- Redacción
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- 1998-10-01 00:00:00
En dos fotografías se refleja el meollo del problema: a la izquierda, el cultivo mixto; a la derecha, el monocultivo. Aquel ecológico, éste económico.
Quien habla de cultivo biológico actualmente, se refiere al retorno a la naturaleza. Pero, ¿es posible un retorno? ¿Acaso no hemos destruido, en un siglo escaso, este progresivo siglo veinte, prácticamente todo lo que la naturaleza fue un día, en lo que se había convertido la Tierra a lo largo de millones de años?
Los humanos hemos hecho lo que, según las Sagradas Escrituras, es prerrogativa de Dios: hemos dividido la naturaleza en bueno y malo, en lo útil y lo perjudicial, en plantas útiles y malas hierbas. Hemos extirpado lo presuntamente malo con todos los medios a nuestro alcance, químicos y mecánicos, y, con ello, también hemos estropeado lo aparentemente bueno. Hemos destruido una sabia unidad. Ahora intentamos salvar lo que ya casi es insalvable.
El cultivo biológico es la añoranza del mundo feliz. El problemático intento de poner lo natural al servicio de la economía. Pero, ¿es esto posible? ¿Podemos reconciliar dos opuestos básicamente irreconciliables? Existe el peligro de que “cultivo biológico” se convierta en un concepto de marketing o una simple frase publicitaria. Lo cual supondría un plan extraordinariamente corto de vista, que rezaría así: mientras se pueda hacer dinero con el cultivo biológico, seguirá en alza la producción natural. El sueño de una naturaleza desarrollándose libremente sólo existe en las reservas. Ya se ha desvanecido el sueño de la pequeña granja que produce todo lo que se necesita para vivir en armónica y revuelta vecindad.
No conozco un sólo viticultor, por verde que sea, que practique el cultivo biológico hasta sus últimas consecuencias, que haya intentado aplicar las ventajas del cultivo mixto al viñedo. Ninguno que plante zanahorias, por ejemplo, entre sus hileras de cepas, dispuestas con la amplitud que requiere el paso de la maquinaria. O lechuga, o espinacas. O bien esos pequeños árboles frutales que dan los exquisitos y jugosos melocotones blancos de los viñedos. Después de todo, ¿por qué no?
¿Qué acontecimiento crucial le llevó al cultivo biológico de la vid?
Durante siglos, la agricultura era sólo ecológica. Ahora la industria quiere hacernos creer que sin química ya no funcionaría. Eso no puede ser.
¿Ve usted la naturaleza en la actualidad de forma distinta que hace diez años?
Más intensiva, más integral. Muchas cosas son más comprensibles.
Además de la vinicultura, ¿qué más podría interesarle?
Trabajar en un vivero, ser jardinero de plantas decorativas o profesor en una escuela antroposófica Waldorf.
¿Cuál es el último libro especializado que ha leído?
“El curso de agricultura” de Rudolf Steiner.
¿Cuál es la última novela que ha leído
“El perfume” de Patrick Süsskind.
¿Con qué personaje real o de ficción podría identificarse?
Jack Nicholson en “Alguien voló sobre el nido del cuco”.
¿Cómo sería el vino que sueña con hacer?
El Brunello di Montalcino ecológico, tan material, jugoso y lleno que los demás vinos no tienen nada que hacer ante él.
Para muchos, las pretensiones de ecologismo y el regionalismo están muy relacionados. Pero los vinos se transportan por todo el mundo. ¿Es esto una contradicción?
Ya es bastante terrible lo mucho que se transporta en el continente. En Europa tenemos tan buenos vinos que no necesitamos los de ultramar.
Las cepas tradicionales son plantas delicadas, incapaces de sobrevivir sin protección. ¿A pesar de todo, se justifica su existencia?
Naturalmente, en el lugar adecuado.
¿Qué opinión le merece el empleo del cobre y el azufre?
Mientras no haya alternativas... por lo menos, son mejores que los pesticidas sintéticos.
La tecnología genética está en alza. ¿Se mantendrá el vino biológico como excepción limpia?
Temo que ya sea demasiado tarde. No somos conscientes de que nos están infiltrando insidiosamente.
Antiguamente, la vinicultura se practicaba junto a otros cultivos del campo, en la mayoría de los casos por grandes familias. ¿No sería deseable este viejo modelo para la bio-vinicultura?
Ese sería el ideal, pero ya no es realizable debido a nuestro actual modo de vida.
¿Le queda tiempo para algo más, aparte del vino?
Cuando puedo, para mis hijos, mis macetas y el atletismo.