- Redacción
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- 1999-02-01 00:00:00
En el otoño de 1998 las alegrías y las penas anduvieron muy cerca. En la segunda mitad de Octubre, Franz Hirtzberger -de las bodegas Spitz, en Wachau- afirmaba, quejoso, que si estos años fueran la norma dejaría la profesión. Danubio arriba, su colega Sepp Moser de Rohrendorf se mostraba entusiasta (“¡Todavía mejor que en 1997!”) y Josef Mantler, de Gedersdorf, proclamaba: “Después de un Octubre pasado por agua, gracias a la botritis los resultados han sido excelentes”.
Al final, fue un juego de paciencia. Antes, todo había transcurrido de forma óptima: floración en el momento adecuado, seguida por un Junio lluvioso pero cálido, para culminar con un Agosto caluroso y una evolución muy buena en la cepa. Pero después, los viñedos recibieron a menudo cantidades excesivas de agua, y la vendimia tuvo que interrumpirse en muchos casos. Algunas uvas empezaron a pudrirse, y fue necesaria una vendimia selectiva.
Este esfuerzo adicional fue recompensado: en Wachau volvieron a obtenerse vinos Smaragd (“esmeralda”) de elevada graduación. En la Región de las Termas, al sur de Viena, Johann Stadlmann, de Traiskirchen, habla de un “buen producto con abundante frutosidad”. Por lo demás, los resultados fueron normales, con un buen contenido en azúcar y satisfactorios valores de extracto y acidez. Tampoco se cumplieron los temores de los vinicultores del Burgenland, quienes a finales de Octubre pensaban que sólo podrían recoger Spätlesen, que cuentan con poca demanda. Ernst Triebaumer, de Rust, afirma: “Dejamos las uvas en las viñas por pura desesperación. El tiempo se hizo más seco, y de pronto fueron posibles vinos de lágrima y Trockenbeerenauslesen”. Y, al final, con los granos sanos que permanecieron en las cepas gracias a que los viticultores corrieron el riesgo, se pudo producir incluso Eiswein a finales de Noviembre. Al otro lado del lago, Josef Umathum, de Frauenkirchen, pudo “poner a salvo sus ganancias” ya en Septiembre: “Las variedades tintas ya estaban muy maduras. Después de la lluvia, todo fue claramente peor. El 98 es un año en que los viticultores marcarán la diferencia”.
También en Estiria faltó sol en otoño, y llovió con frecuencia. A pesar de todo, el resultado fue “inesperadamente bueno”, en palabras de Eva Müller, de la bodega Müller de Gross Sankt Florian. Los valores de extracto son más que satisfactorios, y la estructura de acidez resulta armoniosa. Incluso los Schilcher alcanzaron valores de Kabinettwein.