- Redacción
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- 1999-06-01 00:00:00
Hacía ya mucho tiempo que tenía una comunidad de incondicionales fervorosos. Pero ahora, de repente, a uno y otro lado del Atlántico, se encuentra iluminada por la luz del reflector. Como Primitivo en el sur de Italia y como Zinfandel en California, está haciendo furor una variedad de cepa que abre a los vinicultores infinitas posibilidades. No es de extrañar que las revistas de alto standing proclamen a los cuatro vientos: “¡Zin está de moda!” y en verdad, el espectro de variedades Zin nunca fue tan amplio. Alcanza desde el vinito frutoso y especiado, fácil de beber, al estilo del Beaujolais, hasta la categoría de pesos pesados con frutosidad de confitura, que ya sólo por su contenido de alcohol, en realidad, deberían declararse como licores.
Hasta ahora, quien buscaba vinos tan espesos como una mermelada casera de fresa o ciruela, reducida con canela en rama fresca y al mismo tiempo tan especiada como un zoco de especias árabe, se declaraba partidario del Syrah australiano. Parecía difícil imaginar extravagancia más opulenta que un Black Label de Wolf Blass, o bien un Bin 707 de Penfolds. Pero la Zinfandel de California lo ha hecho posible. Lo que insinuaba el doctor Bernard Seps a principios de los años 80 con sus Zin Storybook-Mountain, lo que ha seguido desarrollando Paul Draper de Ridge Vineyard en los años 90 con sus “Super-Zins” Geyserville y Lytton Springs (habitualmente en combinación con algo de Petite Syrah), actualmente lo supera con creces la bodega de Turley Wine Cellars, que se ha comprometido totalmente con el Zinfandel. La receta es sencilla: tómese un cirujano de urgencias experimentado, un arqueólogo recién hecho, uvas de cepas Zinfandel viejísimas (y también algo de Petite Syrah), mézclese todo bien y déjese fermentar. El resultado: periodistas especializados en vinos en busca de nuevos Superlativos, Papas del Vino que fuerzan el extremo superior de su escala de puntos, y clientes que esperan devotamente durante meses la asignación de unas pocas preciadas botellas.
En avión a la caza del “Zin”
El motivo del revuelo: unos vinos desconcertantes con un contenido de alcohol frecuentemente superior al 16 por ciento, algo teóricamente imposible dentro de su clase. Densidad absoluta, increíble concentración y complejidad, y frutosidad madura caracterizan a todos y cada uno de los diez “Zin” que ofrece Turley. Al oler estos elixires, se siguen encontrando aromas siempre nuevos: empieza con notas de confitura de fresa, zarzamoras y grosellas negras, continuando con frutas pasas y caramelo. La uva está tan extremadamente madura como extrema es su complejidad. En el paladar, estos vinos muestran un principio con frecuencia increíblemente dulce, que recuerda a un vino de postre tipo Oporto. Pero el azúcar procede exclusivamente del poderoso extracto, lo que se percibe en el final, con su tanino enérgico y maduro. Naturalmente que son vinos para aficionados. Pues lo que a unos transporta al séptimo cielo, a otros, los que siguen midiendo un gran tinto según los clásicos de Burdeos y Borgoña, a menudo les resulta demasiado exótico. Hay que admitir que los “Zin” de Turley armonizan magníficamente con la caza, pero también con carnes fuertes a la brasa (por ejemplo, costillas), hígado fresco, platos con curry, o queso curado fuerte. Ya el primer año de Turley Wine Cellars, el del 93, impactó como una bomba. Tanto Parker como Wine Spectator, en su euforia por todo lo que es bueno, nuevo y caro en su país, aclamaron la “calidad espectacular” del recién llegado y premiaron a sus “dramáticos” Zinfandel con hasta 95 puntos.
La historia que culmina en este éxito también parece típicamente americana: primero fue Larry Turley, quien, tras 25 años en la sala de operaciones de un hospital de urgencias, estaba cansado de remendar víctimas de accidentes y agresiones. Junto con su hermana Helen puso la primera piedra de las bodegas Turley Wine Cellars. En 1995 se les unió Ehren Jordan que acababa de terminar la carrera de arqueología. Ambos se dieron cuenta muy pronto de que, en el caso de la Zinfandel, como en el de las variedades Syrah y Pinotage, comparables con ella en cuanto a la característica de su vino, la calidad dependía de la edad de las cepas. Como ni el vinicultor reciclado ni el recién llegado querían esperar décadas hasta que los viñedos que pudieran plantar llegaran a su mejor edad, buscaron otras vías. “Al principio”, recuerda Ehren, responsable de la vinificación, “sobrevolábamos en avioneta las colinas de la costa californiana, en busca de viejos viñedos con probabilidades de tener plantadas cepas Zinfandel.”
