- Redacción
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- 2011-06-01 00:00:00
¿Yesca? ¿No les suena? No, no se trata de un nuevo baile de moda en Europa, sino de algo bastante más desagradable: junto con otros tres malhechores, la yesca es una de las enfermedades de la vid que quita el sueño a los viticultores. De entre los enemigos de la vid, ¿cuál es el mayor villano? Apuesto a que están pensando en la filoxera. Y es cierto que este insecto le ha atizado a la vinicultura de Europa el golpe más devastador que ha sufrido hasta la fecha. Hacia 1850 la filoxera entró en nuestro continente gracias a un invento que, en realidad, debería considerarse un progreso: el barco de vapor, que redujo a diez días la travesía del Atlántico. Antes, estos insectos no habrían sobrevivido el largo viaje en barco de vela en los cuidadosamente empaquetados plantones de cepas americanas. Irónicamente, estaban empezando a introducir estos plantones porque eran inmunes al verdadero mildiú, que también había llegado a Europa cruzando el charco algunos años antes. Así que el remedio fue peor que la enfermedad. Una de las primeras medidas que se tomaron contra el parásito refleja la más pura desesperación: con una jeringa gigante inyectaban en el suelo que rodea la vid sulfuro de carbono, una sustancia explosiva que, en sobredosis, no solo elimina al parásito sino también la cepa. Pasaron años hasta que se descubrió que el método más eficaz contra la filoxera era injertar variedades europeas en pie americano y muchos más hasta que este sistema se pudo aplicar extensivamente. Después le siguió el falso mildiú, la siguiente plaga. Hay que reconocer que en la actualidad ya no se producen tales catástrofes. Pero eso no quiere decir que los vinicultores tengan una vida tranquila: además de los sospechosos habituales, como las enfermedades provocadas por el mildiú, en los últimos años se les ha sumado toda una paleta de nuevos modos de contagio, agentes patógenos y síntomas, que hacen que los viticultores se tiren de los pelos. No hay soluciones rápidas a la vista Es evidente que no caen del cielo, pero hasta ahora no existen en la misma medida, o bien están muy reducidas geográficamente. Actualmente, en nuestras regiones se están incluyendo masivamente en el plan los doctores de plantas. Se diagnostica, se investiga, se desarrolla y se trata –y deberíamos ser conscientes de que todo el asunto durará más que una temporada de House. El doctor Beate Berkelmann-Löhnertz, del Instituto de Investigación de Geisenheim, centra sus trabajos en las enfermedades de la vid, antiguas y modernas, que se están convirtiendo cada vez más en una plaga. La más temida es la yesca. Esta enfermedad de la vid ya fue descrita en la Antigüedad. Un complejo de hongos provoca, en un proceso agudo, la muerte súbita de la cepa; en el caso de un proceso crónico, la vid se va consumiendo lentamente. Uno de los agentes patógenos es la yesca (Fomitiporia mediterranea). Yesca como esa materia muy seca y rica en oxígeno preparada de modo que cualquier chispa prende en ella, y para eso se empleaba antiguamente. Según Berkelmann-Löhnertz, todavía no se han investigado a fondo ni el origen ni el motivo de la extensión de la yesca y otras nuevas enfermedades provocadas por hongos: “Partimos de la base de un conjunto de causas: la vinicultura ha cambiado radicalmente en las últimas tres décadas. Pasados los años en los que las cepas se abonaban mucho, siguieron años de cero abono. Todo ello, además del extremo calor veraniego, puede provocar estrés hídrico, que favorece la aparición de enfermedades. Debido al cambio climático, la cepa brota antes y, así, también es propensa antes a las enfermedades. Los agentes patógenos disponen de más tiempo para atacar a la planta y multiplicarse. Las situaciones de mayor estrés provocarán la aparición de la enfermedad yesca. Los hongos duermen en el tronco leñoso, como silenciosos compañeros, sin causar ningún daño. Pero cuando cambia la situación de las sustancias nutrientes, por ejemplo por falta de agua, el equilibrio se rompe muy rápidamente y los hongos empiezan a ser dañinos.” Estrés por sequía extrema Al calentarse el clima, también proliferan las bacterias y los insectos. Juntos provocan, por ejemplo, la flavescencia dorada, que da muchos quebraderos de cabeza a los vinicultores. “La cigarra precede a la enfermedad”, explica Lukas Schaub, inspector de la Protección de Vegetales de Agroscope, en Nyon, junto al lago Lemán (Suiza). En el Tesino vive este malhechor, el cicadélido americano, ya desde hace 40 años, pero hasta ahora chupaba la savia de las cepas sin perjudicarlas. Pero desde el año 2004, momento en que apareció por primera vez la flavescencia