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Desde la creación de la Denominación Cava, pocas cuestiones suscitaron tanta polémica como la que ha originado la variedad Pinot noir. Ha tenido defensores a ultranza y detractores acérrimos. Unos y otros exhiben razones de peso. Los valedores de su implantación aluden a la fuerza de esta variedad y su calidad para elaborar los cavas viejos. Los críticos manifiestan que con esta uva y la Chardonnay el cava no será sino un remedo del Champagne, con lo que desgraciadamente se perdería la personalidad de este vino. También hay una razón poderosa. Esta difícil variedad, fuera de su tierra tacaña en finura, y en algunas tierras, sobrada de defectos, grosera incluso, no dará los vinos deseados en el ámbito mediterráneo. De momento ha habido una decisión salomónica: se ha autorizado su inclusión en la composición de los cavas rosados. Esperemos que los resultados recompensen, al menos, tantos desvelos y discrepancias.