En la bodega, el vino es el “chef”
Al principio compraban toda la uva, eso sí, sólo y exclusivamente la de las mejores parcelas, plantadas frecuentemente con vides de hasta 100 años de edad. Desde entonces, Turley ha podido comprar toda una serie de estos valiosos viñedos, que han resistido sanos y salvos los tiempos de la prohibición. Son dueños de 60 acres (alrededor de 25 hectáreas) y controlan otros 40. El cultivo es estrictamente biológico. Los vinos se elaboran y embotellan separadamente por viñedos, por supuesto, y un coupage de diversos viñedos pequeños completa el surtido. “Los vinos de Turley son como el propio doctor Turley, poderosos como un oso”, suele decir el bodeguero, Jordan. Y es precisamente un oso negro el que da, cada vez, la señal de salida para la vendimia en el Blackbears Vineyard, pues ese gourmet de cuatro patas sólo se digna acercarse a las uvas cuando están plenamente maduras. El objetivo es una producción de 10.000 cajas. “De momento, siempre nos falta vino, quizá también porque en gran parte nos lo bebemos”, dice Jordan. De estudiante, un trabajo temporal en una vinoteca fue la vía que llevó a este arqueólogo de la Costa Este al vino y, con él, a su destino. Fue a Cornas para hacer un cursillo de tres semanas con Jean-Luc Colombo, y se quedó dos años. Como partidario incondicional de los vinos tintos enérgicos, para él son tabú la clarificación y el filtrado. Y en la bodega, solo y exclusivamente el vino determina qué intervenciones son necesarias y cuáles no. Sus “Zin” maduran en barricas de roble francés y americano, madera que siempre deja secar durante cuatro años, hasta que manda hacerlas a un cubero de su confianza. Efectivamente, en los “Zin” de Turley nunca domina la madera de roble, y no es de extrañar, teniendo en cuenta la fuerza de su frutosidad.
Mucho vino por poco dinero
El veloz ascenso de Turley hasta la vanguardia cualitativa del Zinfandel de California y la tendencia al “Zin” de un solo viñedo, lanzada por esta finca, es una parte de este fenómeno. Pero igualmente interesante es el hecho de que, en los últimos años, han ido saliendo al mercado cada vez más Zinfandel, que aunque no son tan excéntricamente voluminosos, también poseen una sólida calidad y, además, se producen en tal cantidad y a un precio que, precisamente para barbacoas veraniegas, garantizan un deleite despreocupado, o bien, como dicen los americanos “surfing on the sweet tannins” (“surf sobre los dulces taninos”). Aunque el condado de Sonoma ha logrado consolidarse como centro de la producción de Zinfandel, el “Zin” es una de las pocas variedades que actualmente tienen un buen potencial cualitativo en todas las regiones vitícolas de California, desde Mendocino, al norte, hasta el condado de Santa Barbara, al sur. También en la antigua Meca de los buscadores de oro, Sierra Foothills, el “Zin” –que allí, durante el siglo pasado, fue el vino de francachela preferido por los aventureros aquejados de la fiebre del oro– resulta sorprendente. Entre los vinos de calidad convincente que salen al mercado todos los años en considerable cantidad y a un precio muy por debajo de los 20 dólares podemos citar, entre otros, el Zinfandel Sonoma County, de la Rabbit Ridge Winery, el Zinfandel Amador County Old Vine, de la Renwood Winery en Sierra Foothills, el North Coast Zinfandel, de Beringer, el South Zinfandel Paso Robles, de la Arciero Winery, o el Zinfandel Sonoma County, de Gallo. Estos vinos reúnen la frutosidad de la baya con un cuerpo especiado y opulento, y respecto a su carácter, podrían ubicarse en algún lugar entre un Beaujolais superior untuoso y un Syrah australiano opulento.
