• Redacción
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• 2000-11-01 00:00:00

La aciaga memoria bélica del frente de Gandesa aún enturbia la voz cuando se habla de Terra Alta. El panorama desde su máximo otero, el Coll del Moro, no sólo conserva el dramatismo histórico sino que, desde siempre y para siempre, exhibe una geografía dramática: ríos que corren en sentido opuesto, cadenas de montes calcinados por el sol, hondonadas sombrías que ocultan cuevas sorprendentes, veloces nubarrones en un horizonte enorme, tan cerca y tan lejos del Mediterráneo.
Sin embargo, ahora, las terrazas labradas, los olivares y los viñedos ondulados y, en su tiempo, los almendros en flor, son un placer para la vista, y la muestra de cómo y cuanto se está transformando la economía y la actividad humana de la comarca. Los rigores de aquellos tiempos, aun recientes, de abandono del campo y emigración, parecen haber tocado a su fin, y hoy la agricultura es un sólido sustento, y el aprecio, el redescubrimiento y el disfrute de la vida rural se hace sentir en la restauración de edificios y villas. Terra Alta ha salido de su aislamiento gracias al desarrollo de las comunicaciones, a la propia valoración de sus riquezas y a su descubrimiento por parte del turismo, sobre todo de los vecinos catalanes y aragoneses.
La vid y el vino son exponente máximo de esa recuperación. Las bodegas históricas han desempolvado sus magníficos edificios, y las cooperativas se han sacudido la rutina para incorporarse, en forma y fondo, a las nuevas exigencias tecnológicas de la vitivinicultura.
Sorprende descubrir edificios mágicos, como el que construyó en 1919 César Martinell, discípulo de Gaudí, para la cooperativa de Pinell de Brai. Una estructura modernista considerada la catedral del vino de Catalunya, donde los materiales, los esbeltos arcos, las escaleras laberínticas no son una concesión a la estética sino un perfecto diseño funcional, avanzadísimo en las fechas de su creación y tan eficaz ayer como hoy.
El cooperativismo sigue siendo la estructura empresarial más importante de la zona. De ahí que un viñedo amplísimo, distribuido en doce municipios, abastezca a más de cuarenta bodegas. Bajo la batuta del Consejo Regulador, se han renovado las plantaciones menos productivas, pero se conserva la calidad que confieren cepas de más de cincuenta años. La inversión tecnológica es evidente en prensas más delicadas, depósitos de temperatura controlada, líneas de embotellado en 23 de las bodegas, barricas para fermentación y crianza...
La Garnacha reina en la región, tan perfectamente adaptada que permite delicados varietales blancos: toda una sorpresa. Pero el catálogo de vinos es un amplio abanico, pues los tintos cobran peso con la incorporación de cepas de Cabernet que ya empiezan a dar fruto, mientras que perviven los clásicos vinos generosos que le dieron fama.

La DO en cifras

Sede del Consejo Regulador Terra Alta: Avda. Catalunya, 31
43780 Gandesa (Tarragona)
Tel. 977 42 01 46/42 12 78 Fax. 977 42 12 75
Presidente: Francesc Fuster Alcoverro.
Secretario: Josep Sabaté Estopá.
Superficie de viñedo inscrita ..................................... 8.821 Has.
Registro viticultores ..................................................... 44
Variedades Autorizadas:
Blancas: Garnacha, Macabeo, Perellada, Chardonnay, Moscatel
de Alejandría.
Tintas : Garnacha, Cariñena, Tempranillo, Cabernet, Merlot y Syrah.
Producción media: 360.000 hl.
Calificación últimas cosechas: 96 (Ex) 97 (MB) 98 (Ex) 99 (MB)