dorada en un viñedo del Tesino, el insecto se ha encargado de propagarla. “Lo peligroso es la transmisión de la enfermedad de cepa en cepa a través del cicadélido. Es como un incendio que se va extendiendo lentamente y que intentamos frenar. Una situación catastrófica se produce cuando llegan plantas enfermas a zonas donde el cicadélido ya estaba asentado.” Hasta ahora, los focos patógenos en el Tesino son casos aislados. Pero desde hace algunos años, el cicadélido también se ha asentado en los alrededores del lago Lemán. El peligro amarillo-dorado también podría extenderse hasta el oeste de Suiza a través de vides infectadas. Declaración obligatoria Por ello, la flavescencia dorada se trata como una enfermedad de cuarentena obligatoria. Se toma una muestra que se analiza en el laboratorio. Si el resultado es positivo, se arranca la cepa y sus vecinas. Si en un viñedo hay varios focos de infección, incluso se llega a arrancar una parcela entera. En Suiza, por ejemplo, se han tomado el tema muy en serio y se han endurecido las reglamentaciones para el comercio y el manejo del material vegetal. El viverista de cepas Andreas Meier lo explica: “Si vendemos vides para plantar, estamos obligados a proveerlas de un certificado de salud. Y desde 2009 tenemos que añadirle el certificado de nivel ZP-D4, que garantiza que las plantas proceden de una zona no afectada por la enfermedad. Para quien quiera poner en circulación material vegetal procedente de regiones afectadas -continúa Meier-, existe una máquina especial en la que habrá de introducir las plantas, hundiéndolas en agua caliente a 50ºC durante 45 minutos, para matar el agente patógeno. Suiza está bien preparada y ha adquirido una de estas máquinas de termoterapia para tratar los viveros en caso de que fuera necesario. Además, se ha realizado un muestreo de los viñedos de nueva plantación y de los viveros.” ¿Y en el futuro? ¿Qué más fatigas esperan a los vinicultores? En California campa a sus anchas ya desde hace años la enfermedad de Pierce, una bacteria transmitida también por cicadélidos. En Europa todavía no se conoce ningún caso. Pero si llegaran a cruzar el Atlántico cepas infectadas, la bacteria podría utilizar los cicadélidos locales como vector para diseminarse. Y, como hombre prevenido vale por dos, como dice el inspector de Protección de la Vid: “El material vegetal que llega de América obligatoriamente debe someterse a la prueba de detección de esta enfermedad. Y también necesita una autorización de importación.” El mensaje queda claro. Y todos aquellos a los que les gusta intercambiar plantones, aunque sólo sea de la pérgola de la casita de veraneo en el Tesino, deben ser conscientes de ello: El peligro es de tamaño diminuto, viaja con ellos y puede provocar daños inconmensurables. Como antaño la filoxera. Enfermedades que amarillean las hojas Los agentes patógenos de las enfermedades que amarillean las hojas son bacterias especiales (fitoplasmas) que sólo pueden existir dentro de células vivas. La transmisión se realiza a través de insectos vectores que pican y chupan, sobre todo algunos tipos de cigarra que, con el cambio climático, van extendiéndose de Sur a Norte. Hongos Las esporas de los hongos no necesitan transmisores vivos, porque son capaces de extenderse con el viento y el agua. Un clima húmedo y cálido dispara su proliferación. Debido al calentamiento global y las abundantes precipitaciones en algunas zonas, hay que prever una mayor proliferación. Madera negra de la vid Síntomas: Las hojas viran de color y se enrollan. En el otoño, en los sarmientos no se produce la lignificación. En invierno, los sarmientos se vuelven negros y mueren. Agente patógeno: Un fitoplasma cuyas plantas huésped son unas plantas trepadoras llamadas correhuela y también las ortigas. Vector: El fulgórido Hyalesthes obsoletus. Sus larvas viven en la tierra hasta abril. Solo cuando los insectos empiezan a volar, chupan la savia de sus plantas huéspedes favoritas, correhuela y ortiga. La vid es una víctima casual. Por ello, las cepas infectadas no suponen un peligro. Medidas de control: Eliminar minuciosamente todos los sarmientos afectados. Flavescencia dorada Síntomas: Muy similares a los de la madera negra de la vid. Por ello, solo se puede diagnosticar esta enfermedad por medio de análisis de laboratorio. Agente patógeno: Fitoplasma. Vector: Un cicadélido americano que vive sobre todo en la planta de la vid y, por ello, transmite rápidamente la enfermedad (abreviada FD) de cepa en cepa. Y además, el hombre, que disemina plantas de vid infectadas. Medidas de control: Esta enfermedad es de declaración obligatoria y hay que arrancar las cepas enfermas. Si el cicadélido aparece en una