- Redacción
- •
- 1998-06-01 00:00:00
En la Costa Oeste se está escribiendo un nuevo capítulo de la historia del vino. Entre Paso Robles y Santa Bárbara, los Rhone-Rangers han salido a la escena internacional del vino. Lo que crean a partir de Roussanne, Viognier, Syrah, Grenache y Co. permite reconocer su origen y, sin embargo, es completamente nuevo. El Ródano tiene ahora una nueva dimensión.
Prólogo:
Fiesta de la Vendimia en un sobrio edificio industrial junto al desdibujado lindero de la alfombra de parches que es Los Ángeles. Sólo las barricas identifican ese lugar como Winery. Allí es, pues, donde se reúnen en silenciosa armonía, sentados y escuchando la aguardentosa voz y el sonido quejumbroso de la guitarra de Kelly Joe Phelps: Helen y Adam Tolmach, de Ojai Vineyard, Lorraine y John Alban, de Alban Vineyard y, naturalmente, los anfitriones Elaine y Manfred Krankl. Tres parejas, tres fincas vinícolas y una pasión común: el Ródano. Y no es de extrañar, porque cada vez es más evidente que en la South Central Coast, sobre todo al norte de Santa Bárbara, existe un terruño en el que las Viognier, Marsanne, Roussanne, Syrah, Mourvèdre -en principio, toda la gama de variedades del Ródano- pueden desarrollar un enorme potencial cualitativo. A pesar de la fama creciente de estos vinos, no se percibe indicio alguno del ambiente nervioso de los buscadores de oro. Porque en los AVA’s (American Viticultural Areas) de Santa María Valley, Edna Valley y Paso Robles hay sitio para todos. Los que forman el núcleo central de los Rhone-Rangers, que se han reunido en la Fiesta de la Vendimia en la Winery Sine Qua Non, se comunican abiertamente sus experiencias e intenciones. Por ende, utilizan finalmente lo más importante de manera conjunta. Casi todos sus vinos superiores proceden de uvas de dichos tres viñedos, cuyo potencial de calidad para variedades del Ródano ya es legendario. Se deberían memorizar bien sus nombres. Son los de Bien Nacido Vineyard en Santa María Valley, Stolpman Vineyard en Santa Ynez Valley y, naturalmente, Alban Vineyard en Edna Valley.
Aunque comparten el terruño, en todos los vinos de los Rhone-Rangers se encuentra la firma personal de su hacedor. La orientación de John Alban es la más cercana entre todas ellas a los originales del valle del Ródano. Los vinos de Bob Lindquist (Qupé) resultan honestos y sólidos en el mejor sentido. Lo que Adam Tolmach (Ojai) encierra en la botella es pura sensualidad. ¿Y Elaine y Manfred Krankl? Bueno, simple y llanamente hacen vinos Sine Qua Non.
