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Lo mejor de los mejores vinos de España

  • Redacción
  • 2002-06-01 00:00:00

Un concepto se está extendiendo por el paisaje vinícola español. Aunque no se menciona en ninguna etiqueta, está en boca de todos. Unos lo consideran el ideal, otros, palabras hueras: «vinos de alta expresión». Nadie sabe con exactitud quién inventó esta formulación. Parece ser que fue el redactor de una revista especializada en vinos en La Rioja, cuando en los años noventa escribía sobre una serie de vinos experimentales con un contenido máximo de alcohol, color, taninos y extracto. Al cabo de muy poco tiempo, el concepto se volvió verdaderamente inflacionario. ¿Quizá porque la connotación implícita es que a los demás vinos les falta fuerza expresiva? Ningún productor soportaría impasible que le dijeran semejante cosa. Pero esta expresión ha llegado a designar tipos de vinos muy distintos. En el peor de los casos, se trata de puros productos de márketing en botellas elegantes, con ostentosa fruta, taninos y madera nueva, pero que ni acompañan una comida, ni soportarán los años de guarda en bodega. Otros son vinos de diseño al estilo internacional, para los que a menudo se plantan expresamente viñedos con variedades extranjeras. Las minicosechas se elaboran en barricas procedentes de Hungría, Chechenia, Yugoslavia... cuanto más exótico, mejor. Pero en el mejor de los casos, los «vinos de alta expresión» son vinos en los que una variedad de uva y/o un terruño encuentran su más alta expresión. Por lo general, proceden de cepas viejas, que a veces incluso conservan sus propias raíces y que crecen en condiciones extremas en lo que respecta al viñedo o al clima. Se vinifican aplicando las técnicas de bodega más modernas. El ejemplo más célebre es el Ermita, de Álvaro Palacios, un Garnacha que crece en los empinados viñedos de suelo de pizarra del Priorato -aunque éste ya existía antes de que surgiera la denominación «vinos de alta expresión». Pioneros del vino como Miguel Torres, Jean León y René Barbier se pueden contar tranquilamente entre los precursores de los «vinos de alta expresión», en el mejor sentido de la palabra. Hoy por hoy se sitúan en primera fila de este movimiento francamente positivo enólogos que estudiaron o trabajaron en el extranjero durante los años ochenta y noventa. Su reentrada en el escenario del vino español no siempre fue suave. Muchos de ellos eran los hijos de bodegueros ya establecidos desde hace largo tiempo, que sólo tras fuertes discusiones pudieron producir los vinos que imaginaban. Pero quizá precisamente esta circunstancia haya evitado que erraran el tiro por exceso de celo: sus mejores vinos son modernos sin negar sus raíces. No cambia nada un minúsculo porcentaje de Cabernet o Merlot, permitidas en España como variedades de cepa experimentales. Casi siempre se venden con sello de la D.O., a menudo jóvenes, eso sí, lo cual permite al enólogo definir de nuevo el tiempo de elaboración para cada añada. Pedro Sastre Edad: 40 Trayectoria profesional: De pescador a vinicultor: su abuelo fue un rico terrateniente de La Horra, en la Ribera del Duero, que también tenía cepas, como casi todas las familias de la región. Por suerte, su padre no las arrancó, sino que se unió a la cooperativa local para vender la uva. Cuando a principios de los años noventa la Ribera del Duero se convirtió en el nuevo Eldorado del vino de España, Pedro fundó, junto con su hermano Jesús, las Bodegas Hermanos Sastre. A ellas pertenecen hoy treinta hectáreas de viñedos plantadas de Tinta fina, como se llama allí la Tempranillo. Sólo en 1996, cuando sus vinos ya se contaban entre los vinos estrella, Sastre, este autodidacto del vino, cerró su pescadería. Sus vinos estrella: Viña Sastre, Pago de Santa Cruz, Regina Vides. Sara Pérez Edad: 29 Trayectoria profesional: Una de las mejores bodegueras, y eso que aún no ha terminado su carrera de enología. Sara, que quería estudiar biología, se deslizó automáticamente hacia el escenario del vino: su padre, José Luis Verdú, fue un pionero del Priorato con su finca Mas Martinet, y es unos de los asesores más solicitados del país. Pero ahora parece como si Sara lo estuviera superando. Trabaja en la finca de la familia y es asesora de bodegas en el Priorato, en el Penedés, en Bullas y en Mallorca. Acaba de sacar su primer vino propio. Sus vinos estrella: Venus «La Universal» (16/20); sensacional es el Vall-Llach, que Sara Pérez vinifica para el cantautor catalán Lluis Llach (19/20). Miguel Angel de Gregorio Edad: 38 Trayectoria profesional: Con el Dominio de Conté, un vino de pago que vinificó para las Bodegas Bretón, arrancó a La Rioja de su letargo. En 1998 quiso llegar «más allá»: así se entiende Allende, el nombre de la finca que fundó en Briones. Con ocho hectáreas de viñedos plantadas con cepas viejas, produce tres vinos distintos. Sus vinos estrella: Aurus (16,5/20), Calvario (16,5/20). Enrique Mendoza Edad: 30 Trayectoria profesional: Mendoza ha demostrado que en regiones vinícolas masivas como Alicante también se pueden producir vinos superiores. Su abuelo y su padre aún vinificaban para el consumo propio, sólo Enrique convirtió el vino en negocio en 1989. Su bodega se halla en Alfas del Pi en la Costa Blanca. Abarca cincuenta hectáreas plantadas mayoritariamente con variedades extranjeras (Cabernet, Merlot, Syrah, Pinot noir) y con Moscatel. Además, afortunadamente, los precios siguen siendo bajos. Su vino estrella: Santa Rosa (15/20). Mariano García Edad: 53 Trayectoria profesional: Uno de los viejos maestros de los vinos de terruño españoles. Su carrera comenzó en Vega Sicilia, donde fue durante mucho tiempo el hombre detrás del legendario Único. Desde 1998, Mariano García se dedica a sus propios proyectos, en especial a las Bodegas Mauro en Tudela de Duero, que fundó en 1980. En treinta y dos hectáreas situadas fuera de la denominación de origen de la Ribera vinifica vinos de un solo viñedo con Tinta fina más algo de Garnacha y Syrah. Además son de su propiedad las Bodegas Aalto en Ribera del Duero y las Bodegas Mauro en Toro. Mariano también está solicitado como enólogo consejero (trabaja para Viña Villabuena en La Rioja, entre otras). Su vino estrella: Terreus (17/20).

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