- Redacción
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- 2000-11-01 00:00:00
Numerosos estudios epidemiológicos han observado una correlación entre el consumo moderado de bebidas alcohólicas y las enfermedades arteriales coronarias: se aprecia una mortalidad menor entre los consumidores moderados que entre los abstemios o bebedores sin moderación. El contenido en etanol de semejantes consumos puede impedir la agregación de las plaquetas e incrementar los niveles de lipoproteínas de alta densidad en el plasma (HDL). Sin embargo, entre el grupo de consumidores moderados es posible distinguir distintos sub-grupos. La gran variabilidad en la composición de las bebidas alcohólicas y en sus modos de ser consumidas ha inducido a los epidemiólogos a considerar tres grupos diferentes: consumidores de vino, de cerveza y de licores, respectivamente. Los resultados de los distintos estudios realizados sugieren que todos estos grupos de consumidores moderados presentan un riesgo menor de muerte coronaria que los abstemios o los bebedores inmoderados, diferencia que incluso es más pronunciada en los bebedores de vino.
En uno de los mejores estudios conocidos, Renaud & De Lorgeril (1992) sugieren una explicación del fenómeno especialmente favorable entre la población francesa con respecto a la enfermedad cardiovascular, conocida como “La Paradoja Francesa” y descrita por vez primera en 1987 por Richard. Los resultados del programa Monica (1989), un sistema de vigilancia mundial CAD organizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirma que los niveles de mortalidad provocada por las enfermedades arteriales coronarias es mucho menor en Francia que en otros países industrializados, a pesar de que el consumo de grasas saturadas en Francia es muy parecido y los niveles de colesterol en la sangre son generalmente mayores a la media. Además, otros factores asociados con el riesgo de enfermedades arteriales coronarias, tales como la presión arterial sanguínea, el peso corporal y el fumar, no son menores en Francia que en los otros países. Esta es la Paradoja Francesa.
A partir de ahí la atención fue dirigida a las fracciones de vino no alcohólicas. El vino, especialmente el vino tinto, constituye una fuente importante de polifenoles capaces de impedir los procesos conducentes a las enfermedades arteriales coronarias. Los resultados de los recientes estudios epidemiológicos respecto a los polifenoles en la comida, especialmente los flavonoides, apoyan esta hipótesis. Se observó también una correlación entre los niveles en aumento de ingestión de flavonoide de la fruta y los vegetales y la reducción de las enfermedades arteriales coronarias.
Las diferencias entre las habilidades del vino, la cerveza y los licores para proteger contra las enfermedades cardiovasculares podría ser explicada por la acción específica de los flavonoides y sus metabolitos en el vino, que están prácticamente ausentes en la cerveza y los licores.
La oxidación de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) es considerada un paso clave en el desarrollo de la arteriosclerosis. En una investigación previa se habían extraído, aislado y purificado oligómeros de la catequina, dímeros y trímeros de la procianidina de las semillas de uva, para el estudio de su inhibición de la oxidación LDL junto con otros fenoles monoméricos del vino. Fue cuantificado el nivel de catequinas mayores a partir 161 vinos comerciales franceses, tomados de diferentes áreas de Francia, con el objeto de apreciar la ingestión de estos componentes en la dieta diaria de la población francesa. Basado en un consumo de vino de 180 ml/día, la ingestión diaria actual de catequinas del vino puede ser estimada en 60/mg./día, lo que demuestra que el vino contribuye a una proporción muy importante en la toma de catequinas en la dieta.