- Redacción
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- 1999-02-01 00:00:00
Una escultura tan pétrea en la materia como en la forma es el homenaje al viticultor a las puertas de la bodega más visitada de la zona, en Cacabelos. El hombre, casi una imagen del realismo socialista, carga los racimos en un cesto de castaño, y el esfuerzo y el sol marcan arrugas en su frente, hasta la boina castellana. Podría también ser un símbolo del vino rudo que aún se asocia a esta zona, pero nuevos tiempos y nuevas elaboraciones van cambiando esa imagen.
La Denominación de Origen Bierzo tiene apenas diez años y en gran parte se sustenta en sólidas cooperativas de los años 60, las que, partiendo de una fama ancestral y de un mercado natural hacia la vecina Galicia, tenían garantizada la producción y el comercio. Aquella fama resaltaba la potencia de unas copas capaces de servir de energía, de combustible, a los peregrinos del Camino de Santiago para atacar el ascenso a la montaña, para franquear los puertos que eran también las puertas de Galicia.
Porque El Bierzo es terreno fronterizo, valles bajos donde la tierra castellana se dulcifica regada por el Sil, el Cuá, el Burbiá, el Ancares, donde el clima castellano de suaviza con los vientos y las lluvias de Asturias y Galicia, aunque sin vencer a un sol que madura las uvas mucho antes, a veces hasta un mes antes, que en latitudes más sureñas, como La Rioja o la Ribera del Duero.
La tierra es tan generosa como el cielo para acunar las uvas. El hierro de las minas de Ponferrada se muestra en los tonos rojizos de todo el horizonte, y la fertilidad propicia incluso cultivos de huerta, como los famosos pimientos bercianos o las manzanas reinetas.
Posiblemente fue esa seguridad en la tierra lo que atrajo la viticultura ya en el S.XII, en el zurrón de los monjes cluniacenses que en su peregrinación desde Francia aportaron las primeras cepas de Cabernet franc. Después de tantos siglos de adaptación se han transformado en la actual uva Mencía, la joya original, exclusiva de esta zona. El Consejo Regulador apoya la Mencía como rasgo distintivo y como materia prima idónea para elaborar tintos de calidad, vinos de guarda que alcanzan su mejor momento a los tres años o incluso a los cinco. Así sólo concede la etiqueta de D.O. a los tintos que contienen al menos 70 % de Mencía y a los rosados con al menos un 50 %. En los blancos, la Doña Blanca, de origen portugués, es la que aporta personalidad, la Godello y la Malvasía, aroma y cuerpo, mientras la palomino, a pesar de su resistencia y productividad, está pasando a ser complementaria.
Tanto el Consejo como los elaboradores entienden que esta fue y es tierra de tintos, de tintos de calidad que reflejan en la copa el regusto metálico del suelo. Y tanto los productores individuales como las cooperativas se han lanzado a invertir con miras al futuro. El presente es el embotellado, que ya en el año 90 acogía la mitad de la producción, y la reserva en roble, comedida para preservar la frescura frutal, la viveza del color rojo guinda que exhibe en su juventud. La Mencía, por otra parte, no necesita afinarse mucho. Aún sin crianza, sus vinos, bien elaborados, resultan equilibrados, untuosos, aterciopelados. Un regalo en la copa del degustador curioso y una invitación a curiosear más, a recorrer las bodegas de una región cargada de historia, desde que la arqueológica Bergidium-Corullón, junto a Cacabelos, le diera su nombre.
La DO en cifras
Sede del Consejo Regulador
C/ Los Morales 1, 2ª 24540 Cacabelos (León).
Tel. 987 54 94 08
Fax. 987 54 70 77
Presidente: Luis Hernández Romo.
Secretario: Víctor Arroyo Alba.
Superficie de viñedo inscrita.................................. 3.622 Has.
Registro de Viticultores........................................ 4.663
Variedades autorizadas
Tintas: Mencía (Negra) y Garnacha tintorera. Blancas : Godello, Doña Blanca, Palomino y Malvasía.
Producción 98: 119.961 Hl.
Calificación de las últimas añadas
90(MB) 91(MB) 92 (Ex) 93 (R) 94 (MB) 95 (B) 96 (MB) 97 (B)