Manfred Krankl:
El creativo
Todas las barricas de su bodega tienen nombre. Está Sidney junto a Blondie, y Tom junto a Bob. Pero, ¿por qué a Jack le cuelga un cable eléctrico? “Para facilitar un poco la reducción de los ácidos a algunos vinos, he colgado en las barricas varillas calefactoras como las que se utilizan en los acuarios”, explica Manfred Krankl. Esto es muy propio de él, que se ha hecho a sí mismo, hombre de negocios, vinicultor y artista. Su historia es tan buena que hay que contarla. En los años 80, a los 23 recién cumplidos, este austríaco llegó a parar a L.A. donde, tras algunos empleos, cofundó el Campanile, un restaurante que, con sus 10 años de pasado, hoy por hoy es una institución en L.A. Todo iba bien, pero Manfred nunca pudo acostumbrarse al pan americano. De modo que empezó a hacer pan para el restaurante personalmente. Pronto todo L.A. había quedado arrebatado por ese pan. Así surgió la tahona La Brea Bakery, que actualmente tiene 250 empleados y produce diariamente 50 clases de pan diferentes que distribuye por toda California con unos 30 camiones. La siguiente tarea consistió en solucionar el problema del vino de la casa para el Campanile. Normalmente, el vino de la casa es el peor que se puede beber en un restaurante, pero Manfred quería que fuera el mejor, o al menos el más original. Así, creó en 1990, conjuntamente con el vinicultor Bryan Babcock, el “Thief Chardonnay”. “Lo hice sencillamente por diversión, sin discurrir demasiado, pero entonces todos empezaron a preguntarme qué vino iba a hacer después”, relata Manfred. Se hizo vinicultor así, presionado, y presentó con el “The Bride” del 95 su primer vino elaborado en solitario, un Cuvée de Roussanne y Chardonnay. El maridaje de las dos variedades se anunciaba en la etiqueta con la imagen de una pareja de novios. Desde ese momento, se concentró totalmente en las variedades del Ródano. En lo que respecta a su futuro, él lo ve claro: su meta es dedicarse pronto, con su mujer Elaine, a hacer solamente vino. Manfred, autodidacto en lo que respecta al vino, ya tiene bien aprendido cómo tratar las variedades del Ródano. Sabe que el Syrah necesita aire, que hay que trasegarlo entre cinco y seis veces para que pueda respirar y para que abra la fruta. Tiene una mano firme con el Blending. Varía con maderas húngaras, francesas y americanas igual que maneja las especias cuando guisa. Ha encontrado su estilo. Aunque actualmente reduce algo la influencia de madera nueva, empleando cada vez más barricas Cigar, Manfred Krankl compone vinos verdaderamente monumentales, marcados por una plenitud de aromas expansivos y la máxima concentración posible. Son vinos radicales, que francamente piden una reacción; a uno sólo le dejan dos posibilidades: amarlos, o despreciarlos. Para quien se cuente entre sus partidarios, el nombre de la Winery es programático, porque “Sine Qua Non” significa, simple y llanamente: sin la cual no puedo estar.
John Alban: El pensador
Las colinas que cubren las viñas son tan suaves y verdes que uno podría imaginarse transportado a Irlanda. Las matas de lavanda, por el contrario, recuerdan el perfume del sur del valle del Ródano. Sólo de vez en cuando, cuando un coyote desaparece tras un matorral, todo vuelve a quedar claro. Estamos en el extremo meridional del Edna Valley, en el preciso lugar que John Alban determinó, con exactitud verdaderamente científica, como el más idóneo para plantar las variedades del Ródano. Estas variedades, especialmente las blancas, se desarrollan magníficamente sobre el suelo calcáreo y bajo la influencia de la fresca brisa del mar, que corre desde la Morro Bay a lo largo de las pequeñas colinas volcánicas hasta el Alban Vineyard. Al contrario que en otras regiones de California, en las que Roussanne y Viognier a menudo producen vinos francamente oleosos y dulces como la miel, a los que manifiestamente les falta acidez, el Roussanne San Luis Obispo County, por ejemplo, de John Alban, se muestra agradablemente delgado en su estructura y transportado por una jugosa acidez. También el Viognier Edna Valley Estate Vineyard seduce con una elegancia de filigrana como rara vez puede encontrarse en California. Ambos vinos se muestran típicamente varietales y, en su categoría, ciertamente están