zona afectada por FD, debe ser combatido con insecticida. Yesca Síntomas: Proceso patológico crónico: las hojas amarillean, se producen manchas atigradas y en los sarmientos no se produce la lignificación, convirtiéndose en una masa esponjosa. Proceso patológico agudo: apoplejía, es decir, la planta de la vid muere durante el verano. Agente patógeno: Un complejo de hongos. Uno de ellos es la Fomitiporia mediterranea. Medidas de control: En la práctica, tratar el tronco con pesticidas es demasiado laborioso; habría que inyectar el pesticida en el tronco. Por ello, las plantas infectadas se cortan y se queman. Como medida preventiva, habría que evitar hacer cortes grandes durante la poda. Podredumbre negra Síntomas: En mayo aparecen en las hojas las primeras manchas de color marrón claro con un cerco negro. Las hojas se marchitan. Si el proceso es agudo, la cepa habrá perdido todas las hojas para el otoño. Entonces la planta ya no puede realizar la fotosíntesis y las bayas no maduran lo suficiente. Si la enfermedad afecta a los racimos al principio de la maduración, las uvas se arrugan y se momifican. Agente patógeno: Un hongo que llegó desde América ya a finales del siglo XIX. Medidas de control: Vinicultura integrada: los medios efectivos contra el mildiú también lo son contra la podredumbre negra. Vinicultura ecológica: eliminar las hojas y sarmientos afectados. Para prevenir su extensión, hay que arrancar las parcelas letalmente afectadas. «La vinicultura ha cambiado radicalmente en las últimas tres décadas. Pasados los años en los que las cepas se abonaban mucho, siguieron años de cero abono». Beate Berkelmann-Löhnertz Instituto de Investigación de Geisenheim Entrevista «Para que los vinos expresen un paisaje a través de la uva, esta debe producirse en un entorno vivo» Joan Rubio Enólogo de Cava Recaredo Sois la primera bodega elaboradora de cava en conseguir el certificado Demeter. ¿Cómo y por qué os decidisteis a dar este paso? Es un paso fruto de una evolución, empezamos hace cinco años aplicando los principios de este tipo de agricultura en tres hectáreas. Hemos invertido muchos esfuerzos en investigación y en formación, y en la actualidad cultivamos 75 hectáreas de tierra de forma biodinámica, de las cuales 45 son viñedos. Según Demeter Internacional, somos la primera cava certificada. Para nosotros el certificado no es el objetivo, con la biodinámica aplicamos un tipo de agricultura muy respetuosa con el medio ambiente y con el hombre, que se sustenta sobre la base de cultivar con la vida. ¿Influye en vuestros vinos o solo es cuestión de filosofía de empresa? El vino contiene al paisaje que cíclicamente se produce en un viñedo. Cuando cultivamos las cepas influimos desde la raíz más profunda hasta las hojas más jóvenes. Para que los vinos puedan expresar un paisaje a través de la uva, esta debe producirse en un entorno vivo. El cultivo biodinámico mejora el cultivo y además influye muy positivamente sobre nuestros cavas. ¿Cómo se consigue controlar los hongos y enfermedades de la vid sin emplear fungicidas tradicionales? Los hongos y las enfermedades de la vid son formas de vida. Sus efectos pueden minimizarse si están envueltos en muchas otras formas de vida. Cultivamos potenciando la biodiversidad en el suelo y en la cepa con la implantación de cubiertas vegetales, con la aplicación de abonos naturales que comportamos nosotros mismos. Utilizamos también tisanas de diferentes plantas -básicamente de cola de caballo y de ortiga- que pulverizamos sobre el viñedo. Se habla de los nuevos parásitos de la vid. ¿Cuáles son los que más te preocupan? ¿Crees que existe alguna relación con el cambio climático? No estoy muy preocupado debido a que actualmente no estamos afectados por los nuevos parásitos de la vid. La proliferación de la flavescencia dorada está controlada. Quizá las enfermedades de la madera sean las que están avanzando más, pero pienso que es debido mas causas culturales que al cambio climático. La influencia del cambio climático la percibimos más sobre el ciclo de la vid y sobre la maduración que sobre la sanidad vegetal. Joan Rubio pertenece a una familia de pequeños viticultores del Penedès, estudió Enología en la escuela de Espiells en 1990 con Joan Milà, del que afirma haber recibido una profunda formación técnica y humana. También estudió en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, donde conoció a Ton Mata, y empezó a trabajar en Recaredo en 2001, aunque sin abandonar el viñedo familiar. En Recaredo empezaron a implantar el cultivo ecológico en el año 2004, y dos años más tarde llegaría el cultivo biodinámico. Actualmente, asegura que sigue intentando aprender y profundizar en este tipo de cultivo.