada vez más fincas vinícolas se anuncian a sí mismas con un nivel de emoción al que los declarados puristas del vino tampoco pueden mantenerse ajenos.
Seleccionamos www.bpdr.com y nos recibe la baronesa Philippine de Rothschild en persona, nos toma virtualmente de la mano y, con voz sonora, nos conduce por la legendaria finca de su padre. Cuando caminamos virtualmente por esta finca, apenas podemos creer que hace 70 años allí no había ni luz ni canalización y que el legendario barón vivía como en la Edad Media. Admiramos la viva fuerza sugestiva que es capaz de desarrollar un sitio web cuando está hecho con sonido e imagen en movimiento y nos habla personalmente la propietaria de la finca. En www.chateau-haut-bailly.com da la bienvenida a los visitantes una tranquilizadora música de piano que se funde poco a poco con el piar de los pájaros (posiblemente los del parque del château). Y después, nos hundimos profundamente en el cosmos individual de esta finca vinícola. Partimos desde la perspectiva de pájaro, muy alta sobre Francia, y con un clic nos acercamos a Burdeos; después nos internamos en la zona de viñedos de Pessac-Léognan y así sucesivamente, hasta que finalmente aterrizamos en medio del viñedo y descubrimos dónde están exactamente las viejas cepas, dónde madura el Cabernet Sauvignon y dónde el Cabernet franc. La puesta en escena virtual del inglés Sir Peter Michael (www.petermichaelwinery.com), que hace su vino en el Knight’s Valley (Sonoma), en el norte de California, es tan elegante y excepcional como sus vinos. Este sitio está marcado por el espíritu de una cuidada edición impresa; en su clara maquetación encontramos imágenes magníficas muy bien ambientadas de la vinicultura en Sonoma y una buena dosis de información. El párrafo sobre la historia del rancho Sugarloof en el idílico Knight’s Valley nos retrotrae a los tiempos de los colonos del «viejo oeste».

Es realmente divertido visitar sitios como éste. Y según dicen, esto no es más que el principio. Diversas fincas vinícolas piensan instalar cámaras para un acceso permanente en directo desde la red. Dentro de poco podré mirar, nada más levantarme, qué tal han pasado la noche las cepas de Château Latour. A principios del verano, podré controlar si el crecimiento de las uvas en los viñedos de To-Kalon, de Mondavi, se ha adelantado con respecto al de Burdeos. Y cuando sople el Mistral una vez más, podré sufrir en directo con las cepas Mourvèdre en el Domaine de la Courtade, en la isla provenzal de Porquerolles. Es imaginable que pronto los vinicultores nos expliquen por internet durante un minuto cada noche lo que han hecho ese día en el viñedo y en la bodega.

La red nos acerca al vino. Pero ni quiere ni puede sustituir al hecho de beber vino ni al de atravesar las oscuras bodegas llenas de telarañas. La www nunca nos quitará el ver, oír, oler y gustar por nosotros mismos. La red, además, también está muy lejos de pretender convertir en adictos a la técnica a personalidades carismáticas como Artur Barros. Ese buen hombre de Funchal podrá seguir escuchando música tranquilamente en su vieja radio de tubos y hacer que sus clientes paguen en efectivo. En el cosmos del vino caben muchos mundos, viejos y nuevos. La www sólo es una oferta. Se puede aceptar (casi no cuesta nada) o no. Eso es lo bonito, ¿verdad?

GuíaVinumVinos en la Red
Ningún otro producto estimulante está tan omnipresente en la red como el vino. Cientos de miles de páginas de internet están dedicadas a este zumo de la vid. Frente a la avalancha de información virtual, resulta imposible llevar a cabo una selección objetiva y representativa.
Por ello, para realizar la selección que presentamos a continuación, la redacción de Vinum se ha centrado en el talante informativo de los sitios web de asociaciones, agrupaciones de vinicultores, medios de comunicación y, sobre todo, de vinicultores y bodegas concretos. Estos son los que tienen mayor probabilidad de garantizar una información de primera mano.
Aun así, nuestra selección es subjetiva. El equipo de Vinum no se ha limitado a visitar y valorar los sitios de las fincas más conocidas, pues lo que hemos considerado más importante es presentarles sitios que nos han parecido logrados en cuanto a su valor informativo y su realización.
Los sitios están ordenados por regiones vitícolas. En cada apartado encontrarán también una o más direcciones genéricas con informaciones generales y muchos enlaces (links) directos a fincas vinícolas que no hemos enumerado aquí. A través de estas direcciones genéricas, nuestra guía web de vinos los conducirá por miles de viñedos. ¡Que se diviertan!

EL CRITERIO DE PUNTUACIÓN:
Como se desprende de nuestro sistema de calificación, en Vinum valoramos fundamentalmente el contenido y la actualidad, siguiendo fielmente el siguiente lema: mejor un buen paquete de información que mucho efecto visual y acústico, aburrido al cabo de poco tiempo, y que requiere demasiado espacio en el ordenador. Indicamos en cursiva los idiomas en los que están disponibles las páginas.

Actualidad y contenido
informativo: 1 a 4 puntos máximo
Facilidad de uso y manejo: 1 a 2 puntos máximo
Atractivo, diseño web: 1 a 2 puntos máximo

quÉ significan las calificaciones
hasta 3 puntos no merece la visita.
4 a 5 puntos ofrece lo que en la actualidad se espera de un sitio web profesional.
6 a 7 puntos sitios bien realizados con un contenido superior a la media.
8 puntos de lo mejor que actualmente se puede encontrar sobre el vino en la red.

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Aun así, nuestra selección es subjetiva. El equipo de Vinum no se ha limitado a visitar y valorar los sitios de las fincas más conocidas, pues lo que hemos considerado más importante es presentarles sitios que nos han parecido logrados en cuanto a su valor informativo y su realización.
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EL CRITERIO DE PUNTUACIÓN:
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