Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Goce de estos vinos singulares sin más limitaciones que las que le imponen sus propios sentidos. El rosado tiene su momento y, cómo no, su gastronomía. Es magnífico para el aperitivo: las morcillas de cebolla, la chistorra, el queso tierno frito o la sepia a la plancha parecen hechos el uno para los otros. Enlaza muy bien con la cocina exótica, caribeña o asiática. Es el amante ideal para casi todos los arroces y para muchas pastas. Y para los pescados azules poco salseados. El último descubrimiento es que el rosado se lleva de maravilla con las verduras a la parrilla, esa cocina natural que deja los alimentos al dente, aunque podemos extender su compañía a todas las verduras. Pero hay rosados con la fuerza suficiente como para enfrentarse a tareas de mayor calado, como un lechón asado, un capón o una pularda al horno.