- Redacción
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- 2011-06-01 00:00:00
“Attention, Mesdames et Messieus. Prix de départ de cette barrique d‘excellent Chardonnay es de 2.300, la-bas 4.500, 4.600, 5.000... Le monsieur propose 5.300, qui dit plus? Adjujé à ......”. Así, hasta más de 600.000 euros recogidos en una de las ocasiones más emotivas que nos ofrece el mundo del vino: La subasta de barricas llamada Toques et Clochers, que tiene lugar todos los años en la Cave de Limoux. La misión fundamental de esta gran movida: fomentar el turismo dando a conocer la bella orografía que tiene la comarca de Limoux, en el Languedoc francés, ensalzar la calidad de sus vinos y de paso salvar la plasticidad de sus antiguos campanarios. Hace 22 años, osados visionarios de la Appellation d’Origine Contrôlée Limoux concibieron una forma novedosa de dar a conocer sus vinos. La idea era realmente buena, inspirada en la subasta de barricas de Beaune, en Borgoña, aunque aderezada con un par de alicientes que resultaron determinantes. Por una parte, la preparación de un banquete como fin de fiesta cada año realizado por un gran chef, de los de tres estrellas Michelin, llegados de todo el mundo (incluido nuestro maestro Arzak). Por otra, la intención de mantener vivos y relucientes los campanarios de la comarca, puesto que una parte importante de la subasta servirá para sustentar y reparar esas obras maestras. A la calle La formidable fiesta se organiza el fin de semana siguiente al miércoles de ceniza ya rozando la Semana Santa y se elige cada año uno de los 42 pueblos de la comarca. Gozosa, bulliciosa, plena de animación, con grupos de música de muy distinto estilo tocando en vivo por calles y plazas, y el vino que corre alegre. Mediante un taco de vales, previamente adquiridos, se pueden degustar los vinos expuestos por los vignerons apostados en plena calzada con sus mesas y líneas de vino. En 2011 concretamente, este acontecimiento se ha celebrado en Limoux, la más grande de las localidades, y estaba atiborrado de gente alborozada, deseosa de vino y música. Cabe imaginar el enorme problema que se organizará cuando el pueblo elegido para el evento sea una pequeña aldea; seguro que será casi imposible transitar por ella. Días de récord Llega el día clave. Por la mañana los interesados pueden degustar todas las barricas elegidas para la subasta, para que esta no sea a ciegas. Los Vignerons Sieur d’Arques (la bodega más grande de la región) organizarán la puja de forma muy profesional. Nada menos que la casa Sotheby’s se encarga de llevarla a cabo. Por tradición casi todo el mundo puede pujar; a la cita acuden de todas las partes de Francia, propietarios de restaurantes, enólogos, sumilleres, mâitres d’hotel, y además asistirán compradores internacionales de las más diversas profesiones, aunque les una la pasión por el vino. 2011 se ha constituido como un año de récord. Se han subastado 122 barricas de los cuatro terroirs de la appellation: Méditerranéen, Autant, Océanique y Haute-Vallée. Las cifras se dispararon, jamás se habían pagado 12.500 € por una barrica de Chardonnay, como hizo la propietaria de un hotel parisiense, aunque la media se situó en torno a los 5.000 €. Una vez adquirida la barrica, los elaboradores criarán el vino durante el tiempo que sea necesario. Después el feliz propietario podrá pasar a recoger el vino oportunamente embotellado y luciendo etiquetas personificadas. Fin de fiesta Y llega el remate final, el más sabroso. Un sobresaliente banquete que este año ha preparado el chef revelación de Francia, además nacido en la región, el maestro Gilles Goujon, el último en recibir tres estrellas de la Guía Michelin 2010, que desplegó su arte en un difícil menú. La dificultad estriba en que no lo elaboraba en su casa, en el Auberge du Vieux Puits, cerca de Aude, lo hacía en la Cave, para más de trescientos comensales, un número desconsiderado para esa clase de menú. También el vino era mimado por un gran sumiller, Dominique Laporte. Después de todo esto, los propietarios de las barricas soñarán con su tesoro todas las noches, y la espera seguro merece la pena. Si usted es un aficionado a las subastas y al vino, o viceversa, o tal vez le atrae admirar hermosos campanarios, este es su acontecimiento. Aunque cuantos más aficionados se enteren más subirán las barricas. Cada año, los mejores cocineros del mundo acuden con ilusión al gran acontecimiento del sur de Francia.