- Redacción
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- 2002-02-01 00:00:00
Si en esto de hacer vino, la veteranía es un grado, no es menos cierto que solo la pujanza de una juventud sabia y un punto osada puede abrir nuevos caminos.
En el otero elegido, en medio del viñedo, el proyecto de la bodega tomó forma de un modo, cuando menos, inusual. Carlos San Pedro, encaramado en el cestillo de una grúa va indicando al maquinista: «arriba, más arriba, un poco más... Aquí. Aquí debe ir el mirador».
Ahora, unos meses después, solo falta colocar las ventanas. Y no hace falta buscar explicación al nombre con el que este bodeguero de 28 sabios años, innovador, entusiasta y osado ha bautizado su casa y su labor. Pujanza es «arriba, más arriba».
Bajo ese mirador ha crecido una bodega diseñada por él y su equipo, desde el color del suelo al entarimado del techo de la nave de barricas y a la imagen y vestido del vino. Diseñados casi con la misma seguridad y desparpajo con que elabora independiente desde hace tres vendimias.
El Pujanza nació en la cosecha 98 y durmió en barrica durante 13 meses. El siguiente, el 99, se crió a lo largo de 17 meses, mientras que su presunto sucesor, el 2000 , no cumplió las expectativas de calidad y, simplemente, no saldrá.
Y tampoco el vino de maceración carbónica, el potente Qertos, se elaborará todos los años, solo cuando la propia uva lo «pida».
No hay normas preestablecidas, incluso la fórmula de una bodega en la finca, en la viña, es nueva en la Rioja Alavesa. Carlos lleva soñando desde niño en ese preciso lugar, ese puesto de observación frente a la impresionante belleza de la villa, de Laguardia encaramada en su roca y ante el horizonte de la viña. Es la herencia sentimental y práctica de una familia de vinateros, la escuela de un abuelo que fue el primero en embotellar en la región.
Su Viña Valpoleo son 15 hectáreas que ascienden por la falda de Sierra Cantabria hasta el límite geográfico, o lo que es lo mismo, hasta la excelsa calidad que anuncia un vino especial con elaboración y nombre propio (¿Norte?). En la bodega hay llenas 200 barricas, y esperan otras 150 nuevecitas, envueltas en su celofán. Después de varias experiencias, Carlos y la bodeguera, Marta Apellaniz, han seleccionado roble Allier y Ronser, y ambos coinciden en hacerlas trabajar sólo durante tres años.
Por eficacia y por mimo, por una estricta filosofía de producción limitada y de calidad. Las mismas razones que les han llevado a elegir depósitos pequeños y tinos para elaborar por parcelitas y por momentos de vendimia, es decir, por hilar fino, como sólo pueden hacerlo los conocedores, distinguiendo y destacando sutiles diferencias entre el Tempranillo privilegiado de una tierra privilegiada.
Bodegas y Viñedos Pujanza
C/ Mayor 45 01300 Laguardia (Álava)
Tel y Fax 941 600 548