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El reserva de Rioja salta las fronteras de lo regional para adquirir carácter internacional. La realización de un buen acoplamiento entre estos vinos y la gastronomía es relativamente fácil, ya que acompañan a una gran variación de platos. Es mejor su armonía con carnes, aunque también casan con algunas preparaciones de pescados azules. Con los guisos clásicos, cada vez menos asiduos en las cartas de los restaurantes, un buen ragout, unas granadinas o una carne braseada, serán insustituibles. Los platos de caza, ya sea mayor o menor, ganan muchísimo bien regados con estos vinos. Son ideales para acompañar a carnes rojas y sus correspondientes salsas. Por ejemplo, un entrecôte a la pimienta o a la salsa de tuétano. Un villagodio a la bearnesa o un solomillo Wellington hará las delicias de los paladares acompañados de estos riojas clásicos, aterciopelados, suaves y plenos de sabor. Por otra parte, los llamados de “alta expresión”, los riojas modernos, concentrados y de brava afirmación tánica, pueden competir o, más bien, acompañar, a platos contundentes como un rabo de toro al vino o los sabrosos y exquisitos quesos curados de las variadas cabañas españolas.