- Redacción
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- 1999-10-01 00:00:00
Cuando la D.O. Rías Baixas recibió refrendo y estatuto oficial, en el año 80, muchas de las cepas que controlaba aparecían, modestamente, distribuidas alrededor de las parcelas, como borde, seto o frontera, incluso como protección de los cultivos de huerta centrales. Desde entonces, el reconocimiento de la uva y el imparable aumento de precio ha transformado el paisaje y la ha encumbrado a uno de los puestos eminentes de la agricultura y la economía de la zona.
A pesar de ello, la amenidad del paisaje confirma que se conserva la estructura tradicional y entrañable del minifundio. Las cifras son reveladoras: por ejemplo, de las cuatro subzonas que componen la Denominación -Salnés, Rosal, Condado y Soutomaior- solo en el Condado el tamaño medio de las parcelas alcanza una hectárea. En el Salnés ni siquiera llega a un tercio.
Sin embargo esos diminutos jardines, situados en el límite de la geografía que permite cultivar uvas vinificables, elevan su producción al podio de las más exquisitas. El milagro se llama Albariño, una de las uvas blancas más equilibradas del mundo, capaz de aprovechar la bonanza del clima, con temperaturas que rara vez bajan de los 9º C, para acumular azúcar que puede transformarse en 13º de alcohol y, a la vez, mantener una delicada acidez. Una sensación y un recuerdo inolvidables para cualquiera que haya probado uno de los muchos varietales impecables de la zona.
Hoy, la Albariño ocupa en aquellos pagos el 96% del viñedo, pero aún quedan rodalitos para algún que otro capricho autóctono, por ejemplo, la Loureiro, que allí llaman Marqués, demasiado ácida para presentarse en monovarietales pero capaz de aportar, allí donde se integre, el inconfundible sello del aroma y gusto a laurel que su nombre anuncia. Suele descubrirse en los grandes vinos del Rosal.
Descubrir. Hay que dejarse llevar por esa tentación. Abandonarse al fluir del Miño, desde Pontevedra hasta el mar, hasta La Guardia y el rayo verde del último poniente. O demorarse en las dos orillas de la ría de Arousa, perderse en las corredoiras, emborracharse de verdor, y descubrir viñas históricas y frescos retoños, viticultores artesanos y flamantes bodegas que han recuperado ricos pazos y ruinosas ermitas para consagrarlos al culto del vino. La inversión, basada en fe y buen gusto, ha sido ingente, y así, sin escatimar la atención técnica más puntera, ha convertido sus vinos en codiciadas joyas.
Decía de ellos su paisano Cunqueiro que le sorprendían con su genio precoz, con una profundidad impropia de su adolescencia. Mucho han cambiado desde entonces. Aquellos desconocidos son hoy estrellas famosas y han aprendido a viajar sin despeinarse siquiera. Pero ese genio poético se mantiene intacto.
La DO en cifras
Sede del Consejo Regulador: C/ Cabanas s/n
36143 SALCEDO Pontevedra .Tel. 986 85 48 50 Fax. 986 86 45 46
Presidenta: Mª Soledad Bueno.
Secretaria: Adelaida de la Torre.
Superficie de viñedo inscrita ...................................... 1.978 Has.
Registro viticultores ....................................................... 4.423
Variedades autorizadas:
Blancas: Albariño, Loureira blanca, Treixadura, Caiño blanca, Torrontés, Godello.
Tintas: Caiño tinta, Espadeiro, Loureira tinta, Sousón, Mencía, Brancellao.
Producción media: 8 millones de Kg. uva = 5.400.000 l. de vino.
Calificación de las últimas cosechas:
93 (B), 94(B) 95(MB), 96(MB), 97(MB), 98(B)