Un cabildo de “Zin” llamado ZAP
Es, claramente, el productor de los vinos de este segmento intermedio del mercado que han desencadenado la fiebre del “Zin”, que está haciendo estragos en los EE.UU. y, cada vez más, también en Europa. En todo ello, ocupan una posición especial el Napa Valley Zinfandel de Robert Mondavi, también el Geyserville Zinfandel y el Lytton Springs Dry Creek Valley Zinfandel de Ridge Vineyard. De estos tres excelentes vinos con un nivel de precio de entre 20 y 30 dólares, ya se están produciendo alrededor de 100.000 botellas anuales. Lo cual, naturalmente, sigue sin ser nada comparado con el White Zinfandel, de color chicle y un ligero azúcar residual, del cual solo la Sutter Home Winery ha vendido la inmensidad de 60 millones de botellas en el año 1998. No hay ninguna otra variedad de uva tinta que esté presente de igual manera en ambos extremos de la escala cualitativa. Pero el hecho de que, año tras año, se vaya vinificando cada vez más “Zin” de calidad, se fundamenta básicamente en la mejora de los métodos de cultivo. Las investigaciones han demostrado que la Zinfandel a menudo madura irregularmente en viñedos decididamente cálidos. No es raro encontrar uvas plenamente maduras y otras aún verdes en el mismo racimo. Este fenómeno es mucho menos frecuente en los viñedos más fríos, con un período vegetativo más largo. Como en California, en general, en los últimos años ha hecho más fresco durante los meses de verano, las últimas cosechas, sobre todo la del 97, han producido vinos excelentes. No es de extrañar que esta variedad haya ido atrayendo a lo que ya es una comunidad de incondicionales extremadamente activa. El cabildo “Zin” más fuerte es una asociación llamada “Zinfandel Advocates and Producers”, abreviado ZAP (Tel.: + 1 530 432 89 64) y que, a principios de este año, por octava vez, ha organizado en San Francisco un festival Zinfandel. Ya a principios de los años 90, el escritor especializado en vinos David Darlington escribió un libro sobre el origen, la historia y la importancia social del Zinfandel en América, que se lee como una novela emocionante. En 1994, la catedrática Anne Noble adaptó especialmente para el Zinfandel la “University of California Davis Wheel” de J. Laube, la “Rueda de los Aromas del Vino” para el análisis sensorial del vino, y así, demostró convincentemente la multiplicidad de aromas que es capaz de desarrollar esta variedad. Y según parece, los límites del “Zin” ni con mucho se han terminado de sondear. Con una superficie cultivada de más de 11.000 hectáreas, la “Zin” es la variedad tinta más extendida en California. Allí, muchos viñedos olvidados todavía esperan que visionarios como Larry Turley descubran su potencial y lo hagan accesible a los amantes del vino. El extravertido, a veces hasta extravagante, Mister “Zin” aún nos deparará más de una sorpresa, como elegante bailarina o como obeso luchador de Sumo.
La mejor compra
A la sombra de los prestigiosos Zinfandel superiores de Turley & Co., un creciente número de fincas vinícolas está produciendo “Zin” con una excelente relación precio/calidad. De entre estos “mejores”, que ofrecen seductora frutosidad de baya y mucha opulencia en el paladar a un precio de venta al consumidor final por debajo de los 20 dólares, citaremos los siguientes:
Lolonis Winery
Zinfandel Mendocino County
(25000 botellas aprox.)
Beaulieu Vineyard
Zinfandel Napa Valley (100.000 botellas aprox.)
Rabbit Ridge Winery
Zinfandel Sonoma County
(más de 100.000 botellas)
Alderbrook Winery
Zinfandel Sonoma County,
Old Vine – old Clone
(60.000 botellas aprox.)
Château Souverain
Zinfandel Dry Creek Valley
(180.000 botellas aprox.)
Beringer Winery
Zinfandel North Coast
(80.000 botellas aprox.)
Cline Winery
Zinfandel Contra Costa County Ancient Vines
(100.000 botellas aprox.)
Rosenblum Winery
Non Vintage Zinfandel, California Vintners Cuvee XIV
(100.000 botellas aprox.)
Arciero Winery
Zinfandel South Coast, Paso
Robles (30.000 botellas aprox.)
Gallo of Sonoma
Zinfandel Dry Creek Valley,
Frei Ranch Vineyard
(120.000 botellas aprox.)
Gallo of Sonoma
Zinfandel Sonoma County
(120.000 botellas aprox.)