dentro de la tradición del valle del Ródano. También los tintos de Alban, por ejemplo la Cuvée de Syrah Lorraine, con notas de roble y aromas de hierbas y especias, se muestra como una simbiosis entre el Nuevo y el Viejo Mundo. El hecho de que esta característica, la auténtica cualidad de los vinos de John Alban, no siempre sea entendida por los críticos pone de manifiesto hasta qué punto la crítica enológica está anquilosada en sus esquemas. Por el rasero del Nuevo Mundo del Vino, los vinos de Alban probablemente resultarán demasiado europeos. Desde el punto de vista del Viejo Mundo del Vino, pertenecen al Nuevo Mundo. Qué dilema, que actualmente la cuestión del estilo influya de tal manera en la percepción del vino. Pronto habrá partidos como en política, en los que la polémica sea más importante que el deseo de comprender. John Alban es el verdadero protagonista del Ródano, él sentó las bases del actual boom del Ródano en la South Central Coast. Cuando plantó los primeros viñedos en 1986, otros consideraban la Syrah y la Roussanne una simple curiosidad divertida, pero para John estas variedades ya entonces eran el sentido de su vida. Alban Vineyards fue la primera empresa vinicultora de California que sólo plantaba variedades del Ródano. Viajó una y otra vez al valle del Ródano, entre Vienne y Châteauneuf-du-Pape. Realizó estudios climáticos, se ocupó de la selección de clones, introdujo las vides seleccionadas en los Estados Unidos, hizo pruebas en viñedos experimentales en diversas regiones de California y se hizo con grandes cubas de madera, como las que se emplean en el Ródano desde hace siglos. Si quisiera, podría cambiar su estilo rápidamente, pues ninguno domina la aritmética del Ródano como él. Reduciendo drásticamente los largos tiempos de maceración y fermentación, y trasegando el vino antes de que haya fermentado completamente a barricas francesas nuevas, ya tendría un estupendo Syrah del Nuevo Mundo. ¿Lo hará así?
Adam Tolmach: El suave
Adam Tolmach vive con su mujer Helen, sus dos hijos y Sashi, su ayudante, en Upper Ojai, un valle de ensueño poblado de bosques, a una hora de coche al norte de L.A. Adam irradia la paz de su entorno y, seguramente, esta paz también le sienta bien a sus vinos, que maduran en dos cobertizos nuevos. Pero éstos están atestados de barricas hasta el techo, y nosotros, provistos de linternas, tuvimos que serpentear entre las barricas como contorsionistas para llegar a catar. Esto es una consecuencia obvia del boom del Ródano en general: la demanda, no sólo en los Estados Unidos, sino en el mundo entero crece tan deprisa, que la infraestructura de las Wineries amenaza con desplomarse. Adam Tolmach no es un desconocido en la escena del vino de California. En 1982 soñó, con el extravagante Jim Clendenen, en unos grandes vinos de Borgoña y fundó con él Au Bon Climat. Pero en algún momento se separaron los caminos del dinámico y extrovertido Jim y del suave Adam. En 1991, Adam Tolmach y su mujer sentaron las bases del Ojai Vineyard y se centraron cada vez más en las variedades del Ródano Viognier y Syrah, en las que buscan una densidad seductora y llena, que en el caso de la Viognier se manifiesta a través de un abocado marcado por la miel y por aromas de frutas exóticas. Adam da especial importancia a la elaboración separada de las parcelas vendimiadas especialmente en cada uno de los viñedos. En cada barrica está anotada la fecha exacta de la vendimia, de manera que puede reconstruirse minuciosamente el proceso de la vendimia. Adam está especialmente orgulloso del contrato en exclusiva con el Roll Ranch en Ojai, quizá el viñedo del Ródano más meridional de la South Central Coast. Dice no conocer otro viñedo plantado invirtiendo tanta reflexión, ni cuidado con tanta consecuencia. La cosecha de Syrah del 97 se recogió en cinco pasadas y, naturalmente, se elaboró por separado. Comparado con la pronunciada elegancia de su Syrah Bien Nacido, el Rolle Ranch parece un monstruo. “Ahora sabes lo que es un Blockbuster”, dice Adam con una leve sonrisa en los labios. Ojai Vineyards ya ha conseguido con sus vinos Syrah cotas que superan el umbral mágico de los 90 puntos. Pero la verdadera obra de arte, o así lo espera Adam Tolmach, llegará con el “Rolle Ranch”. Próximamente.
Bob Lindquist: El granjero
Ha llegado El Niño. La lluvia chapotea sobre el hangar junto al Cuyama River en la que se encuentra la Winery de Qupé. La dramática escenografía exterior combina con el grotesco decorado interior, que consisite en muñecas de vudú, viejos discos de conciertos de Jimi Hendrix y Frank Zappa, con un sonido Tex-Mex a todo volumen procedente de una cinta. Hombres fuertes se sientan a la mesa a mediodía y engullen grandes cantidades de arroz con judías. Hay que repostar calorías, porque aquí se trabaja de verdad. Qupé no es una boutique del vino, allí se producen 20.000 cajas de vino, que además es de excelente calidad. Bob Lindquist, enólogo y copropietario, fue pionero entre los pioneros del Ródano. Ya en 1982 elaboró el primer Syrah. Ha sido el primero en rebasar la fase de experimentación, en hacer de la Syrah su variedad principal y también en exportarlo. ¿Por qué Syrah? “Pues porque esta variedad me divierte”, contesta este hombre callado, siempre amable pero distante, que estudió ciencias sociales antes de introducirse en el negocio del vino ya a los 22 años. Actualmente trabaja con siete variedades del Ródano, entre las que se cuentan Roussanne, Marsanne, Viognier, Mourvèdre y Carignan. Donde Bob ve la base de la buena calidad del surtido Qupé es en el excelente material de uvas del Vineyard Bien Nacido, situado directamente junto a la bodega. Bob espera grandes cosas sobre todo de las parcelas Hillside, plantadas de Syrah en 1992, que Qupé vinifica desde 1995 y que, seguidamente, elabora durante 12 meses en madera nueva y seis meses más en madera usada. Pues ya en la actualidad, siendo las vides aún jóvenes, el Syrah Bien Nacido Hillside Select es la capitana del surtido Qupé. Aunque hay que decir que los nuevos Rhone-Rangers ya no le atribuyen, ni por asomo, tanta importancia a la influencia de la edad de las vides sobre la calidad como, por ejemplo, los vinicultores de Châteauneuf-du-Pape. Muy al contrario: algunos vinicultores evalúan el potencial de viñedos relativamente jóvenes como más bien superior. Para terminar, Bob me cuenta lo del “día festivo” que se celebra mañana. Una vez al año, todo el grupo de los Rhone-Rangers viaja en un autobús a un torneo de baloncesto universitario al sur de Los Ángeles. Allí se lo pasan a lo grande y, después, visitan un restaurante conocido por sus trufas blancas.
Epílogo
Ya a principios de los años 90, François y Jean-Pierre Perrin crearon un puesto de avanzadilla del legendario Château Beaucastel de Châteauneuf-du-Pape en el Nuevo Mundo del Vino. Entonces, su elección no recayó en Australia, aunque allí se adscribía el mayor potencial de calidad a la Syrah fuera de la vieja patria. Los Perrin invirtieron en California, más exactamente en la South Central Coast. Junto a Tablas Creek, junto a la ciudad de Paso Robles, a sólo unas 30 millas de los Alban Vineyards, compraron más de 50 hectáreas de terreno y plantaron 20 hectáreas con las variedades Grenache, Syrah, Mourvèdre, Marsanne, Viognier, Roussanne y Counoise. Próxima-mente saldrán al mercado las primeras botellas de “New Rhone” de los Perrin. Con su aparición en la Central Coast, los Perrin le han dado al gran experimento del Ródano al norte de Santa Bárbara la misma absolución que antes le diera Château Mouton Rothschild al Napa Valley con su participación y, naturalmente, la familia Drouhin con su compromiso con el Pinot noir en Oregón. Allí, en la Central Coast, todos lo ven muy claro: el gran despegue de las variedades del Ródano no ha hecho más que empezar. Y los hermanos Perrin tendrán que trabajar con ahínco; al fin y al cabo, la meta declarada de todos los Rhone-Rangers es crear un Coupage Châteauneuf-du-Pape.